Capitulo 19

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Raquel P.D.V

*Recuerdos*

Cinco años atrás... Nadie me conocía, vivía en un mundo en el que para los demás era un bicho raro, los únicos que me dirigían la palabra eran los encargados de las tiendas, no había jóvenes en mi pueblo, la gente de mayor edad me miraba raro por el simple hecho de ser la única joven que no huía y se quedaba en el pueblo. ¿Por qué debería huir? ¿Que tenía el pueblo para que los jóvenes no se quedasen? Era una chica aventurera, me adentraba en bosques, subía la montaña sola, cosas normales. Un día investigando en un bosque, encontré una casa abandonada. Estaba llena de elásticos que ponen los policías cuando ha ocurrido algo en un lugar. Pero, no había nadie. ¿Qué habría allí? Como era tan curiosa, me adentré en la casa pasando por debajo de los elásticos. Una casa oscura, cerrada con llave. Una de las ventanas estaba abierta. Entré por ella y di a parar en la cocina. No había nada, un absoluto silencio y miles de telarañas. Fui adentrándome poco a poco en la casa observando cada rincón, cada habitación. Había varias cosas, incluso botellas vacías de alcohol. ¿Vendrían los jóvenes a montarse sus botellones aquí? Caminando cerca del salón encontré una cuerda que caía del techo. Tiré de ella y cayeron unas escaleras de arriba. Me daba algo de miedo a subir por si me encontraba alguna rata o algo. Comencé a subir los escalones, podía escuchar los crujidos de madera vieja. Llegue hasta arriba del todo, una gran sala oscura. Por suerte tenía una linterna en el bolso. Metí la mano en el y empecé a rebuscar en busca de ella. La agarré, clique el botón para encenderla. Comencé a apuntar con la luz poco a poco observando la sala. Me metí más a fondo en la sala. Caminaba despacio por si se rompía alguna madera. Una enorme rata cruzó por delante de mí, pegué tal salto que se partieron varias maderas del suelo y caí en una sala que antes no había visto. Mesas alargadas, paredes llenas de manchas y textos que no entendía, armas y utensilios de tortura... pero eso no era lo peor, lo peor fue lo que encontré en una de las mesas. Partes de cuerpos humanos. Tarros de cristales llenos de órganos de algún ser vivo. Un olor a putrefacción en la sala que podría hacer vomitar a cualquier persona. Me levanté del suelo en búsqueda de una puerta para irme de ahí. Pero no fue así, alguien se acercaba a la sala. Me escondí detrás de una de las mesas y me quede observando quien vendría. Varias personas entraron en la sala con unas túnicas negras. Podía reconocer que varios de ellos eran habitantes del pueblo. Llevaban a alguien atado una de las personas. Lo tumbaron en una de las mesas y con un cuchillo le rajaron parte del estomago. Unas cuantas gotas de sangre comenzaron a salir de él. Una mujer de mayor edad paso su dedo por la sangre del joven. Comenzó a dibujar una estrella en la pared, la estrella de David. Comenzaron a rezar y a alabar a su ''Dios'' Belcebú. El joven no paraba de soltar sangre de su estomago. Una vez terminaron de rezar, la misma mujer de antes agarró una daga y se la atravesó al joven dibujando una cruz invertida con su sangre. Sus órganos se le comenzaban a salir de las rajas. La mesa llena de sangre, mientras en el suelo salpicaban gotas y gotas. Las personas comenzaron a salir de la sala dejando el cuerpo del joven ya muerto en la mesa. Me tapé la boca para no gritar ni vomitar. Ahora entendía porque veían raro que no huyese, porque no conocía la verdad del pueblo. Cuando sentía que ya no había nadie dentro de la casa, me puse de pie y me escapé de esa casa. No podía confiar en nadie del pueblo, no quería morir como ese chico. Llegue a mi casa, sin dudarlo le dije a mis padres que me iba del pueblo, que no viviría ahí. Ellos se negaron a venir conmigo así que me fui sola. Escapar de ese pueblo era mi única salvación. A punto de llegar al autobús para salir del pueblo, me desmayé en medio de la calle. Pude recuperar rápidamente el conocimiento pero, sentía algo dentro de mí que no era normal. Sentía que algo había dentro de mí, algo me había afectado en esa casa.

Doce gotas de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora