Su destino

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«A menudo encontramos nuestro destino por los caminos que tomamos para evitarlo».

Jean de La Fontaine

Lunes, 4 de marzo de 2024

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Lunes, 4 de marzo de 2024

Sentirse indefenso y vulnerable no era algo que Ethan Orlov pudiese decir que no había experimentado, al contrario, lo hacía muy seguido, como cuando las pesadillas del pasado atormentaban sus noches, cuando las voces de su cabeza lo atormentaban, o cuando su tío lo hacía sentirse insignificante. Conocía el sentimiento, pero esa noche había sido demasiado buena, no quería que se arruinara, pero el miedo lo estaba invadiendo. Estaba solo en ese lugar, entre tanta gente que no distinguía a nadie, no encontraba a Yura ni a Alek; además, varios alfas lo miraban al pasar, es que con su baile había llamado demasiado la atención. No se sentí a salvo, caminaba intentando escapar de las miradas indiscretas y suplicando a la luna que lo ayudara a encontrar a Alek lo más pronto posible. Aunque le asqueaba el hecho de tener que estar con un alfa para que el resto lo dejasen tranquilo, pero no tenía opción, no tenía armas y estaba un poco mareado por el alcohol que había ingerido entre baile y baile.

También se sentía muy intranquilo, un mal presentimiento no lo dejaba, sentía peligro en el aire, el frio no solo era por la brisa del mar, era un escalofrió que recorría su espalda presagiando que algo muy malo estaba ocurriendo. Él nunca se imaginaría qué era lo que causaba esa terrible sensación, pues ni en sus más locos pensamientos había llegado a imaginar que Selim Aslan estuviese allí, en el mismo lugar, a unos pocos metros.

Caminó un poco más, pero las voces malignas de su cabeza lo paralizaron, susurrando ideas terribles de lo que pudiese haberles pasado a Alek y a Yura, o lo que le podría pasar a él mismo si se quedaba solo. Sentía el pánico apoderarse de él, tenía miedo de sufrir otro ataque. Ese miedo aumentó cuando sintió que alguien a sus espaldas tiraba de su muñeca obligándolo a voltearse.

—Te encontré —dijo aquella persona. Por instinto Ethan se alejó y se soltó del agarre con brusquedad, quiso salir corriendo, pero al ver los ojos de la persona que tenía en frente un gran alivio lo invadió.

—Alek —dijo soltando el aire retenido. Quiso llorar, como si hubiese creído que nunca más vería a Alek o que lo había abandonado.

Ambos jóvenes Orlov sintieron, más fuerte que nunca, esa atracción que habían estado percibiendo el uno por el otro en los últimos días. Querían abrazarse, refugiarse en los brazos del otro para calmar su miedo y sus corazones. Sin embargo, los dos se contuvieron de darle rienda suelta a esa atracción y tenían buenos motivos para hacerlo, aunque les doliera el alma.

—Gracias al cielo te encontré —exclamó Alek, estaba agitado—. ¿Estás bien?

—Creí que los había perdido, no sabía qué hacer... Me asusté —confesó Ethan y Alek sintió de nuevo el impulso de acercarse para protegerlo.

Querido SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora