[18] Pokémon.

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Marinette iba tomada de la mano de su madre por las calles parisinas.

Otro día más en el que debía ir al colegio, esta vez ninguna de sus excusas funcionaron, por más que intentó hacer lo posible por no pisar aquellos salones llenos de miradas frías de sus compañeros, su madre la obligó a ir.

Lo único bueno es que podía pasar el camino tomada de la mano de su madre, pensando en que ese día volvería a ver a Adrien.

Pero hubo algo diferente en ese día. Usualmente el señor Ramier ya estaba alimentando a los pichones, los viejitos paseaban a sus mascotas y los jóvenes corrían jugando entre ellos, pero esa mañana, habían muchas más personas.

Un empujón la hizo tambalear.

—¡Oye! —se quejó, mirando a la persona que lo había hecho.

Era un chico mucho más grande que ella, su vista estaba posada en el celular al caminar y ni una disculpa dijo.

—¿Qué le pasa? —preguntó Marinette a su madre, quien la sostuvo entre sus brazos para asegurarse de que estuviera bien— No me pidió perdón.

—Estaba embobado con su celular —susurró Sabine con molestia— Así es el mundo, cielo. Una vez enfrascados en un aparato tecnológico, olvidan todo lo que hay fuera de él.

—Oh, vaya —musitó, volviendo a caminar— Pues yo nunca quiero uno.

—Ya tienes uno, Marinette —sonrió su madre— La televisión es un aparato tecnológico.

—¡Pues lo tiro!

—La tecnología no es mala, cielo —le dijo— Todo depende del uso que tú le des. Gracias a la televisión puedes ver lo que pasa en el mundo y los anuncios de las muñecas que tanto te gustan, gracias a los celulares podemos hablar con tu abuela tanto como queramos sin importar la distancia. Lamentablemente, el mundo no ha dado un buen uso de esta herramienta.

—¿Y cómo sería darle un buen uso?

—No estoy completamente segura, cariño —admitió— Pero no importa, no debes preocuparte por eso ahora. Los niños de tu edad no deberían usar tanta tecnología, los encierra en un mundo virtual, ignorando el real.

Marinette sonrió. Sabine dejó un beso en su cabellera y vigiló que entrara a su colegio con bien.

La azabache siguió el mismo camino a través de los pasillos para llegar a su salón, observando cómo todos sus compañeros estaban en la esquina del salón, admirando algo con mucha emoción.

Marinette dejó su mochila en su asiento y avanzó hasta ellos.

—Hola —saludó— ¿Qué están haciendo?

Sin embargo, todos seguían enfrascados en su perfecto círculo, riendo, diciendo cosas incomprensibles y soltando gritos de felicidad.

Marinette frunció su ceño y puso las manos en sus caderas. Era normal que Chloé y sus amigas la ignoraran, pero usualmente nunca estaba todo el salón entero buscando hacerlo. Así que arrastró una silla y se paró en ella, siendo de más alta estatura para los demás.

—¿Y de qué trata el juego? —preguntó Kim.

—¡No te me pegues tanto! —exclamó Chloé— ¡Puedes romperlo! Y estoy segura de que nunca podrías tener el dinero suficiente para pagar los daños.

—Ya, Chloé, no seas sangrona —se quejó Nino— Muéstranos.

—Ugh —La rubia rodó los ojos— Se llama pokemon, se supone que entre nosotros o por donde sea que yo camine, estarán estos animalitos todos raros con poderes distintos y tengo que capturarlos.

The scary little kids [MLB] MAYO MARICHAT.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora