El océano

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*No olviden escuchar la canción de este capítulo.*

La caída monótona de las olas en la playa, que en su mayor parte calmó a sus pensamientos, parecía reconfortante

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La caída monótona de las olas en la playa, que en su mayor parte calmó a sus pensamientos, parecía reconfortante.
-Virginia Woolf.

El hombre de modales formales deposita un beso en mi mano, sonriendo coqueto y alzando la vista para verle sus ojos oscuros.

Intenta distinguirse como un sujeto encantador con ese halago pero solo queda como un petulante hombre que se sabe atractivo.

Uno al que ya conocía.

-Un placer volver a verla, Miss Colvin.

-¿Si me recuerda, Señor Spencer?

-Usted no es una persona fácil de olvidar, señorita. Soy un admirador de su trabajo en el Gotham, la profesionalidad que la caracteriza le precede y bueno, debo admitir que sentía empatía por sus palabras.

-Me halaga que conozca mi trabajo -respondo honestamente-. Durante años seguí su trayectoria en la política, y admiración es lo mínimo que siento por sus logros.

Niega, levantando el pecho orgulloso.

-Un largo camino que aún no termina. Por eso estoy aquí, para hablar con su esposo.

Extrañada, entrecierra los ojos.

-¿Con el señor Puzo? -una risa sarcástica escapa de mis labios, denotando mi estado de ánimo-. Tantos años intentando terminar con la mafia y al final termino uniéndose, señor Spencer.

Al hombre se le marca una leve arruga en el ojo izquierdo y contrae la barbilla.

-¡Elizabeth! -escucho a la distancia-¡No lo puedo creer! ¡De verdad eres tú!

Esa voz que resuena en la sala provoca un temblor en mis manos y aterrada distingo como esa mujer de melena corta se acerca a mi. El vestido largo le llega a los tobillos y un sombrero cubre su rostro con elegancia.

Es tan diferente a como la recuerdo pero aún así parece que veo a la misma Charlotte de chaqueta de cuero y lentes oscuros que acudía a mi encuentro.

Me rodea con sus brazos y escucho su voz entrecortada acompañando a las lágrimas que caen por sus mejillas.

-No puedo creer que estés aquí conmigo. Creí que jamás volvería a verte -dice entre su abrazo, acariciando mi cabello-¡Dios mío Liz! ¡No me lo puedo creer! ¡No puedo!

-¿Charlotte?

Me asfixia su entusiasmo y aunque yo también me regocijo con verle no puedo evitar sentirme confundida.

-Señoritas, debo dejarles. Me esperan.

Desinteresada, Charlotte le despide con una mano.

-Si, si, haga lo que deba -me sostiene de las mejillas, estrujandolas-.No sabes cuanto extrañe ese rojizo melocotón que se hace en tus mejillas. ¿Estabas llorando?

Quimera [Vittorio Puzo/Elizabeth Colvin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora