El colegio de Marinette era bastante curioso desde su punto de vista.A veces, tener que ir a la escuela era una completa tortura debido a su intensa forma de ser. Los niños de su edad no solían ir a su paso, y la sensación de que era de alguna forma distinta a los demás le atormentaba día tras día.
No sufría. Realmente no es que el colegio fuera lo peor del mundo. A veces ella optaba por desayunar observando a sus compañeros jugar al futbol, otras veces desayunaba sola en el salón, escuchando a su maestra cantar y preparar los materiales para la siguiente actividad.
Otras veces, cuando tenía mucha suerte y había un día muy soleado y agradable, las niñas solían invitarla a juntarse con ellas. Por eso a Marinette siempre le gustaba estar preparada y llevar alguno que otro bocadillo de más para compartir.
La tarde anterior había sido muy exhausta, pero no podía decirle a sus padres que hacer croissants con Adrien y luego comerlos viendo una película de acción infantil la cansó, pues ellos podrían hacer que no se vieran durante los días de clase y eso sería una completa tortura.
Marinette no soportaría estar más de un día sin ver a Chat Noir.
Y quizás, debido a los croissants que traía de más, se le ocurrió que podría acercarse a sus amigas y desayunar con ellas, de todas formas, el día se sentía un poco apagado a comparación de los anteriores, y esperar hasta la tarde solo para poder disfrutar la compañía de aquel rubio era mucho tiempo.
Así que tomó su lunch y observó al grupo de niñas sentadas en círculo en el pasto verde y húmedo del colegio. Todas reían y se compartían de lo que traían de desayunar, parecían disfrutar mucho de ese recreo en específico.
Marinette caminó hacia ellas, extendiendo su sonrisa para que pensaran que aceptarla ahí con ellas todos los días podía ser algo bueno, sin embargo, al momento de hacerse un espacio en el lugar, ella notó el radical cambio de ambiente.
El silencio se adueñó del lugar, las risas cesaron y todas las miradas se posaron sobre ella.
—Hola —saludó la azabache, moviendo su cabeza— ¿De qué hablaban?
—De nada —susurró Mylenne, mirando su desayuno.
—Pero, se estaban riendo —dijo Marinette, esperando una respuesta por lo menos de forma física, aunque realmente nada sucedió.
Todas las niñas se mantuvieron en silencio, volviendo a saborear sus alimentos e intercambiando miradas que decían más que mil palabras. La azabache prefirió olvidar el tema, después de todo, no era la primera vez que alguien le decía "nada" cuando ella sabía que sí había algo, aunque usualmente eso lo hacían los adultos, no las niñas de su edad.
Sacó las frutas cortadas que su madre con amor y cariño, le cortó, teniendo que levantarse temprano para que estuvieran frescas y deliciosas para su única hija. Miró de lejos a los niños jugando fútbol, teniendo quizás ganas de unírseles un rato, después de todo, sentía la necesidad de mover su cuerpo.
En poco tiempo, sus compañeras terminaron de comer.
—Vámonos —dijo Sabrina, haciendo que todas las niñas guardaran sus alimentos y se pusieran de pie.
Al instante, Marinette hizo lo mismo, dispuesta a seguirlas, sin embargo la voz de otra de ellas la detuvo.
—Tú no estás invitada, Marinette —dijo Chloé.
La azabache detuvo sus rápidos movimientos por guardar lo que restaba del lunch, se quedó quieta ante las frías palabras y crueles miradas que aquellas niñas le lanzaban.
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The scary little kids [MLB] MAYO MARICHAT.
FanfictionEs común que los niños aprendan más de la experiencia que de la teoría. Dirán mentiras sin saber que lo hacen, sentirán tristeza expresándolo en lágrimas y reirán con gozo, dejándose llevar por aquello llamado: felicidad. Chat Noir; decía llamarse a...