Renacida (Manos Miserables #2)

Prólogo

―Eres un maldito degenerado ―le dijo ella mientras que se sentía más viva que nunca, aunque atrapada entre la espada y la pared sin poder moverse por que Luciano la estaba sujetando.
―No debiste de abandonarme cuando la guerra estalló en la casa Bianchi ―el vampiro seguía llenó de odio.
―Francesco debió matarme para no criarme entre vosotros. Estáis todos locos.
―No lo estábamos cuando nos pedias la inmortalidad.
―Eso cambió hace mucho tiempo.
Adrienna atestó una patada que quedó sin aliento al vampiro. Donde Luciano chocó de pronto contra una gran roca del bosque.
Cuando volvió a recuperar el aliento, Francesco apareció ante ellos y Adrienna se abalanzó sobre él

Años antes...

Ella se despertó por que tuvo un mal sueño. Uno de esos que te dejaban sin aliento.
A pesar de que habían pasado seis años de lo que había pasado con sus padres, Adrienna seguía teniendo aquellas pesadillas.
La pequeña salió de la habitación y caminó hasta la música muy despacio. La cual estaba haciéndole recordar cosas que no sabía explicarse a que se debían. Pero sabía que el único que tenía esas explicaciones era el vampiro mayor de la familia Bianchi.
Ella llegó al salón y vio a Francesco tocando el piano muy suavemente. Y junto a él, estaba Luciano. También tocando las notas que le enseñó su padre alguna vez como si fuese dos concertistas famosos.
Adrienna se acercó a ambos y Luciano no supo que hacer. Salvo que la pequeña subió encima de la pierna de su hermano mayor.
Francesco continuó tocando el piano y ella observó como lo tocaba. Pero a su vez, ella fue quedándose con algunas notas del piano.
―Aprende un poco de piano, pequeña Adrienna ―le dijo Francesco.
―Padre, no creo que sea conveniente que la niña aprenda piano ―dijo el vampiro.
―Luciano, Adrienna tiene que aprender muchas cosas para cuando le dé su inmortalidad.
Hizo una breve pausa.
―Además me encargaré de su educación personalmente.
―¿Por qué tiene tantas molestias con ella padre?
―Por qué lo deseo Luciano. Y tú vas a callarte sin decir palabra alguna. Ya que pienso comprometerte con ella cuando cumpla la edad necesaria para transformarla.
―No pienso casarme con ella.
―Lo sé ―dijo el vampiro―. Pero que harás cuando ella se convierta en una mujer y tu deseo hacía a Adrienna sea incontrolable. No podrás de dejar de hacerle daño. Acuérdate de mis palabras hijo.
Luciano bajó la mirada y supo que Francesco tenía mucha razón. Aunque muy en el fondo de su corazón, el vampiro sabía que había algo más en su hijo. Algo que no le había dicho pero que sabía que, si se enamoraba de ella, se haría débil en un futuro que aún no estaba escrito. Y Francesco no podía permitir que Luciano emplease sus sentimientos para después volverse un blandengue cuando propusiera ante el consejo su matrimonio con Adrienna. Como tampoco que tuviera fallos durante este.
El vampiro se levantó y sentó en segundos a Adrienna junto a Francesco. Donde en breve, este comenzó a enseñarle a tocar el piano. Sin embargo, el vampiro supo que Luciano estaba celoso por que le prestaba más atención a la niña que a él...