Capitulo 15

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Julia P.D.V

Estaba en casa aburrida, José no me había respondido el mensaje. Estaba preocupada por él... lo peor era que en unas horas me tocaba ir al hospital para unos análisis. Ya le vería en el instituto mañana, o eso pensaba. Pasaron las horas, estaba tumbada en mi cama a modo de ''perro'' estirada de par en par. Dos golpes suaves sonaron en mi puerta.

-¿Sí? ¿Quién es? –Grité.

-Hija ya es hora de ir a los análisis, vístete. – Me ordenó sin traspasar la puerta ni abrirla.

-Ya voy mamá, no tardo nada. –Dije mientras me levantaba de la cama.

Me puse en pié y estiré los brazos como si se fueran a desencajar. Me acerqué a una de las sillas de mi habitación, recogí unos pantalones color beige claro y una chaqueta blanca. Era un conjunto perfecto junto a mi camiseta de tirantes verde pastel. Mi pelo estaba despeinado así que una vez me vestí rápidamente me metí en el baño a peinarme. Miré al espejo para ver como estaba, sabía que estaba despeinada pero... ¿tanto? Un pelo por cada lado como si fuese la bruja Úrsula de la sirenita pero en pelirroja. Agarré uno de los cepillos que había en una cestita, comencé a peinarme mechón por mechón. No me apetecía peinarme mucho así que simplemente agarré una goma y me hice una coleta alta. Me incliné para coger uno de los delineadores de mi set de maquillaje. Un color verde turquesa para la línea del agua, un poco de rímel para las pestañas y ya estaría perfecta. Cogí una de mis colonias con olor a rosas, me eché unas gotas por el cuello y salí para ir con mi madre.

Mi madre estaba esperándome en la puerta de casa con el coche ya arrancado, por suerte no había tardado ni 10 minutos. Me subí al coche, mi madre sin pensárselo dos veces empezó a salir de camino al hospital. A la media hora ya habíamos llegado al hospital. Un hospital grande, lleno de ventanas y ambulancias. Casi siempre estaba lleno de gente pero esta vez no, por la tarde era el tiempo perfecto para ir que solo te encontrarías con seis o siete personas por planta y eran nueve plantas en total. Mi madre me dijo que me esperaría en el coche, ella sabía que yo no me iría ya que si me iba el doctor se lo chivaría. Entré dentro del hospital. Una ola de olor a... ''hospital'', si, hospital. No se podía decir de otra forma el olor que era, me azotó en la cara. Miré hacia la derecha, escaleras. Hacia la izquierda, ascensor. Preferí subir en el ascensor, era la planta cinco y para cada planta había mínimo dos escaleras. Solo entraron tres personas en el ascensor junto a mí y ninguna subía a la planta cinco. Llegué a mi planta, estaba completamente vacía. Camine por ella tranquilamente mirando puerta por puerta en busca del nombre de mi doctor, el doctor ''J. Brown''. No lo encontré así que decidí ir a atención al cliente. Una mujer joven miraba al ordenador detenidamente pero no hacía nada más, solo mirar la pantalla. La pregunté que donde estaba el doctor Brown y me dijo que ahora iría a buscarle, que esperase en la sala de curaciones. Otra vez a mirar puertas en búsqueda de la sala. Una puerta blanca estaba medio abierta, encima de la puerta tenía el letrero de ''sala de curaciones''. Por fin. Entré para sentarme en la camilla, había poca luz. Fui a encender la luz, mientras caminaba por la habitación oscura, algo chocó con mi pie pero lo ignore. Llegué a la camilla, encendí la luz que estaba en la pared de ella. Bajé la mirada al suelo, algo había en él, la mesita de inyecciones estaba en el suelo y yo no la había tirado. Un cuerpo debajo de la mesa. Me acerque lentamente para ver si estaba bien. Esa cara me sonaba, Carla. ¿Qué hacia aquí? ¿Qué la había ocurrido? Una aguja había atravesado su frente y miles de ellas estaban clavadas en su cuerpo. No respiraba, salí corriendo en busca de ayuda. El pasillo seguía vacio, la enfermera ya no estaba en atención al cliente. La luz se fue y quedé sumida en la oscuridad.

Doce gotas de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora