[23] Rescate.

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Veían la televisión sin ningún tipo de ánimo.

Recargaban sus codos en sus rodillas y sus ojos se cerraban del aburrimiento. Ya no tenían nada que jugar, habían ideado mil y un días que usaron durante todo el mes, y parecía que no importaba realmente que tanto intentaran, ya no había más que pudieran hacer.

Marinette suspiró, miró por la ventana y sintió la increíble necesidad de gritarle a los cuatro viento que le mandaran algo para poder divertirse.

—¿Y si bajamos a la panadería? —preguntó Adrien— Tus padres son muy buenos conmigo.

—Es que ahí solo nos pondrían a trabajar —susurró.

—¿Y no te gusta?

—Depende de cuánto gane.

—¿Tus papás te pagan por trabajar en la panadería? —preguntó sorprendido.

—No con dinero, lo hacen usualmente don dulces, chocolates o más tela para mis muñecas —explicó, a lo que el niño asintió, comprendiendo— ¿A ti te gusta trabajar?

—Bueno, ayer antes de ir a buscarte estuvimos mucho tiempo divirtiéndonos mientras atendíamos a los clientes —sonrió— Así que digamos que sí me gustó, solo que no lo disfruté demasiado porque no estabas tú.

La niña estiró sus labios hacia arriba.

—Oye, Chat Noir —susurró, bajando la mirada y sintiendo cómo sus mejillas se tornaban rosadas— Hace unos días... cuando jugábamos a los piratas que iban en busca del tesoro, y yo encontré ese espejo, tú... ¿Querías decirme que yo soy tu tesoro?

El pequeño abrió sus ojos sorprendido. Realmente no esperaba que su amiga volviera a tocar ese tema, pues fue un juego de un día, como cualquier otro. La diferencia es que él había aprovechado ese juego para demostrarle algo importante para él.

—Bueno —empezó a decir, rascando la parte trasera de su cuello— Para mi las amistades son difíciles y aún estoy aprendiendo cómo manejarlas. Al proponerte la idea de jugar a los piratas e investigar sobre ello, descubrí que los tesoros son cosas que tienen mucho valor y tú tienes mucho valor para mí... supongo que eso quise decirte.

El rostro de la azabache se iluminó. Se acercó lentamente a él y lo tomó de la mano.

—Vamos con mis papás —le dijo, con esa hermosa sonrisa que lo cautivaba a cómo los días pasaban.

Bajaron las escaleras y se detuvieron en la entrada. Había una gran cantidad de personas que creyeron que algo malo pudo haber pasado.

—Mamá —dijo Marinette— Estamos aburridos.

—Permíteme un segundo cariño —pidió, volviendo a dirigirse al cliente— Claro, mi esposo le cobrará —¿Qué es lo que necesitan? —preguntó antes de volver a ver a su hija— ¿Y si ven una película? —Se giró en el instante en que otro cliente se presentó— Aquí está su pedido —sonrió, para ver a Marinette una última vez— Es que ahora estoy un poco ocupadita.

—No hay nada que hacer —se quejó Adrien esta vez— Queríamos ver si podíamos ayudar.

—Lo que pasa es que no creo que puedan con tanta presión —carcajeó Tom suavemente.

La campanilla de la panadería sonaba una y otra vez. Marinette bajó la cabeza aún tomando la mano de su amigo.

—¿Estará Gorila cerca? —preguntó Sabine.

—No lo sé —susurró Adrien— ¿Por qué?

—Puedo darles dinero y así pueden ir al parque.

—Es que Gorila siempre se va... —empezó a decir el pequeño rubio antes de que Marinette cubriera su boca.

The scary little kids [MLB] MAYO MARICHAT.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora