[19] Larga distancia.

139 31 9
                                    


—Nuevamente, muchas gracias por permitirle estar una hora más de lo usual —dijo Sabine, observando al pequeño rubio que ya estaba dormido entre los brazos de su guardaespaldas— Ambos disfrutaron mucho el día de hoy.

—Me imagino, señora Dupain-Cheng —dijo Nathalie— El señor Agreste no tuvo problemas con esto, así que no se preocupe, supongo que la veré el día de mañana nuevamente.

La mujer asintió y permitiendo que su esposo los despidiera, ella subió a donde su hija se encontraba. La mitad de su cuerpo en el sofá y la otra mitad en el suelo, de verdad habían pasado toda la tarde jugando y divirtiéndose con ese juego tan inesperado.

Mientras tanto, Adrien ya estaba entrando a la mansión.

—Llévalo a su habitación —ordenó Nathalie a Gorila— Yo le avisaré al señor y a la señora Agreste que ya está en casa.

El guardaespaldas asintió y caminó con el niño en brazos. Lo depositó en su cama, le quitó la máscara dejándola a un lado de él, pensando que podría incomodarle el sueño y salió de la habitación.

De hecho, Adrien estaba despierto.

Bueno, sí había caído totalmente rendido junto a Marinette. Corrió tanto que las piernas le dolieron, se agitó tanto que sudó más que en aquel día de calor en el parque, y cuando apenas dio la noche, él ya depositaba su cabeza en el hombro de su amiga.

Sin embargo, él no suele tener el sueño pesado como ella.

Se despertó en el instante en que sintió que lo tomaban en brazos, solo observando de reojo como por más que movieron a Marinette, ella no se inmutó. Así que solo le tocó seguir fingiendo que dormía plácidamente.

No tenía ánimos de tomar un baño, pero sí quería un vaso de leche fría, así que le tocaría seguir fingiendo estar dormido.

Bajó de la cama y talló sus ojitos para ir a su armario y sacar una de sus pijamas. Al vestirse, salió con cuidado de su habitación, siempre vigilando que no lo descubrieran.

Una vez en la cocina, encendió las luces y con toda la fuerza que tenía, logró abrir el refrigerador. La mesa que le quedaba muy alta, por eso se sirvió el vaso de leche en el suelo.

—¿Entonces? —Escuchó la voz de su madre— ¿Cuándo nos vamos?

—Dentro de una semana y media, más o menos —contestó— Con suerte, dos semanas.

—¿Ya organizaste todo?

—Así es, nuestra siguiente parada es Suecia, ya puedes ir arreglando las maletas —le dijo— Después de todo, ya resolvimos los tratos con André y Audrey, solo me queda esperar a firmar los papeles, y esa cena que planeó para despedirnos.

Hubo silencio, mientras el pequeño aún trataba de procesar lo que estaba escuchando.

—A Adrien le va a doler dejar París.

—¿Por qué lo dices? —preguntó Gabriel.

—Bueno, en los demás lugares nunca ha entablado una amistad con alguien —le recordó— Nunca se lo hemos permitido, y si lo hizo ahora es porque fue astuto y se infiltró literalmente en la casa de unos desconocidos.

—Es solo una amistad de niños, Emilie —carcajeó, restándole importancia— Dentro de dos meses no se acordará ni del nombre de la chiquilla. Además, nos conviene irnos más pronto por esa razón, no es bueno que viva aferrado a las cosas, hay que enseñarle que nada es permanente.

—En eso tienes razón, pero... no lo sé —suspiró— Sé que le dolerá, pero no hay de otra, mientras tiene lo que le resta de Mayo para seguir jugando con Marinette.

The scary little kids [MLB] MAYO MARICHAT.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora