16. Amapolas

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Una pequeña parte de su ser era escéptica y aún no podía creer todo aquello, los hombres lobo era fantasiosas invenciones de cuentos infantiles creadas para asustar a los niños, los seres sobrenaturales no existían fuera de las leyendas y los mitos. Pero, algo muy dentro de Juliana, una voz interna que ni siquiera sabía que tenía, le gritaba que aquello era real, que Valentina acababa de convertirse en una hermosa loba plateada y que podía leer su mente. Que la conexión que tenían era tan fuerte que, de alguna manera, se pertenecían mutuamente.

Eres una loba hermosa.

—Juliana, lo único hermoso que hay aquí, eres tú.

Juliana se sonrojó y apartó la mirada, con la mano aun acariciando el suave pelaje del animal.

Vamos, sube.

¿Cómo?

Valentina cabeceó, señalando su lomo con el hocico.

Juliana se acercó lentamente, dudosa. El gran lobo grisáceo dobló sus patas para dejar que Juliana montara sobre su lomo. Con algo de dificultad, consiguió subir al animal y reafirmarse con fuerza en su pelaje, se inclinó sobre su montura con los músculos agarrotados y en tensión, preparada para caer en cualquier momento.

¿Estás lista? —Preguntó Valentina divertida.

No.

—¡Vamos!

Valentina empezó a correr, sintiendo el ligero peso de Juliana a su espalda. Se sentía feliz, se sentía completa pudiendo estar junto a su pareja en su forma animal. El alarido de terror de Juliana se transformó en un grito de júbilo cuando sintió el viento golpear su rostro y la adrenalina correr por sus venas. Aquello era distinto a todo lo que había vivido hasta el momento, incomparable a montar en moto o a cualquier atracción de un parque de atracciones. Su cuerpo se fue relajando y se incorporó ligeramente, lo justo para apreciar cómo los árboles parecían correr a su alrededor y cómo las potentes patas de Valentina quebraban ramas y raíces a su paso.

¡Esto es increíble!

—Sabía que te gustaría.

Juliana podía sentir la felicidad de Valentina mezclándose con la suya propia en sus pensamientos. Aquel momento, le gustaría poder preservarlo para siempre.

La loba corrió incansables kilómetros disfrutando de la carrera y del contacto con Juliana, sintiendo el aire puro de la naturaleza peinando su pelaje, escuchando al resto de criaturas del bosque y el acelerado ritmo cardíaco de su amada humana. Esa era su idea de paraíso. Bordeaba el exterior de la frontera de su manada, justo en el inicio de aquellas tierras que ya no les pertenecían, pero no podía arriesgarse a que los suyos encontraran a Juliana. Redujo la velocidad cuando llegaban al lugar que buscaba, aquel claro al que a veces corría buscando algo de paz. En esa época del año, aquel sencillo trozo de bosque se convertía en un lugar idílico, con la clara luz del Sol cubriendo la explanada y con un millar de amapolas cubriendo el suelo con su manto.

Esto es precioso...

Precioso, Valentina creyó que era irónico. Juliana admirando la belleza de algo cuando lo único que Valentina podía encontrar "precioso" era a ella.

Lo encontré un día por casualidad, es mi pequeño secreto desde entonces. En realidad, ni siquiera deberíamos estar aquí.

Juliana bajó y caminó con lentitud entre las flores, aquel idílico paisaje era con diferencia lo más hermoso que había visto. Valentina, mientras tanto, regresó a su forma humana y se limitó a observar a Juliana. Justo ahí, en mitad de aquel campo de amapolas, era fácil creer que Juliana era algún tipo de criatura sobrenatural, demasiado pura y perfecta para ser humana. Jugaba entre las flores rojas, rozando los finos pétalos con sus dedos, y sonriendo como si cualquier preocupación se hubiera evaporado de su ser. Valentina sentía su pecho arder en un sentimiento que era demasiado grande para ser descrito. Juliana era hermosa e inocente, correteando como una niña entre las amapolas. Protegerla, cuidarla, nuestra, es nuestra. Su loba gruñía, y ella estaba de acuerdo. Nunca dejaría que algo malo le ocurriese a una criatura tan perfecta, la mantendría a su lado sin importar cómo, porque le amaba, porque eran un mismo ser que se había podido separar solo para que Valentina admirara y deseara el hermoso cuerpo de Juliana.

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