Capítulo 10: Momentum

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Suavemente flexiona su cuerpo para colocar de forma delicada al chico sobre el sofá de su sala, de esta forma se detendría por fin a pensar qué era lo que había hecho y qué era lo que debía hacer a partir de allí. Mientras lo recuesta con suavidad, nota como densas gotas de agua provenientes de su cabello comienzan a mojar el rostro del chico que cuidadosamente dejaba en ese lugar y del cual estaba realmente cerca, a pocos centímetros quizás, así que se percata de que ambos se encuentran empapados y que en esa condición sería muy difícil que cualquier persona pudiera sentirse mejor.

Justo en el momento en el que va a separarse de él, escucha que de los labios de aquel desconocido intentaba salir algún tipo de sonido que aparentemente no tenía sentido pero que parecía más bien parte del delirio ocasionado por la fiebre. Esto definitivamente había captado su atención haciéndole enfocar su mirada justo sobre el rostro del chico. Solo se había cruzado con ese chico unas pocas veces durante toda su vida pero de alguna forma ya había conocido su cálida sonrisa, ya se había encantado de su dulce voz, y para ese momento ya había quedado enganchado por algo más.

Dentro de la oscuridad de esa sala en donde solo la tenue luz de una lámpara sobre la mesita de té podía alumbrar, sus ojos habían comenzado a apreciar de forma inconsciente y tal vez inocente y sin pedir permiso a su mente, la hermosa piel que de forma casi artesanal adornaba el rostro del desconocido y que a diferencia de la suya, pálida y fría, de cierto modo esta parecía que había sido besada por el sol como un obsequio porque su sutil color dorado le era sin duda distinto pero delicado, sutil pero hermoso.

Solo pocos segundos fueron suficientes para hacerle sentir la necesidad de tocarlo, era una sensación que le generaba ansiedad y angustia debido a que por su mente tan correcta, jamás se habría permitido sentir algo como eso, pero en esta ocasión todos estos acontecimientos habían comenzado a partir de un acto de locura propio, así que por qué no continuar con ello, además en ese instante ni siquiera había nadie que pudiera juzgarlo o acusarlo porque hasta el propio chico se encontraba aun en un mal estado como para percatarse de lo que sucedía a su alrededor.

Cómo podría no sentirse tentado a tocarlo si dentro de él ya había comenzado a experimentar un sinfín de sensaciones que eran absolutamente desconocidas y que no necesariamente eran ocasionadas por aquel extraño que tenía frente a él, pero que ciertamente este tenía mucho que ver en todo eso, por lo que aun con su cuerpo encorvado para poder tener más cerca al chico, extiende su mano y ni siquiera se atreve a tocar el rostro de aquél de forma directa, así que con el dorso de la misma, y muy ligeramente siembra una caricia en su mejilla y de forma inconsciente cierra sus ojos.

Solo puede maravillarse ante el tacto sereno de su piel contra la piel del chico, para luego volver en sí, al percibir que la temperatura que éste estaba emanando de su cuerpo era mucho mayor de lo normal, cosa que comenzaba a preocuparle a pesar de que egoístamente solo se estaba dejando llevar por las condiciones que lo rodeaban en ese instante, así que decide separarse de él, no sin antes mover algunos mechones de cabello empapado que cubrían el rostro sosegado de aquel visitante casual.

Corrió hasta su habitación para cambiarse la ropa que hacía rato le estaba generando demasiado frio como para permanecer con ella por más tiempo y buscar algunas mantas y algunas otras cosas que sabía que iba a necesitar para atender a su ahora invitado y poder al menos conseguir que este volviera en sí y bajar un poco su fiebre para poder llevarlo a algún centro de atención lo antes posible.

Al volver nuevamente a la sala para encargarse del chico, se encuentra de nuevo en un dilema de esos de los que ya se le hacían frecuentes desde que todo esto había comenzado y que lo hacían sentir frustrado constantemente, él sabía que lo más razonable en aquel momento era quitarle la fría y humedecida ropa que la lluvia se había encargado de decorar fehacientemente, pero esto era algo que no se atrevía a hacer por respeto y mucho más porque este era un desconocido, aunque posiblemente no tan desconocido si había decidido llevarlo a su casa, y que pensando en el otro, no a cualquiera le gustaría encontrarse en un lugar que no conoce y sin ropa. Aun así, sabía que era seguro que si el chico permanecía de esa forma, su fiebre empeoraría y no lograría recuperarse pronto para que pudiera irse de su casa.

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