Capitulo 24.

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Christofer P.D.V

*Me desperté con la cabeza vendada, acostado en el sofá de mi casa. Raquel, estaba de pie en la cocina recogiendo las cosas que se rompieron en la explosión. ¿No se suponía que estaba atada? Mi cabeza ya no sangraba, tal vez, me curo ella.*

-Ya te has despertado... ¿Como te encuentras, hermanito? - parecía una niña dulce. - al volver a casa te encontré en el suelo con la cabeza sangrando.

-¿Como que al volver a casa? ¿No recuerdas lo que ha pasado? ¡Si no recordabas ni que era tu hermano! - grite. Parecía que había vuelto a olvidar todo.

-¿como me voy a olvidar de mi hermano? Te recuerdo que fui a comprar cosas para la cena. -loca, definitivamente se había vuelto loca. Lo mejor seria no contradecirla si no quería correr peligro.

-Oh cierto, perdón hermanita. Ya sabes que mi memoria es pésima. - Mentí.- ¿Que vamos a cenar?

-hígado con cebolla, mi especialidad. - me miro con cara de psicópata. - cámbiate la ropa, la tienes estropeada por el accidente.

*Subí al piso de arriba, camino hacia mi habitación. Era amplia, llena de posters, una cama enorme, dos armarios y un espejo entre los armarios. Busque en mi armario algo para ponerme, agarre una camiseta roja y unos pantalones negros de pijama. Fui a mirarme al espejo para ver si tenia alguna herida. Me vi una venda rodeándome toda la frente. Yo tenia el pelo negro carbón, ojos azules y rasgos faciales definidos, me parecía a mi hermana si no fuese por la barba. También era delgado y bastante atractivo. Quite la venda de mi cabeza. Me dolía un poco a causa de la herida ya que era reciente. Tenia por lo menos cinco cortes en la frente, no muy profundos, pero aun soltaban sangre. Fui al baño con las heridas al aire y cogí agua oxigenada junto a una gasa. Eche un poco de agua sobre ella. Dirigí mi mano hacia la herida... Dolía. Me ardía al contacto de la agua con la herida. Termine de curarme, me puse de nuevo una venda y baje al salón. La comida aun no estaba hecha. Me tumbe en el sofá, esperé que estuviese todo terminado. Me puse a pensar como podía haberse escapado de las cuerdas. Recordé las ultimas palabras que me dijo; "derramaras tu sangre" o algo así... no las recordaba exactamente. Poco después de esas palabras, exploto el microondas en frente mía, y como bien dijo, mi sangre fue derramada. Pero no me mato la explosión, o mas bien, Raquel no me dejo morir. Raquel había asesinado a sus amigos, aunque no era exactamente ella, sino... algo mas. Estaba como poseída. ¿Por que cosa? No lo se, pero es desde que se fue del pueblo. El día que ella se fue, la directora de su instituto había sido asesinada. Nadie sabia por que, ni por quien. Lo único que yo sabia era que fueron varias personas, contratadas por un alto mando. Tal vez, ahora el espíritu de la directora y Raquel eran uno. Fui cerrando los ojos poco a poco, en un resplandor de luz, antes de quedarme dormido, vi a Raquel con un cuchillo en la cocina. Sentí un pinchazo en el brazo antes de ver a Raquel allí, antes de dormirme del todo. Me despertó diciendo que ya estaba la comida hecha. Me fui a levantar y sentí un fuerte dolor en el estomago, en uno de los costados. Me levante la camiseta, vi que tenia puntos en un lateral, estaba cosido. ¿Me había hecho una herida en la explosión? Pero, no la vi al cambiarme...*

-¿Estaba bueno el hígado, verdad? Lo he conseguido fresco. -se me erizo la piel cuando dijo eso, realmente daba miedo. Ella y yo estábamos cenando juntos en el salón, tenia muy buena mano para la cocina.- tenia dos hígados para hacer, pero decidi que solo hacia uno, el otro lo dejare para otro momento.- sonrió. Tenia una sonrisa de loca. Algo no estaba bien aquí. Me dolía bastante el costado aun.

Doce gotas de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora