La noche siguiente, Adrienna despertó muy exhausta por todo lo que había pasado el día anterior. Ya que se había quedado dormida por la mañana. Pues no dejó de pensar en lo que pasó con su madre.
Sin embargo, continuó pensativa por todo lo que había pasado en aquella larga semana.
Ella se incorporó encima de la cama y pensó en la reacción de su madre a su sangre.
La puerta se abrió de pronto y Adrienna vio que era Carlo quien había entrado junto a Imara.
También ella se percató que Carlo traía un libro en la mano. Uno que había reconocido al instante. Ya que era el mismo libro que le entregó Francesco. Pero este no tenía las páginas arrancadas.
―¿Qué ocurre? ―preguntó Adrienna intrigada y un poco asustada.
―Tranquila niña ―dijo Carlo―. Tu madre ha venido solo a observarte y hablar conmigo.
―O a matarme.
―Adrienna, hablé con ella y todo está bien.
Después, el vampiro le puso encima de la cama el libro y le dijo:
―Cuando ella se marché de tu lado, lee esto.
―Se que es el mismo libro que leí. No hace falta volver a leerlo. Se lo que pasó con todo.
―Aquí tienes toda la verdad, pero mejor redactado. El libro que Francesco te dio fue redactado con mentiras.
―No es necesario Carlo ―volvió a decir Adrienna un poco enfadada―. Ya le dije que se toda la verdad.
―Como desees. Pero lo recordarás todo poco a poco. Le diré a Hodira que te de algo para recordar.
Carlo se marchó en pocos segundos e Imara y Adriana se quedaron a solas.
El silencio se hizo tan incómodo que ellas no supieron que decir.
Imara escuchó el latir del corazón de Adrienna y se acercó un poco. Sin embargo, ella se echó hacia atrás cuando la vampiresa se acercó.
―No voy a hacerte nada ―dijo Imara parando sin saber que hacer.
―Eso no iba pasando ayer.
―Lo siento. Pensé que eras un...
―...lo sé.
―¿Por qué sigues siendo humana? Pensé que Francesco te transformaría cuando cumplieras los veintinueve años.
―No lo hizo. Pero aún no tengo esa edad. Ya queda poco para cumplir la edad que acordó Francesco para transformarme. Sin embargo, quien debería de haberme transformado era Luciano. No el vampiro.
―¿Por qué él?
―Por qué nos casamos hace unos días y tenía que transformarme. Sin embargo, no lo ha hecho para verme sufrir porque me enamoré de un vampiro diferente.
―Malditos ―dijo la vampiresa―. Lo importante es que estás a nuestro lado y no te iras de aquí. Carlo es un hombre bondadoso. Todo lo contrario que Francesco.
―Eso tengo que comprobarlo. Hasta ahora, él había sido vuestros asesinos para mí.
―Entiendo que aun estés de parte de Francesco, pero créeme. Fue el quien nos atacó. No Carlo. Lo entenderás cuando Hodira te haga recordar.
Sin embargo, Adrienna no le dijo nada. Mantuvo el silencio y después Imara volvió a acercarse a ella. Donde madre e hija por fin estuvieron cara a cara.
Tras decirle como había sido su vida en la casa de los Bianchi, Adrienna por fin le dio un abrazo a su madre. Quien le hizo recordar que cuando estaban los tres juntos, eran muy felices.
Imara se marchó junto a Felipe y Adrienna se quedó a solas. Donde no tardó en mirar hacia el reloj y vio que eran casi las diez de la noche. Por lo que se sentó encima de la cama y estuvo leyendo de nuevo, el mismo libro que Francesco le dio.Un poco más tarde, ella terminó de leer la historia de todos los aquelarres. Al fin conocía toda la historia del mundo en el que había vivido veintisiete años.
Por unos momentos, ella comenzó a pensar en todo lo que había leído y mientras que intentaba recordar algo de lo que en realidad pasó en el momento en el que Francesco atacó a sus padres. Pero ni siquiera encontró nada. Al parecer, el vampiro había hecho todo lo posible para que ella no recordara nada de su pasado. Incluso de todo lo que él le hizo.
Adrienna dejó el libro a un lado y se dispuso a salir de la habitación. Sin embargo, ante la puerta; se topó con Paolo.
―¿A dónde vas Adrienna? ―le preguntó.
―Quería tomar el aire. Leer las páginas del libro de tu padre me han quedado exhausta.
Ella echó un paso hacia atrás y Paolo entró en la habitación sin dudarlo.
―¿Qué es lo que quieres Paolo?
―Venía a ver si necesitabas algo.
―Pues no lo necesito. Solo salir a tomar aire.
Ella intentó de pasar. Pero Paolo se lo impidió por primera vez desde que ella estaba ahí.
―¿Vas a decirme por una vez lo que quieres Paolo? ―dijo ella groseramente.
―A ti.
―¿A mí?
Paolo le cogió por los hombros y la empujó más adentro de la habitación. Donde no tardó en cerrar la puerta con el pestillo.
El vampiro le dio la vuelta mientras que sentía como la pasión se encendía en él.
―¿Qué haces Paolo?
―Voy a recorrerte entera y...
―...Paolo yo estoy casada.
―Pero es un matrimonio sin amor ―dijo el vampiro suavemente.
―Aún tengo miedo a esto.
―Deja que te haga el amor. Prometo no morderte.
―Paolo, pero yo no te amo y no podemos estar juntos.
―Yo percibo lo contrario.
El vampiro la volvió a girarla y ambos se miraron a los ojos.
―Te quiero desde que empecé a vigilarte por órdenes de mi padre. Se que tu corazón le pertenece un poco a Guilherme. Pero el vampiro está muerto y yo estoy vivo. No prometo enamorarte si no lo haces por tu propia mano. Solo quiero que te olvides de lo que has vivido junto a Luciano.
―Sabes que para que eso pase mi marido tiene que morir para que pueda olvidar lo que he vivido.
―Y yo me encargaré de ello. Pero ahora déjate llevar por lo que tu corazón siente. Recuerda que yo puedo percibir lo que sientes cuando estoy cerca.
Paolo ya no pudo más con la tensión y le besó intensamente. Donde ella no tardó en recibir ese beso como algo más.
El vampiro subió las piernas de Adrienna hasta sus caderas y la llevó ante la cama. Solo que, por unos momentos, él notó el temor que ella sentía. Ahí fue cuando maldijo a Luciano por haberla maltratado en tan poco tiempo.
Paolo la puso ante la cama. Donde no tardó en arrancar la cremallera del vestido. Pero sin dudar, le quitó el sujetador que tenía puesto. Ya que quería verla sin nada de prenda. Al menos que fuera para salir de la habitación.
Después, tumbó en la cama a Adrienna y Paolo le quitó las bragas muy despacio mientras que recorría su cuerpo muy lentamente.
Paolo tiró las bragas al suelo y abrió las piernas de ella muy lentamente. Donde ella sintió un poco de vergüenza.
El vampiro se quitó la camisa que llevaba puesta y lo que notaba no le gustaba mucho. Por lo que le dijo a ella:
―Calma tus sentimientos Adrienna. Es la única forma que tienes para poder disfrutar ―le dijo mientras que dejaba de mirarla para concentrarse en lo que iba a hacer.
Paolo hundió su cara en la vagina de ella y comenzó a lamer su clítoris muy despacio. Donde ella se dejó llevar, mientras escuchaba sus gemidos de placer.
Fue cuando en esos instantes se relajó y comenzó a pasar su pie por la espalda de Paolo. Donde no paró de disfrutar y donde dejó de pensar en lo que había vivido últimamente.
El vampiro movió más rápido su lengua y ella cerró sus ojos por primera vez desde que perdió la virginidad. Sabiendo que pronto iba a llegar a su orgasmo.
Sin embargo, Paolo no dejó de mover la lengua rápidamente para hacer que ella llegase al orgasmo.
Adrienna terminó por agarrarse a las sábanas de la cama muy fuerte y Paolo disfrutó mucho notar como su clítoris palpitaba por el placer.
Tras unos segundos más lamiendo su clítoris, Adrienna se corrió y abrió de nuevo los ojos. Donde se percató que Paolo se estaba quitando el resto de la ropa.
Al estar ambos desnudos, el vampiro comenzó a recorrer de nuevo su cuerpo de abajo arriba. Hasta que llegó a sus pechos. Donde los chupó por unos segundos.
En breve, Paolo metió su pene dentro de la vagina de Adrienna y ella gimió por unos segundos.
―¿Estas bien? ―le preguntó.
―Solo me ha dolido un poco ―respondió ella.
El vampiro asintió.
En breve, comenzó a moverse muy despacio para lubricar un poco la vagina de Adrienna y poder llegar juntos al orgasmo.
Tras varias embestidas lentas, Paolo comenzó a moverse más rápido. Fue cuando notó una sensación más extraña en Adrienna que no podía explicar. Como si ambos hubieran estado predestinados desde mucho antes a compartir sus almas.
―Sei bellissima Adrienna. Tu e il tuo corpo siete il riflesso luminoso di cui la mia anima oscura aveva bisogno in questi momenti della mia immortalità. Tu sei la mia luce tra le mie ombre più oscure e la mia rinascita come la fenice.
Adrienna entendió perfectamente lo que Paolo le dijo en italiano. Tanto que su mente las repetía una y otra vez: Eres hermosa Adrienna. Tú y tu cuerpo son el brillo reflejo que mi alma oscura necesitaba en estos momentos de mi inmortalidad. Eres mi luz entre mis sombras más tenebrosas y mi renacer como el ave fénix. Eso le hizo entender a ella que en realidad necesitaba ser amada y no castigada.
Fue cuando notó en su interior algo más que el placer. Una sensación extraña que no podía explicar y tenía que averiguarla.
Paolo sacó sus colmillos y olvidó lo que le dijo a Adrienna antes de poseerla. Por lo que antes de llegar a su cuello, frenó y ambos se miraron a los ojos mientras que él continuaba moviéndose.
―Lo siento, Adrienna. No quería sacarte los dientes para poder llegar al orgasmo.
―Hazlo Paolo. No me importa.
―¿Estás segura?
Adrienna asintió.
―Entonces lo haré muy despacio.
Sin embargo, ella no dijo nada.
Paolo volvió a oler su esencia y tras ello le mordió.
Adrienna soltó un gemido de dolor y eso le hizo entender que no podía escapar del mundo en el que estaba.
Paolo terminó de chupar la sangre y continuó embistiéndola.
―Tu sangre es deliciosa. No sé si me volveré adicto a ella más que a ti ―dijo.
Paolo continuó embistiéndola mientras que le daba un beso en los labios. Fue en ese beso cuando se percató que ella estaba bien. Que en su cabeza ya no estaba Luciano y lo que le había hecho. Solo esperaba que ella tuviera un hueco en su corazón para poder comenzar de cero en el aquelarre Coppola.
Adrienna sintió de eso que comenzó a sentir mientras que Paolo la comenzó a hacer suya. Sin embargo, tenía miedo a como seria su trato con ella después de que dejaran de mantener relaciones. Ya que sabía que los vampiros eran crueles con los humanos en ocasiones. Pero lo que ella sentía, no era comparado al amor que le tuvo a Guilherme. Si no, era algo que se clavaba profundamente en el pecho. Tanto que podía notar como le dolía al saber que Luciano le podía hacer daño si se enterase de lo que había hecho con él en esos momentos.
El vampiro continuó embistiendo hasta que ambos llegaron al orgasmo.
Sin embargo, Paolo no paro de hacerle suya. Era algo que quería hacer desde que su padre la encontró en la casa Bianchi y poco a poco se fue interesando más por ella. Más que él ya sabía que eran sentimientos por ella. Unos sentimientos verdaderos.
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Renacida (Manos Miserables #2)
ParanormalLos secretos en el aquelarre Bianchi siguen siendo día tras día un mar sin cauce. Donde las cosas empeorarán con el trascurso del nuevo matrimonio en la familia. Donde Adrienna se enfrentará en estos momentos a un Luciano diferente. Sin embargo, hab...