Solo la imagen de la puerta cerrada tras él era lo único que rondaba en su cabeza hasta ese momento en que comenzó a pensar en lo drástico que le parecía lo que acababa de ocurrir, pero de lo cual sabía que era muy posible que pasara después de todo, solo que por un momento había perdido la razón e imaginó que las cosas podrían ser diferentes, pero estaba equivocado una vez más.
Hakyeon era el tipo de persona optimista, de esos que aunque le pasen miles de cosas malas siempre intentaba tener una sonrisa en su rostro porque esa confianza que expedía era el legado que su madre le había dado quien siempre le había dicho que ante cualquier cosa él debía mostrar seguridad y confianza, que solo así podría ganar los corazones de las personas, confiando en sus habilidades, en su capacidad para hacer las cosas pero sobre todo en su optimismo y perseverancia, su madre sabía que llegaría lejos por eso nunca cortó sus alas sino que le dejó ir en busca de sus sueños y esto era lo que le había permitido alcanzar muchas cosas y estar firme ante muchas circunstancias.
Solo habían pasado unos cuantos meses, ya casi un año quizás, desde que llegó a esa gran ciudad y se estableció en un apartamento que estaba cercano a la academia donde estudiaba danza contemporánea y que compartía con un chico que había conocido en la estación del tren el día de su llegada, donde ocurrió un pequeño accidente, y ahora era su gran amigo Kim Won Sik, o como le gustaba llamarlo a veces, Ravi.
Vivir en esa gran ciudad donde estaba prácticamente solo no le había sido fácil en lo absoluto, pero definitivamente su sueño era mucho más grande que cualquier adversidad que pudiera presentarse en su camino, además, él siempre había conseguido la forma de pasar su poco tiempo libre haciendo alguna actividad que le permitiera relajarse, así que su vida en ese momento era bastante tranquila, exceptuando lo que tenía que ver con el baile que en los últimos meses había logrado sacar lo peor de él por no sentirse conforme con los resultados que estaba obteniendo por lo que se exigía más y más cada día hasta el punto de lastimarse a sí mismo en el proceso si era necesario, pero tenía que ser el mejor. El peso de la responsabilidad que esto le acarreaba a veces era demasiado fuerte, se repetía cada día que solo aquellos que van por el camino escabroso luego pueden disfrutar mejor el triunfo a diferencia de los que van por el camino fácil, que acostumbrados a "triunfar" no aprendían a valorar lo que hacen y por lo tanto no valoran el trabajo de los demás. Era demasiada presión sobre él, día tras día, la misma historia.
Habían pasado algunos minutos desde que salió de la casa de Taekwoon, y aun sin moverse de ese lugar, con la puerta cerrada a sus espaldas, viene a él el recuerdo de la primera vez en que vio a aquel chico del cual ahora se sentía completamente encantado. Había sido una mañana de esas calurosas de verano donde por más que ensayara en aquel solitario salón, era vencido por el calor, el dolor y unas cuantas lágrimas de frustración, así que había decidido tomar aire para tratar de ordenar sus pensamientos.
En ese delirante recuerdo, el cual no se podía saber si era grato o tal vez amargo, viene la imagen precisa de encontrarse sentado en el pequeño banco del parque que estaba frente al estudio, mirando al cielo, tomando aire y tratando de relajarse, hasta el momento en que algo habría de captar completamente su atención. Frente a él, justo en la calle donde se encuentra el estudio, se erige la silueta de un chico alto, de piel blanca inmaculada, con el cabello negro azabache y un tanto corpulento en comparación con Hakyeon, este se había detenido por unos segundos mientras parecía que observara por el vidrio dentro del salón vacío, pero que en realidad solo estaba viendo su propio reflejo en el mismo. Su rostro lucía pálido y desencajado, desde donde Hakyeon estaba no podía ver afinadamente lo que estaba haciendo, pero daba la apariencia de encontrarse en una mala situación, sobre todo en el momento en que este chico había colocado su mano contra el vidrio para apoyarse como si en cualquier momento fuera a desfallecer en aquel lugar, a lo cual Hakyeon al sentirse sobresaltado hizo algo semejante a algún movimiento para dirigirse a él y ayudarlo pero en el momento en que se dirigía este simplemente se esfumó como si del viento se tratara.
Una sonrisa melancólica sale del rostro de Hakyeon al recordar esa escena, ese había sido el momento crucial en el cual su mente había capturado a través de las imágenes la esencia de aquel chico quien en un principio le dio curiosidad pero que también lo hizo sentir preocupado y que por cosas de la vida que siempre se encarga de ir poniendo pruebas, volvió a conseguir más adelante pasando por esa misma calle pero jamás se atrevió a cruzar palabra con él, solo lo observaba en silencio, nunca veía alegría en su rostro y esto de alguna manera comenzaba a afectarlo directamente, no se explicaba por qué estaba de alguna forma somatizando los sentimientos que posiblemente aquel chico desconocido estaba sintiendo, pero la verdad es que con el tiempo las cosas habían pasado de ser una simple preocupación a convertirse en algo más...
Se escapa un remedo de sollozo en el instante en que recuerda que sin conocer a Taekwoon ya lo había visto entrar en crisis en varias oportunidades y él no había podido ni siquiera acercársele por miedo, un miedo que no tenía fundamento porque bien era cierto que él era un chico bastante relajado y amigable pero tal vez al sentirse involucrado sentimentalmente con un desconocido le había generado temor por lo que pudiera ocurrir si eso continuaba, así que prefería estar siempre un paso detrás de él sin atreverse a nada más y sintiéndose compensado solo con permitirse mirarlo.
Los seres humanos somos tan imperfectos que nos creamos historias en nuestra mente y amamos creer en ellas como quien cree en cuentos de hadas con la esperanza de que se harán realidad o que la vida será generosa y les regalará un poco de esa perfecta fantasía que siempre termina con un final feliz y en el cual, luego de superado el gravísimo problema, ya no existen más en toda la vida. Pero lamentablemente en nuestra imperfección caemos en los juegos habilidosos del destino que siempre se va a empeñar en hacernos pasar por un espiral de pruebas, emociones y demás cosas con el fin de prepararnos para nuestra perfecta historia de hadas con la esperanza de que alcancemos la felicidad.
Hakyeon había conseguido la magistral fórmula para conocer a un desconocido a través del silencio, porque de esa manera había aprendido a conocer a Taekwoon, con disimuladas miradas que atravesaban espacios y guardaban retratos en su memoria haciendo un álbum con ellas y agregando emociones a cada una. Ahora que había logrado alcanzarlo, no quería desistir de esa infructuosa pero inocente idea de llegar a entrar en su impasible corazón y envolverlo cálidamente para siempre.
La alarma de su reloj suena incesantemente, alertando a Hakyeon que su próxima práctica estaba por comenzar, así que sin más, corrió hasta el estudio que quedaba cercano a la casa de Taekwoon, ingresó en él y comenzó su acostumbrada práctica.
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Someday
FanfictionÉl estaba perdido entre las sombras, ajeno a la mirada carismática de quien ya había empezado a amarlo. Una historia para recordar o para olvidar