V

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Él todavía estaba preocupado.
Paolo se sentía inseguro de que la inmortalidad estuviera funcionando con ella. Pues la escuchaba respirar. Sin embargo, todavía tardaba en abrir los ojos. Habían pasado ya algunas horas y el sol estaba a punto de caer.
El vampiro vio como las ventanas se cerraban a la misma vez que Hodira se marchaba. Pues ella le había dicho que su misión ya había acabado. Que solo había que esperar a que ella despertase de su transformación.
Las horas pasaron y Paolo se estaba impacientando más de la cuenta.
Cuando el sol comenzaba a ocultarse, Adrienna comenzó a parpadear un poco y a moverse. Por lo que Paolo se apartó y esperó a que ella terminase de despertar a su nueva condición.
Adrienna abrió los ojos por fin y se incorporó rápidamente en la cama sin pensarlo. Donde no tardó en ver al vampiro que la había transformado.
Paolo se percató que su piel blanca le hacía más hermosa y los ojos carmesíes más atractiva. Ahora entendía por qué sus padres les comprometieron cuando ella tan solo era una recién nacida.
Adrienna comenzó a percatarse de que veía las cosas muy diferentes. De como veía de lejos una simple mota de polvo o escuchaba la respiración entrecortada de Paolo. Sin embargo, lo que más le gustó, fue escuchar los pensamientos del vampiro. Que permanecían revolucionados por lo que estaba pasando en esos momentos.
―Tan mal aspecto tengo ―le dijo ella.
―No ―el vampiro tragó saliva―. Te ves hermosa con la piel pálida.
Entonces ella escuchó el latir de un corazón cerca.
―Adrienna tranquila. Es Hodira. No le harás daño.
Fue cuando ella sintió la sed en su garganta. Tanto que sus pensamientos comenzaron a revolucionarse.
―Voy a llevarte a cazar. No voy a permitir también una guerra entre brujos y brujas.
Sin embargo, Adrienna no quiso preguntarle por lo que vio en sus más valiosos recuerdos ocultos. Lo haría cuando estuviera más parada en su sed a sangre.
Paolo cogió por la mano a Adrienna y cuando Paolo se percató que todo estaba bien; que no había ningún problema miró hacia la ventana.
Cuando este vio que no había una gota de luz, apretó la mano a la mujer a la cual la sostenía y él le dijo:
―Una cosa más antes de que salgamos a cazar.
―¿Qué cosa? ―preguntó ella.
―No caces a ningún humano. Si siento que haces o vas a hacer algo que no me gusta, te pararé.
―¿Como?
―Ya lo veras.
El sol terminó por ocultarse y Paolo soltó la mano enseguida de ella. Donde el vampiro comenzó a correr para incitarla a hacerlo a Adrienna.
Ella comenzó a seguirle y comenzó a notar la hierba fresca de la noche. Fue cuando su pecho se abrió a miles de sensaciones y le hizo sonreír.
Cuando llegaron al final del bosque, ambos sintieron un animal muy cerca. Pero Paolo se lo cedió a Adrienna para que pudiera alimentarse y poder estar bien para cuando todos la vieran con su inmortalidad.
Al ver al animal ante ellos en pocos minutos, Adrienna lo miró con deseo y Paolo le hizo un gesto. Por lo que ella se abalanzó al ciervo y le mordió.
Por unos segundos, Paolo se percató de un Leopardo que iba hacia Adrienna. Por lo que también él se abalanzó sobre el animal y bebió de su sangre.
Ambos se alimentaron bien y volvieron a la casa. Y mientras que lo hacían, ella notó una sensación extraña. Supo que alguien la estaba vigilando.

Paolo y Adrienna dieron un salto por la ventana de la habitación del vampiro.
Ella se miró al espejo y por una vez se percató que tenía esos mismos ojos rojos carmesíes que había observado durante muchos años.
Paolo se acercó a ella y comenzó a acariciarle los hombros muy despacio. Tanto que Adrienna notó algo extraño en el vampiro. Supo enseguida que eran sus sensaciones y emociones.
―¿Por qué no me dijiste que con quien realmente estaba comprometida era contigo? ―le preguntó ella.
―No lo vi necesario ―le respondió él―. Nos comprometieron desde que eras una niña. Supongo que mi padre hizo un pacto con tu madre para mantenerse callada al respecto cuando la vio en el hospital. Nunca pensé que la niña que vi en brazos de un vampiro enemigo se fuera a convertir en una maravillosa mujer.
Adrienna le miró a los ojos y le dio un beso que le devoró por completo a él. Tanto que duró bastante.
Cuando ella dejó de besarle, notó como sus almas caídas se unían en algo. En una sola cosa que por fin el universo les había concedido a los dos.
―Sí sé que esto que siento por ti iba a merecer la pena ―le dijo él― intento de salvarte de los Bianchi mucho antes de que te convirtieras en una mujer Adrienna.
―Ya es tarde para lamentarse.
Ella comenzó a besarle de nuevo, mientras que arrastraba a Paolo hacia la cama. Ya que Adrienna sentía como sus sentimientos hacía que los vampiros iban floreciendo.
Ella le quitó de un tirón la camisa que tenía puesta y después lo tumbó encima de la cama sin pensárselo.
Mientras que ella se quitaba aquel vestido rojo, Paolo se quitó el pantalón.
Ella terminó de desnudarse y después se subió encima de la cama. Donde no tardó en quitarle el resto de la ropa a Paolo y ponerse sobre su miembro sin metérselo dentro de ella.
Adrienna comenzó a recorrer el cuerpo de Paolo y este comenzó a relajarse.
Cuando ella llegó al miembro del vampiro, comenzó a tocarlo y en pocos segundos se lo metió en la boca. Donde comenzó a chuparlo muy despacio.
Él comenzó a emitir un gemido y ella notaba como su miembro se ponía duro.
Tras un buen gemido por parte de Paolo, este quitó de su miembro, la boca de Adrienna. La cual tumbó y no dudó en decirle:
―Ahora me toca a mí. Y sabes que no te vas a escapar tan fácilmente nena.
El chupó muy despacio los pezones y bajó muy despacio hasta que llegó a su sexo. El cual lo miró por unos segundos para contemplarlo.
Paolo comenzó a lamer el clítoris de Adrienna y ella comenzó a emitir pequeños gemidos. Donde no tardó en cerrar sus ojos.
Ambos sentían la pasión encendida y lo que ambos sentían con sus corazones inmortales, hacían que se unieran más.
Paolo dejó de lamerle el clítoris y metió su miembro en el interior de Adrienna.
Él comenzó a moverse, mientras que observaba que ella tenía los ojos cerrados.
―Abre los ojos ―le dijo él―. Quiero que lleguemos juntos al orgasmo.
Ella abrió los ojos y vio a Paolo. Que parecía estar radiante.
―Muérdeme ―le dijo.
―¿Por qué voy a hacer eso? ―preguntó ella.
―Por que tendremos nuestro vinculo más fuerte.
Entonces ella le mordió mientras que el continuaba embistiéndole. Donde Paolo no tardó en morderle también.
Y ambos continuaron haciendo el amor toda la noche, sin importarles lo que había alrededor. Solo les importaba lo que había en esa habitación y en ese ambiente.

―¿La habéis encontrado? ―preguntó él mientras que continuaba mirando hacia el bosque.
―Sí señor.
Luciano se giró y vio a algunos de los vampiros de la casa ante ellos.
―¿Y dónde está? ―les preguntó el vampiro más furioso de lo que solía estar desde que ella se marchó de su lado.
―La hemos encontrado en el bosque. Al parecer estaba bebiendo sangre animal junto a ese miembro de los Coppola. Paolo.
―¿La han transformado?
―Eso parece Luciano.
―¡Maldita sea!
―¿Qué piensas hacer Luciano? ―le preguntó Francesco mientras que salía al balcón.
―De momento pensar en un encuentro y hacerle saber que sé que es inmortal.
Entonces, Francesco escuchó la palabra guerra en la mente de su hijo mientras que pensaba en algún plan.
―No voy a permitir que destroces la paz que tengo con los Coppola desde hace muchos años.
―Y tú no vas a darme ninguna orden ―le dijo el vampiro―. Como tampoco pienso permitir que dejes que mi mujer se acueste con otro hombre.
―Déjame buscar yo mismo la solución para traerla de vuelta a la casa.
―Tu ya no harás nada. Fracasaste el mismo día en que ella se enamoró de ese vampiro nuevo que trajiste a la casa. Ahora me toca a mi traerla por las buenas o por las malas. Y si lo tengo que hacer por las malas lo haré.
―Te estas volviendo loco desde que traje a Adrienna a la casa. Nunca has soportado que la quisiera más a ella que a ti desde entonces.
Luciano se acercó a su padre y cogiéndolo por el cuello, lo tiró después contra una pared. Dejándolo exhausto y pensativo con el vampiro que había creado.
―Nadie de esta familia volverá a desafiarme jamás, ¡entendiste padre! Si alguien más lo hace, lo pagará con su vida.
―No sé en qué te has convertido, pero tú no eres mi hijo.
Francesco se levantó un poco exhausto del suelo y se marchó del balcón. Dejando a solas a Luciano y sus malas intenciones contra un aquelarre que jamás había hecho nada malo.
En cambio, el vampiro continuó pensando en algún plan para traerse de vuelta a Adrienna a la casa y después castigarla por marcharse.

Renacida (Manos Miserables #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora