Obsesión (Parte II)

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"Su amor será tan grande que nada podrá detenerlo, tan grande que pueden olvidarse de que una vez existieron fuera de ese amor. Es la obsesión más grande del mundo, la obsesión que puede destruir el mundo».

 Es la obsesión más grande del mundo, la obsesión que puede destruir el mundo»

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Lunes, 4 de marzo de 2024

Existen momentos en la vida que cambian el mundo de una persona, un instante tan especial como una estrella fugaz, y poderoso como un asteroide chocando con la Tierra, cambia todo. Si le preguntaran a Alek Orlov si había vivido algo así, sin duda diría que sí y que fue en el día que había conocido a Evelyn, porque solo ahí había logrado creer que existía el amor. Sin embargo, quizás ahora estaba viviendo algo más trascendental que eso, algo que de verdad cambiaría su vida, solo que aún no podía asimilarlo.

El cielo de media noche era maravilloso en la isla Nero, miles de estrellas se mostraban como saludando al trio de jóvenes Orlov que caminaban alegremente por las calles de la ciudad; el clima también era muy agradable, cálido sin llegar a ser sofocante. Era una noche perfecta.

—¿Falta mucho? —preguntó Alek, tenía serias dudas sobre si Yura tenía una idea de dónde estaban.

—Solo cinco minutos menos desde la última vez que preguntaste —reprochó Ethan.

—Estamos cerca... —afirmó Yura, tenía muchas ganas de golpear a Alek porque no dejaba de quejarse.

Iban uno detrás del otro, Yura primero, luego Ethan y al último Alek. Solo habían pasado unos veinte minutos desde que se habían escapado de su hotel, pero Alek temía que los asaltaran o algo así, a pesar de que Ethan le había asegurado que el país era bastante seguro y más las islas.

De pronto, Ethan se detuvo al darse cuenta de dónde estaban: frente al hotel en el que él y sus amigos se habían hospedado para la boda de Elisa, el mismo donde había dormido por primera vez junto a Selim Aslan. Miró hacia arriba, al último piso, y la nostalgia lo invadió, por un segundo incluso pudo percibir el delicioso aroma a limón y menta. Mas, sus enemigas, las malditas voces, lo atacaron diciéndole que no se merecía ni recordar esos buenos momentos porque él mismo tenía la culpa por haber arruinado esa vida tan buena y feliz.

—¿Ethan?, ¿estás bien? —preguntó Alek y su voz bastó para callar esas voces, como si Alek fuese un amuleto para alejar esos fantasmas.

—Sí, sí, estoy bien —dijo y continuó caminando para alcanzar a Yura quien ya estaba bastante alejado.

Unos diez minutos más caminando y llegaron a la gran fiesta, había muchas personas, turistas de todas partes del mundo, disfrutando de los bailes tradicionales, Ethan sentía que volvía a su hogar y el sentimiento se intensificó cuando les dieron las vestimentas apropiadas. No tenía un espejo a la mano, pero por la mirada de Alek, luego de verlo al salir del cubículo, sabía que no se veía nada mal.

—Antes había dicho que estabas perfecto, pero ahora... ni siquiera tengo palabras para describirte —dijo Alek, embobado con la belleza de Ethan, quien sonreía contemplándolo; ver a Alek con ese traje le fascinaba, le quedaba muy bien aunque ni así parecía alguien nacido en Altharwa. Se preguntaba qué tanto parecía un extranjero en su propia tierra.

Querido SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora