Lanzarote y Arturo

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*No olviden escuchar la canción de este capítulo*

"Me he dado cuenta de que hay algo increíblemente honesto sobre los árboles en invierno, en cómo son expertos en dejar ir"

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"Me he dado cuenta de que hay algo increíblemente honesto sobre los árboles en invierno, en cómo son expertos en dejar ir".
-Jeffrey McDaniel. 🌹


—¿Señorita Elizabeth? —dice el viejo mayordomo de Charlotte.

El hombre apenas si ha cambiado y solo los cabellos blancos platinados dejan ver los años que han pasado desde la última vez que lo vi: aquel día que me cerró la puerta en el rostro cuando ella se había rehusado a verme.

Sé que él también lo recuerda pero ahora me abre la puerta sin mirarme a los ojos.

Lo que puede lograr un simple apellido unido al nombre.

—¡Charlotte! —le detengo en su ascenso y determinada me acercó al gran recibidor solitario.

—¿Liz? —pregunta confundida—Pero ¿Que haces aquí? ¿Venías detrás mío?

Baja los escalones, entregando las flores a su criada y acercándose a mi sonriendo.

—¿Qué pasa? ¿Por qué tienes esa cara?

Mis ojos la siguen en cada movimiento y después de que el silencio se convirtió en una horrible nube de ansiedad y reproche, arrojó la placa de policía al piso.

Se tambalea, chocando con los zapatos importados de su dueña que se ha quedado sin palabras, abriendo los labios y tomando aire. Parece asustada, con la piel azulada causa de la hiperventilación.

—¿Qué es...?

—Sabes bien que es. —intervengo—. ¿Qué mierda hacia él contigo?

—No, yo no sé.

—No me mientas. —exclamo furiosa—No te atrevas. Ese hombre estaba contigo. Tú llevaste a la policía.

Charlotte desvía la mirada una vez más, abrazándose con ambas manos y encorvando la espalda. Las lágrimas caen por sus mejillas como cascadas y el puchero ha descompuesto su sonrisa.

Derrotada, deja que la tristeza la domine.

—Perdóname. —suplica—Por favor, perdóname. Me han dicho que debía.

—¿Quién te ha dicho? ¿Spencer?

Asiente, cerrando los ojos.

—¿Por qué? ¡Charlotte, él es...!

—¡No! ¡Me niego a creer eso!  —sus bellos ojos avellanas se han apagado cuando me toma de las manos—. Él no puede ser así, Liz. Es un buen hombre. Debe ser un error.

—¡No lo es! ¡Es un maldito enfermo que mantiene cautiva a mujeres!

—Puede ser un error. Mi padre debe estar detrás de esto, él no quiere que yo sea feliz y seguramente debió inculparlo.

Quimera [Vittorio Puzo/Elizabeth Colvin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora