Ambos pararon después de hacer el amor por unas horas más tarde. Y mientras que estaban despiertos, vieron como las ventanas de la casa se cerraban.
Adrienna se abrazó a Paolo y este le abrazó sin dudarlo.
Las ventanas volvieron a abrirse de nuevo, cuando ambos habían cerrado los ojos. Tanto que solo los cerraron para no pensar en nada de lo que había pasado.
―Este ha sido el mejor sexo de mi vida ―le dijo ella.
―Te corrijo ―dijo él―. El mejor sexo de tu inmortalidad.
―Cierto.
Ambos hicieron una pequeña pausa.
―Te prometo algo Adrienna ―le dijo él.
―¿Qué cosa?
―Que jamás pienso dejarte sola. A pesar de que estés casada, mi corazón aún sigue comprometido contigo.
―Y yo no dejaré que caigas ―le dijo ella―. Si caes, caeremos juntos.
―¿Qué sientes por mi Adrienna? ―le preguntó el vampiro mirándole a los ojos.
―Si te refieres si estoy enamorada de ti, no puedo asegurarlo. Pero si tú eres un regalo que me puso el diablo para salvarme de Luciano en más de una ocasión, sí que estoy satisfecha por ello.
―Recuerda que no puedes mentirme. Se lo que tu corazón siente cuando estamos juntos y ahora estoy seguro que me quieres. Al menos esa parte tuya de tu corazón que la reservabas solo para Guilherme.
―Eso no es...
Alguien abrió la puerta interrumpiéndoles y el vampiro tapó sus cuerpos desnudos corriendo.
―Por Dios ―dijo la vampiresa.
―¿Qué ocurre Magdalena? ―preguntó Paolo―. No ves que estamos en un momento íntimo.
―Hay problemas Paolo. Padre quiere reunirnos a todos en el salón principal.
―¿Qué clase de problemas?
―No lo se.
―Vale. Ahora vamos.
La vampiresa se marchó y Paolo se levantó de la cama diciéndole a Adrienna:
―Vamos nena. Quiero que estés en la reunión como el nuevo miembro de la familia.
Ella se levantó de la cama y buscó algo de su ropa para estar cómoda.
En pocos minutos, ambos salieron de la habitación y fueron hasta el salón principal.
Ahí, Adrienna vio a todos los vampiros.
Carlo entró en segundos y se puso en medio de la sala. Donde todos notaron su respiración intensa. Y por lo que todos supieron, algo grave había pasado.
―¿Qué ocurre padre? ―preguntó uno de los vampiros.
―Los Bianchi nos han declarado la guerra.
―¿Cómo así? ―preguntó Adrienna.
―Han matado a Hodira y a alguna de su gente. Francesco ha perdido el control al ver que tu no estabas a su lado, Adrienna.
―Un momento ―dijo Adrienna segura―. Francesco no tiene nada que ver con esta guerra.
―¿Y tú como sabes eso? ―le preguntó Paolo.
―Francesco jamás quiso esta guerra. Lo sé por qué me lo dijo en más de una ocasión.
―¿Y quién querría esta guerra absurda?
―Luciano ―dijo ella sin pensar.
―¿Piensas que Luciano tiene que ver con esta guerra? ―le preguntó Carlo.
―Sencillamente sí. Lo sé por qué estuvo preparando a vampiros a escondidas de Francesco. A otros que él no conocía. Eso fue en nuestro poco tiempo en Roma.
―Aun así, no descarto que Francesco este detrás de todo esto Adrienna ―dijo Carlo.
Hicieron una breve pausa.
―Por cierto ―dijo de nuevo Carlo―, bienvenida al aquelarre Adrienna. Te haría una fiesta. Pero en estos momentos hay muchos problemas.
Pero ella no le dijo nada. Solo mantuvo el silencio.
Carlo se marchó del salón y ella comenzó a pensar que ella tenía la culpa de que esa guerra estuviese a punto de estallar. Pues sabía que estaba con los enemigos de los Bianchi.
Después ella se marchó. Dejando allí a todos pensativos.
Adrienna llegó al bosque y ahí comenzó a caminar muy despacio mientras que pensaba.
Ella paró ante un árbol y le pegó un puñetazo muy fuerte. Algo que no le dolió.
―Si tuvieses más ira, quizás arrancarías el árbol de cuajo ―escuchó ella.
Adrienna comenzó a girar para encontrar a Luciano. Pero no le encontró.
―¿Por qué te escondes? ―le preguntó ella―. Démonos la cara por primera vez.
Ella notó que el vampiro estaba detrás de ella y por fin estuvieron cara a cara.
―¿Qué es lo que quieres con esta guerra? ―le preguntó ella―. Llamar mi atención.
―No ―le respondió―. Pero tienes una manera para pararla antes de que la comience.
―¿Cual?
―Regresando conmigo a la casa y ser una obediente esposa.
―No voy a regresar contigo. Soy una Coppola. Ahora y siempre. Y antes de ser tu sumisa, prefiero ser una mujer libre.
―¿A qué te refieres con eso que eres una Coppola ahora y siempre? ―dijo como si no supiera a lo que se estaba refiriendo.
―Que soy una Coppola desde que Paolo me ha transformado. Y no como tú. Que no hiciste nada para transformarme. Solo me castigaste por enamorarme de un vampiro que no eras tu.
De pronto, ella vio que Luciano fue atacado y cuando vio que se estampó contra un árbol, miró al vampiro que la salvó en más de sus manos en una ocasión.
Su corazón dio un vuelco al ver a Paolo ante sus ojos.
―¿Estas bien? ―le preguntó él-
―Sí.
Luciano volvió ante ellos y les dijo:
―¿Cómo os atrevéis?
―Como te atreves tu a pisar nuestras tierras sin permiso nuestro ―dijo Paolo―. Ahora puedo matarte si lo deseo.
―Tienes algo que es mío ―dijo Luciano―. Dámelo y dejaremos esta guerra.
―Adrienna será tu esposa, pero su ser me pertenece. Ya que yo le transformé. Así que ella no va a ir a ningún lado al menos donde vaya yo.
―Pues esto es la guerra entonces ―dijo el vampiro.
Fue cuando Luciano y Adrienna se miraron. Donde el vampiro se marchó enseguida.
Paolo miró a Adrienna y le preguntó de nuevo:
―¿Estas bien?
―Lo estoy.
Adrienna se acercó al árbol donde empujó Paolo a Luciano. Ya que vio algo brillar.
Cuando esta lo cogió, supo que era el colgante que tenía su esposo puesto desde el día en que se casaron.
―¿Qué es eso? ―le preguntó Paolo.
―Esto es el motivo por lo que Luciano me ha estado haciendo daño cuando he estado a su lado ―dijo ella―. Es un colgante hechizado por Erick.
―Tira eso. Podría hacerte daño si le pertenece a tu esposo.
Ella comenzó a escarbar, mientras que decía:
―Lo voy a enterrar. Así cuando Luciano lo busque, jamás lo encontrará.
Sin embargo, Paolo no le dijo nada.
Adrienna terminó de enterrar el colgante y después se puso en pie.
―Solo espero que Luciano renuncie a esta guerra, ahora que no tiene este colgante puesto.
―Y si no lo hace, ¿qué harás?
―Nada ―le respondió ella―. Pero una cosa tengo clara. Y es que no voy a volver jamás con Luciano y los Bianchi. Al menos que las cosas vayan de mal en peor en los próximos días.
Paolo y Adrienna se cogieron de la mano y se fueron hasta la casa.
Cuando llegaron a la habitación, ambos volvieron a hacer el amor. Donde Adrienna volvió a sentir lo mismo que cuando se unieron por primera vez en cuerpo y alma. La pasión mezclada con el amor. Algo que ella seguía desconociendo.
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Renacida (Manos Miserables #2)
ParanormalLos secretos en el aquelarre Bianchi siguen siendo día tras día un mar sin cauce. Donde las cosas empeorarán con el trascurso del nuevo matrimonio en la familia. Donde Adrienna se enfrentará en estos momentos a un Luciano diferente. Sin embargo, hab...