—Valentina, tienes que venir. Ahora.
Lexa sonaba realmente seria, y eso nunca era buena señal. Valentina miró a Juliana, que descansaba plácidamente sobre su pecho y frunció el ceño. Lo último que quería en aquellos momentos era separarse de su recién estrenada compañera.
—¿Qué pasa, Lexa?
—La manada sabe lo de Juliana.
El color desapareció del rostro de Valentina mientras el móvil resbalaba de entre sus dedos. Cayó sobre el colchón, la voz de Lexa aún se escuchaba al otro lado de la línea, pero Valentina no podía contestar. Su mente parecía haberse apagado, mientras un centenar de escenarios catastróficos iban sucediéndose en su cabeza. En todos ellos, Juliana resultaba herida. Gruñó, no lo permitiría. Nunca. Valentina se levantó de un salto de la cama, despertando a Juliana.
—¿Valentina? ¿Qué pasa? —Preguntó confundida y adormilada, frotándose un ojo con la mano en puño.
En otro momento, Valentina se habría detenido a apreciar lo jodidamente adorable que era su compañera así, con el aspecto desaliñado propio de las personas bien folladas, pero no tenía tiempo para eso.
—Juliana, levanta. Vístete.
—Pero ¿qué pasa?
—Solo hazlo. Voy a hablar con tu madre, se va ahora mismo.
Valentina salió de la habitación sin esperar respuesta de su compañera, sintiendo su corazón latir a mil por hora y la ansiedad creciendo en su interior. Sus manos temblaban y sus ojos ardían. ¿Cómo se habrían enterado? La rabia invadió su cuerpo, alguien le había seguido. Se encargaría de eso en cuanto se asegurase de que Juliana y su madre estarían a salvo.
Por suerte, la mujer no se había marchado, estaba sentada tranquilamente en el sofá, leyendo un libro de páginas amarillentas que parecía bastante desgastado por el uso. Quizá se habría dignado a avergonzarse por haber reducido a su hija a un manojo de gemidos con ella aún en la casa si el nudo en su estómago no hubiera crecido, ella también estaba en peligro. La mujer era sorprendentemente parecida a Juliana, con el cabello negro como la noche cayendo suelto sobre su delgado hombro, los pómulos levantados y las mejillas algo rellenas, haciéndola ver más joven de lo que era. Sus pestañas eran largas y sus ojos menudos y del color del café recién tostado. En una ocasión, Juliana le dijo que se llamaba Guadalupe.
La mujer alzó la vista del libro en cuanto escuchó los apresurados pasos de Valentina bajar las escaleras. Cuando vio el rostro descompuesto en preocupación de la ojiazul, supo que algo iba mal.
—Señora Valdés, tiene que llevarse a Juliana lejos de aquí. —Anunció Valentina apresuradamente, nada más puso un pie en el salón.
La mujer se levantó automáticamente del asiento y la miró con el ceño fruncido.
—¿Qué ha pasado?
—Mi manada ha descubierto que mi compañera es un humano. Tiene que huir con Juliana lo más lejos posible. Tomen lo imprescindible y márchense cuanto antes.
—Se acaban de enlazar, eso las destrozará.
—Necesito ponerla a salvo.
Guadalupe asintió ante el afligido tono de Valentina. Sin decir nada más, salió del salón dispuesta a hacer las maletas.
Valentina también se puso en marcha, corrió hasta su moto y arrancó, sintiendo una gran bola de plomo instaurándose en su pecho. Se estaba separando de Juliana, y dolía, dolía como si le estuvieran arrancando una extremidad de cuajo. Se obligó a retener las lágrimas, no era momento de llorar.
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Alpha's Owner | ✓
Romance˗ˏˋ 𝐉𝐔𝐋𝐈𝐀𝐍𝐓𝐈𝐍𝐀 ˎˊ- 𝐀𝐎| ❝¿Puede un humano entender los sentimientos de un lobo que ha encontrado a su alma gemela? ¿Puede una manada aceptar una unión poco convencional? Quizá no todo es lo que parece, y el pasado siempre vuelve para mord...