Capitulo 22 Parte II: Beginning

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Como si de inexpertos adolescentes se tratara, ninguno de los dos se habían visto a los ojos aún, tal vez el sentirse expuestos de la forma más mundana les hacía sentir un tanto vulnerables, por lo que aunque no tuviesen ningún tipo de arrepentimientos respecto a lo que sucedía, Taekwoon definitivamente comenzaba a sentir una lucha entre su inseguridad que le repetía de forma constante que no podía amar a alguien, y el ferviente deseo que el chico de piel canela le producía.

En el momento en que Hakyeon pudo sentir que Taekwoon comenzaba a dudar, supo de forma inmediata que era su momento de actuar, si de algo estaba seguro era de que luego ambos se arrepentirían más si las cosas quedaran hasta ese punto.

Ante la sorpresiva mirada de Taekwoon, el más bajo se levanta de la cama y queda sentado sobre ésta mientras lo mira inconmoviblemente, tal vez éste buscaba alguna lectura en los ojos de su compañero la cual aparentemente consiguió, porque sin dejar pasar muchos segundos le obsequió una sonrisa ladeada la cual era difícil de interpretar, porque no podría decirse que era una sonrisa de simple alegría, sino que también escondía algo más, picardía tal vez.

Las afables manos de Hakyeon ahora eran las directoras de esta orquesta que comenzaba ejecutar su cálida música, las posó sobre los hombros de Taekwoon para irlo llevando preciosamente hasta estar recostado por completo sobre su espalda mientras su propio cuerpo se inclinaba sobre él. La respiración se hacía corta y poco profunda, como si faltara el aire, como aquel que corre una carrera con su mirada puesta en el objetivo y este le está sonriendo frente a él. Comienza a besarlo desesperadamente, Taekwoon aun parece asombrado más no inmóvil.

Cada roce se transformaba en un reiterado laberinto. Sus dedos simulaban desconocer la salida para permanecer, por un tiempo más extenso, sobre la piel del contrario, consiguiendo como recompensa algunas descargas vibrantes en ciertos puntos de sus cuerpos.

El cuerpo de Hakyeon parece frágil, aun así decidido, mira como sus manos toman a cada paso la decisión de moverse y empiezan a buscar complacer deseos que salen de la boca de su compañero quien inquietante exige ser tocado. Casi etéreo se devela ante él el perfecto cuerpo del contrario, sin barreras, sin reservas, que despierta hasta con el simple contacto del aire, irguiéndose súbitamente, atrevido y provocador.

Hakyeon le mira fijamente, sus manos bajan danzantes en búsqueda de conocerlo más, siente la irresistible necesidad de tocarlo, mientras el contrario contrae y aprieta sus muslos porque ahora el universo entero se concentra en ese punto, es una sensación tan intensa que podría ser comparada con el dolor. Aun así sus miradas no se apartan, como exigiéndose entre ellas más atención. Mientras lo hacen, y al lento ritmo del ceremonial, sus piernas se abren levemente sobre él mientras se inclina para seguir besándolo.


El pálido cuerpo de Taekwoon destaca ahora con la nitidez del oscuro fondo, por eso al ritmo de las sombras aún pueden ver la imagen del otro reflejada sobre la suya propia.

Hakyeon, quien acostumbrado a vivir y experimentar todas las sensaciones posibles para un ser humano, había acordado consigo mismo que esa madrugada se las haría vivir a quien con tanto deseo quería poseer y de la misma forma en que comenzaría cualquiera de sus mágicas rutinas de baile, concentrado, preparado para darlo todo y precedido por un acumulado de emociones que canalizaba en sus limpias expresiones artísticas, fue creando de forma prodigiosa el baile de su vida en brazos de quien había comenzado a amar, pero no tanto, a desear, pero con premura, aun ajeno a sus propios y reales sentimientos que eran más profundos.

En aquella habitación de pronto había luz, porque el tiempo avanzaba ignorante del deseo de quienes ahora eran uno, y la mañana se acercó de forma súbita y rápida, curiosa por mirar a aquellos amanten en su mística danza. Quizás su luz podría haberle quitado algo de encanto al acontecimiento porque su incandescencia podría traerlos a la realidad de la que habían decidido escapar entre besos y caricias torpes, pero a diferencia de eso, parecían alentados a seguir conociéndose el uno al otro, como si fuera la primera vez, pero también la última. Aun con la fría mañana, no necesitaban otro abrigo más que sus propias pieles. No hubo espacio en aquellos cuerpos que no haya sido explorado, porque ambos necesitaban reconocerse al otro aun si la eternidad los separaba. Habían comprendido que, aunque sonara a cuento de niños, definitivamente existía algo llamado completo, porque era imposible ponerle otro nombre al hecho de sentir que alguien podía llenar todo ese vacío en cada espíritu y amoldarse de forma tan perfecta, casi confeccionada con anterioridad, a ambos cuerpos.

Luego de varias horas aparta su mirada de Hakyeon, quien reposaba sobre él. Mira el reloj en la pared, ese que envejecido tenía por costumbre atormentar puntualmente a un desesperado Taekwoon.

6:00am

Por primera vez, en mucho tiempo, la hora por fin estaba completa.

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