IV

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Ella estuvo pensativa mientras que se hacía de día.
Cuando llegó de nuevo la oscuridad en el cuarto, Adrienna pensó en Paolo. En por que no había llegado a la habitación. Pero su vínculo le dijo que estaba bien. Pero su alma seguía inquieta.
Las horas terminaron de pasar y Adrienna seguía notando la ausencia de Paolo.
La puerta de la habitación se abrió y cuando ella se giró, vio a su madre. Por lo que pensó que Paolo debería de estar enfadado.
―¿Qué es lo que te ocurre hija? ―le preguntó Imara.
―Paolo no ha regresado. Siento que está bien, pero estoy segura que esta enfadado ―le respondió.
―Ese muchacho está bien. Lo he visto abajo en el salón pensativo.
―¿Por qué papa y tú no me habéis dicho en mi tiempo en el aquelarre que yo iba a traer la paz en el mundo inmortal?
―Queríamos hacerlo en el momento de tu transformación, pero se presentaron estos problemas hija.
Hicieron una breve pausa.
―Lo importante es que ya sabes más de toda esa verdad que Francesco te había ocultado.
―Sí. Y es porque él no quería la paz. Si no, la guerra.
―Por lo poco que conocí a Francesco, él no quería la guerra hasta ahora. Pero es tu esposo quien le ha metido en esto.
―Luciano va a pagar todo lo que está haciendo con su vida inmortal.
―No cantes victoria hija. No hasta que esto acabe. Y ya sabes que mañana ocurrirá esa guerra y temo por nuestras vidas.
―A mí no me da miedo a morir. Casi me matan siendo humana en más de una ocasión. Por eso no le temo ahora.
―Eso es porque tienes el vínculo de Paolo en tus venas. Me alegra saber que tu corazón le pertenece.
―Yo
―Imara ―escucharon―, me puedes dejar a solas con Adrienna.
Ellas miraron hacia la puerta y vieron a Paolo.
―Os dejo a solas ―dijo Imara.
La vampiresa se marchó y Paolo se acercó a Adrienna.
―¿Qué ocurre Paolo? ―le preguntó.
―Siento no haber estado a tu lado en toda la noche.
―No te preocupes.
―Fui a buscar algo.
―¿Qué cosa?
Paolo se sacó de su bolsillo una cajita de terciopelo de color verde pistacho y se arrodilló ante ella.
―Nena, cuando acabe esta guerra te gustaría convertirte en mi esposa y mi compañera de vida.
―Sabes que mientras que esté casada con Luciano, me lo impedirá.
―Luciano morirá. Te prometí que estaría en lo bueno y en lo malo contigo. Y así haré hasta el fin de mis días.
―¿Y si morimos en esta guerra?
―Mala suerte. Pero si no morimos quiero que estemos juntos toda la eternidad.
Ella asintió.
―Aceptas ser mi esposa después de las tempestades que vienen ―dijo el vampiro de nuevo.
―Si. Acepto ―dijo ella.
Ambos se besaron.
Cuando dejaron de hacerlo, Adrienna le miró a los ojos.
―¿Qué ocurre nena? ―le preguntó.
―Me da mido la guerra. Me da miedo todo. Incluso hasta mis sentimientos.
―¿Qué quieres decir?
―Que me da miedo mis sentimientos hacia a ti. Si Luciano se entera que estoy enamorada de ti, sería capaz de matarte.
―Deja de preocuparte.
Paolo besó de nuevo a Adrienna y la arrastró hasta la cama.
Y quitándole la ropa, Paolo le hizo el amor aquella noche antes de esa guerra maldita.
Delia salió de la habitación cuando hubo una nueva noche para los dos. Tanto que Luciano se quedó a solas por una vez sin pensar en su esposa.
Él se levantó de la cama y fue a darse una ducha. Ya que el olor a sexo debía de marcharse de la habitación. Y para ello, debía de hacer lo que siempre hacia cuando mantenía relaciones sexuales.
Cuando salió de la ducha, comenzó a ponerse algo de ropa nueva para poder salir de la casa Bianchi y saber qué es lo que planeaba la familia Coppola para la guerra. No quería encontrarse ninguna sorpresa.
―¿Todo está listo para mañana por la noche? ―escuchó él.
Luciano se giró y vio a Francesco ante él.
―Si padre.
―Aun estas a tiempo de parar esta guerra hijo ―dijo de nuevo el vampiro.
―Ya sabes que no voy a pararla padre.
―Todo esto es por tu esposa y por qué decidió estar con los Coppola en vez de contigo.
―Cállate.
―Ves lo que estas provocando. Yo no quería esta guerra y tu egoísmo por tener a Adrienna va a costar millones de vidas. Las cuales el consejo no te las perdonará.
―Eso es mi problema padre. No es el tuyo. Recuerda que ya no soy un niño pequeño.
Después tiró a Francesco al suelo y este comenzó a pensar en que había hecho. Incluso cuando mandó ese mensaje a Carlo.
―Vete de aquí ―dijo―. Quiero estar solo
Entonces Francesco se marchó y Luciano se quedó a solas con sus pensamientos de venganza.
En cambio, Francesco tuvo la sensación de que quería paz por una vez en su inmortalidad. Algo que lograría a cualquier precio.

―Necesito vuestra ayuda ―dijo Carlo desesperado.
―¿Y por qué deberíamos de ayudarte después de lo que pasó hace unos días con mi madre? ―le preguntó la hija de esta.
―Danae sabéis que jamás he hecho daño a ninguno de vuestra familia.
―Pero ese Bianchi sí.
―Es por la familia por lo que estoy aquí. Juré protegeros y no lo hice con Hodira. Ahora quiero hacerlo con todos ustedes y con mi familia.
Hizo una breve pausa.
―¿Recuerdas lo que predijo tu madre hace algunos años?
―Sí. Que una humana reinaría para traer la paz. Y que esta se transformaría en vampiresa.
―Adrienna es esa humana.
―¿Y cómo sabéis eso? Nadie en nuestros años de vida ha podido parar la guerra que esos Bianchi declararon hace muchos años. Cuando esa niña desapareció.
―Ella lo parará. Estoy segura. Pero necesito que estéis en esa guerra para ayudarnos a vencer y hacer que ella reine sobre la especie. Así no tendréis ninguna muerte más. Os lo prometo con mi inmortalidad.
Entonces la bruja se cortó la mano y le entregó la daga a Carlo. El cual también se la cortó.
―Es un pacto de sangre. Si se rompe, nosotros nos veremos obligado a romper nuestra alianza contigo ―dijo Danae.
Entonces ambos se dieron la mano y ambas sangres se cruzaron. Formando así la alianza de paz de la que tanto habló Hodira.
―Nos veremos mañana en el campo de batalla ―dijo Carlo.
―Nos veremos en el bosque antes de que todos los Bianchi lleguen. Quiero matar uno por uno. Incluido el culpable de la muerte de mi madre.
―Quiero que de él se encargue Adrienna. Así veréis que nuestro pacto llega a más que eso.
―Perfecto.
El vampiro se levantó del suelo y después se marchó de la casa de la familia de Hodira.
―¿Confías en ese vampiro? ―le preguntaron a ella con una voz ronca.
―No. Pero si es verdad que esa tal Adrienna traerá la paz, tenemos que darle un voto de confianza. Lo único que quiero es que el vampiro que mató a mi madre lo pague con su vida.
Después, se retiraron mientras que Danae pensaba en preparar a los suyos para esa guerra contra los Bianchi. Aunque sabía que su padre no estaría de acuerdo que participara. Ya que Erick era el brujo de la familia que ha iniciado esa guerra.

Renacida (Manos Miserables #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora