Obsesión (Parte I)

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«Porque en este mundo nada más les importa, nadie más les importa, sola la obsesión de estar uno junto al otro».

«Porque en este mundo nada más les importa, nadie más les importa, sola la obsesión de estar uno junto al otro»

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Domingo, 3 de marzo de 2024

La libertad era como una gema mágica que ni todo el dinero del mundo podía comprarles a los Orlov, Alek había escapado lejos de ese mundo y aun así nunca se había sentido libre por completo, la sangre y el miedo eran sus cadenas permanentes. Y, en ese último tiempo conociendo a Ethan, se había dado cuenta de que el boss bossov de los Orlov era más esclavo que todos los demás, pues tenía más cadenas que cualquiera; así que jamás imaginó verlo ser tan espontaneo, tan alegre, tan libre... como un ángel caído que recuperaba sus alas por un instante en medio de su penitencia.

Un ángel que danzaba descalzo sobre la arena de la playa, girando y girando bajo la luna y las estrellas, con las vestimentas tradicionales de la nación: pantalones bombachos, camisa blanca de mangas largas holgadas y recogidas en las muñecas por brazaletes anchos dorados, sobre ella un chaleco negro decorado con bordados y un cinturón de tela que marcaba su figura. Vestía como Alek, Yura y todos los desconocidos que bailaban dabke frente al mar, pero se veía más celestial que nadie, al menos a los ojos de Alek así era.

El joven alfa disfrutaba tanto de ese preciado momento que casi olvidaba el miedo de estar en ese lugar pasadas las dos de la mañana, rodeados de desconocidos, mostrando sus rostros y sin protección de nadie, pues él, Ethan y Yura habían escapado de "las sombras". Había sido idea de Yura, Ethan había estado encantado con la idea y Alek los siguió para asegurarse de que volviesen a salvo, aunque estuvo tentado a delatarlos. Sin embargo, ahora sentía que todo por lo que habían pasado para escapar había valido la pena por ver a Ethan Orlov, el despiadado y frio líder de la mafia, danzar como un profesional junto con los lugareños, como si ese fuese el lugar al que pertenecía en realidad. «Muchos pagarían millones por verlo así», pensó agradeciendo a la luna la oportunidad de ser testigo de algo así, hasta llegó a reprocharse el casi haberlos detenido. «Quizás nunca vuelva a ver algo como esto». Lo único que le molestaba era haber perdido su cámara, ahora no podía grabar nada, así que esos momentos solo se conservarían en su cabeza y en la de Yura.

—¿Ahora dejarás de protestar? —dijo Yura—, fuiste muy molesto todo el camino.

—Perdón por querer cuidar de Ethan —respondió Alek con sarcasmo, recordando todo lo que había pasado antes de llegar a ese momento.

—Perdón por querer cuidar de Ethan —respondió Alek con sarcasmo, recordando todo lo que había pasado antes de llegar a ese momento

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Querido SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora