29. Ejecución

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Juliana se sentía estúpida y verdaderamente inútil. Había arrastrado a Tutsi hasta allí, sin ningún tipo de plan. ¿Qué esperaba, que la celda de Valentina tuviera la puerta abierta de par en par? ¿Que no hubiera hombres montando guardia? Era una ilusa. La mujer a su lado gruñía, mostrando el primer signo de su escasa humanidad.

—Parece que los hombres han encontrado algo muy interesante merodeando por el bosque.

Juliana frunció el ceño, aquel hombre era desagradable. La miraba divertido, con burla, como si el que ella estuviera allí le pareciera lo más conveniente del mundo.

El imponente licántropo encabezaba un serio grupo de cuatro personas que no parecían estar disfrutando tanto de su situación como ella. Se encontraban frente a la vieja cabaña del consejo, arrodillados sobre la húmeda hierba mientras sus dos captores sostenían sus hombros con fuerza.

—Si no me equivoco, esta es la vieja Tutsi, ¿no es así? ¿Acaso nunca aprendes? La última vez tuviste suerte de la piedad del alfa, pero parece que las malas hierbas hay que arrancarlas de raíz. El nuevo alfa no tendrá tanta clemencia.

La mujer gruñó.

—Debo suponer que tú eres el nuevo alfa, ¿no? —Habló con amargura.

Koda volvió a sonreír con autosuficiencia.

—Soy el más indicado para el puesto, dada la situación.

—Le advertí a Valentina que eras una sabandija ambiciosa, pero nunca me imaginé que llegarías a estos límites.

El hombre rio sarcásticamente.

—¿Límites? Valentina Carvajal es una traidora.

—Valentina Carvajal ha encontrado a su pareja predestinada.

—¡Es un humano! No hay manera de que sean verdaderamente una pareja unida por las estrellas. —Habló Artemis por primera vez.

Kato asintió satisfecho por el apoyo de la mujer.

Juliana miraba el intercambio con frustración, aquellos desconocidos estaban hablando de ella como si no estuviera presente, juzgando su vida como si fuera demasiado insignificante para formar parte de la conversación.

—Mi padre era un lobo. —Espetó.

Todos quedaron en silencio y le prestaron atención por primera vez, como si estuvieran sorprendidos de que pudiera hablar.

—¿Cómo dices, muchacha? —Preguntó la mujer loba.

—No soy completamente humana, mi padre era uno de ustedes.

El rostro de Koda palideció y Tutsi la miró sorprendida, al igual que el resto de los miembros del consejo.

—¡Eso lo cambia todo! Valentina no es una traidora, porque la chica no es completamente humana. No le ha desvelado nuestra existencia al enemigo, porque ella ya sabía de nosotros. Habló la anciana.

Kato, Artemis y Logan se miraron entre ellos, sopesando las palabras de la mujer. Un brillo de esperanza se encendió en los ojos de Juliana. Koda se encargó de apagarlo.

—¡Eso no cambia nada! —Exclamó el lobo. —El padre de esta chica era otro traidor, ella no es uno de los nuestros. El delito es el mismo.

Juliana se revolvió y su agarre se intensificó.

—¿¡Qué tan malo es lo que Valentina ha hecho!? ¡Me ha marcado, ¿y qué?! Ella me ama, y yo la amo, ¿qué hay de malo en...

—¡Basta!

El rugido de Koda interrumpió el desesperado discurso de Juliana.

—La ejecución se adelantará. Llamen a la manada y tráiganlas.

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