✩𝐂𝐚𝐩. 13✩

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18 de mayo, 2943

Nick vuelve a tirarme en el suelo.
Suspiro levantándome otra vez.

—Oye Ellie, creo que deberías descansar.

—No. Estoy bien, ya he descansado mucho —replico.

Él asiente en modo de respuesta y vuelve a su posición.
Ya no me sorprendo cuando vuelvo a caer en el suelo, perdiendo otra vez.

De verdad que pongo todas mis fuerzas en intentar ganar pero es imposible, y hace unas semanas lo ganaba casi sin problemas. Odio haber empeorado tanto.

Aunque no me importa mucho. La verdad es que ya no me importan nada las clases ni las notas ni nada.

Pensaba que después de lo que me dijo Clayton, algo cambiaría, pero estaba más que equivocada.
Lo bueno es que al menos, ahora puedo aguantar más de tres horas sin llorar. Algo es algo.

Cuando por fin se termina la clase, vamos directos a la siguiente, estoy agotada pero como ahora toca clase de matemáticas y no requiere esfuerzo físico decido ir.

Al entrar, como los grupos se dispersan y somos más de 60 en la clase, algunas personas se acercan a mi, y todas me dicen lo mismo: lo siento por lo de tu madre.
Yo me limito a asentir.

—Todos sacad bolígrafo, vamos a hacer el examen —el profesor habla fuerte para que todos lo escuchemos.

¿Examen? ¿Había un examen? Mierda.
Saco el bolígrafo, que por suerte he traído, y me quedo quieta en la mesa mientras el profesor reparte los papeles.

Cuando tengo la hoja delante me quedo en blanco. Sé que esto lo estudiamos hace unos años y estamos haciendo un pequeño repaso pero simplemente mi mente no colabora y no puedo pensar en nada.

Mierda, nunca me había pasado esto. Y nunca antes había suspendido un examen.

Suspiro cerrando los ojos.

Quiero irme a la habitación. Quiero encerrarme allí y no salir.

Al abrir los ojos, sin pensarlo dos veces me levanto, cojo la hoja y camino hacia la mesa del profesor.

—¿Ya has terminado? —pregunta él, sorprendido.

Niego con la cabeza.

—Lo siento pero no puedo, no me sé nada.

Al principio me mira extrañado pero después su mirada cambia a comprensivo.

—Está bien, no te preocupes. Ha sido una semana dura para ti, ya lo repetirás otro día.

—No, no —odio que me den tratos especiales —ese es el examen que presento y la nota que voy a aceptar.

Él duda unos segundos pero finalmente asiente.

—Bueno, pues puedes irte, tienes una hora libre.

—Gracias —digo en un susurro.

Salgo de la clase y me dirijo a la habitación, al llegar cierro lo puerta, me tiro en la cama y en algún momento me quedo dormida.

El móvil vibra a mi lado por la alarma que he puesto y lo apago de mala gana. Ahora toca clase de tiro.
Salgo de la habitación sin muchos ánimos, no me apetece nada ir a clase, pero ya no tengo excusa.
Ayer mi padre me envió un mensaje diciendo que faltar una semana ya era demasiado y al principio quería ignorarlo pero después pensé que tiene razón.

Bajo por las escaleras para ir directa al jardín, y mientras paso por en medio del campo me siento... observada. La gente me mira mientras murmura cosas y no tengo que ser demasiado lista para darme cuenta de que están hablando de mí.

RayenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora