VI

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La noche siguiente de que el sol comenzara a ocultarse, Paolo llevó a cazar a Adrienna. Ya que lo necesitaba. Pues no tan solo debía de alimentarse de su sangre.
Cuando llegaron a la casa al cabo de unas horas, ambos se separaron.
Mientras que ella caminaba hasta la habitación, se encontró con Iskander y Burak.
Adrienna se los llevó hasta su habitación.
Cuando entraron, los tres se dieron un abrazo y Burak le preguntó:
―¿Por qué no nos dijiste que estabas mal con Luciano?
―Porque me retenía y me poseía sin quererlo. Mataron a Guilherme porque sabían que podían impedir sus planes. Me mintieron con la muerte de mis padres. Les echaron la culpa de ello a los Coppola cuando Carlo había salvado la vida de mi madre y a mi padre le acogieron como a uno más de la familia.
―El caso es que debes olvidar todo eso ―dijo Burak.
―Nena ―dijo Iskander―, ¿quién es ese vampiro tan guapo que estaba a tu lado ayer?
―Es Paolo. Mi prometido.
―¿Cómo que tu prometido? ―volvió a preguntar.
―Paolo me pidió matrimonio hace dos noches. Acepté por que no sabía si podía parar esta guerra. Pero como sabéis, todo está escrito.
―Pero, ¿estabas casada con Luciano? ―preguntó Burak.
―Luciano es un fantasma que quiero olvidar.
Ella hizo una breve pausa.
―Amo a Paolo. No sé deciros desde cuando chicos. Pero lo único que sé, es que ha sido mi ángel guardián desde que apareció la noche antes de mi matrimonio con Luciano.
―Me alegra escuchar eso ―la voz de Paolo estuvo en la habitación interrumpiéndoles―. Chicos os voy a robar a mi mujer. Tenemos una reunión en el despacho en unos minutos.
―¿Ha ocurrido algo? ―preguntó Adrienna.
―No seas impaciente.
Después, Paolo cogió de la mano a Adrienna y se la llevó de la habitación.
Cuando llegaron al despacho, ella vio ahí a sus padres y a los padres del vampiro.
―¿Qué es esto Paolo? ―preguntó ella.
―Sí hijo. ¿Qué es todo esto? ―preguntó Carlo.
―Os he reunido aquí a los cuatro por un motivo especial.
―¿Cuál motivo? ―preguntó la madre de Paolo.
El vampiro se acercó a Felipe e Imara y les dijo:
―Felipe, Imara me gustaría pedirles la mano de su hija en matrimonio.
Entonces, Adrienna no dijo nada.
―¡La amas Paolo! ―exclamó Felipe.
―Si, señor.
―¿Y tu hija?
Ella asintió.
―Se que han pasado cosas en la vida de mi hija, y sabemos que se casó con un hombre miserable ―les dijo de nuevo Felipe―. Ustedes dos saben que los comprometimos cuando Adrienna solo era un bebe de un año y medio y hasta ahora he mantenido mi palabra y la promesa que le hice a tu padre cuando decidió de darnos la inmortalidad.
Felipe hizo una breve pausa.
―Carlo, usted no me dio la inmortalidad a mí, pero si a mi esposa. Si me acogió fue porque sabía que podía morir a manos de Francesco. Y le estaré eternamente agradecido.
―Gracias Felipe.
―Hija, Paolo ―el padre de Adrienna se dirigió hasta a ellos―, tenéis mi bendición para casaros.
―Y el mío ―dijo Imara―. Ya que sus sentimientos hacia a ti son verdaderos.
Ellos se abrazaron con ese amor que se tenían y Carlo dijo:
―Ahora toca lo prometido. Te toca reinar con paz muchacha.
―Lo haré lo mejor que pueda.
―Lo harás y tendrás una mejor compañía.
Después entraron con champaña y todos brindaron por la familia Coppola.

Un poco más tarde, Adrienna respiraba aire puro en el jardín. Por fin sentía la paz que tanto había buscado por años.
Ella sintió una presencia agradable.
Cuando esta se giró, vio ante ella a Guilherme. Quien parecía en paz consigo mismo.
―Gracias por todo Guilherme ―le dijo―. Gracias a ti se toda la verdad de mi vida. Te echaré de menos.
―Y yo a ti preciosa ―le respondió.
Ambos se miraron y la presencia de Guilherme desapareció unos segundos más tarde.
Paolo salió a donde ella estaba y se percató que su alma estaba en paz. Pero se percató que sus pensamientos estaban en Guilherme. Y seguía sin explicarse por qué el vampiro estaba tanto en sus pensamientos.
―¿Ocurre algo? ―le preguntó Paolo.
―Nada. Solo he visto a Guilherme por última vez.
―Me alegra saber eso.
Paolo se acercó a ella y girándola, le beso sin pensarlo.
Tras varios segundos, dejaron de besarse y el vampiro volvió a decirle:
―Esto es real o es mentira.
―Real. Tan real como el amor que siento por ti.
―Me alegra escuchar eso ―volvió a decirle.
Paolo echó el cuerpo de Adrienna hacia atrás y volvió a decirle:
―Te amo nena. Y estoy seguro que seremos felices eternamente.
Después volvió a besarla y se dejaron llevar por la inmensa luna llena. Una a la cual le estaban demostrando su amor.

Renacida (Manos Miserables #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora