Corazón de fuego

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Cuando desperté la cabeza me daba vueltas. Al principio creí que era a causa del mareo, luego noté que me daba vueltas literalmente. 

A ver, ¿cómo lo explico? Tras algunos intentos fallidos, logré enfocar la vista y entender qué sucedía. Traia me tenía alzado por los hombros y me zarandeaba de un lado para el otro mientras caminaba a grandes zancadas por el claro y Martin la perseguía intentando hacer que me soltara.

—VOY A MATARTE, TE LO ADVERTÍ, TE ADVERTÍ QUE NO TE METIERAS EN PROBLEMAS —decía.

—Traia, por favor, vas a arrancarle la cabeza —suplicó Martin.

—LA CABEZA, LOS BRAZOS. VOY A ARRANCARLE HASTA EL CORAZÓN POR DESOBEDECERME.

Una mano se posó sobre el hombro de Traia, que se volteó echando fuego por los ojos.

—¿QUÉ?

Se fijó en su armadura, y en el emblema que llevaba en el pecho.

—Las armas del rey —dijo Traia.

—Así es, señorita. Soy Loyd Ferguson, comandante de la guarnición de la ciudad real de Enssura, al servicio del rey. Permítame pedirle que suelte a ese mucho, le debemos mucho después de todo.

Traia me soltó y se quedó mirando a aquel personaje.

Ferguson le explicó a Traia y al resto de los Zorros Rojos, que acababan de llegar, lo sucedido. Conocía la historia completa porque Ruma, que se encontraba devorando una buena ración de carne a un costado luego de que sus heridas fueran vendadas y sanadas por la magia de Martin, lo había hecho partícipe de todo lo sucedido antes de que llegaran él y sus soldados. Ahora todos estaban al corriente del ataque del que habíamos sido objeto por parte de los soldados de Blarkan y de sus intenciones de hacernos prisioneros a nosotros también. En este punto los ojos de Traia volvieron a encenderse y comenzó a preguntar por el paradero de Howland. 

—Howland es ahora nuestro prisionero —dijo Ferguson.

—¿Dónde está? ¡Voy a matarlo! —Traia hablaba en serio.

—Tranquilícese, ¿por qué mejor no nos sentamos y compartimos una botella de vino?

El gesto de Traia, que pasó de ser una incontrolable fiera a un gatito panza arriba en un segundo, mutó tan deprisa que todo rastro furibundo se esfumó en el acto ante la mención de la palabra "vino".

Trajeron la bebida y nos sentamos junto a una fogata encendida por los soldados de Asharia. A nuestro alrededor, estos iban de un lado para otro atando y metiendo en las jaulas, que ahora estaban vacías, a los soldados de Blarkan derrotados y capturados. A Howland no se lo veía por ninguna parte. Probablemente le habrían preparado una celda dentro del pabellón con todas las comodidades que ameritaban a su estatus de alta nobleza. Los esclavos, dijo Ferguson, ya habían sido liberados y llevados a una posada cercana para ser interrogados por Lord Froster, marqués de estas tierras. El grifo sería llevado a las montañas del norte y liberado allí, en su hábitat natural. 

Foster estaba a cargo de la expedición por orden del rey. Ferguson era el segundo al mando.

—Lo siento mucho —dijo Ferguson—, pero no he conseguido alojamiento para ustedes. He intentado convencer a Lord Froster de lo sucedido, pero se niega a creer que dos jóvenes de menos de quince años hayan acabado con todos los soldados y enfrentado a Howland por su cuenta.

—Tsk —soltó Ruma—, ¿y dónde estaba él cuando se desarrolló la acción?

—En camino, señorita. Yo y mi grupo fuimos enviados como avanzadilla, y dimos con ustedes de casualidad. A pesar de nuestra información, no conocíamos el paradero exacto ni el número de los invasores.

REINCARNATED Isekai (Saga Diarios de Sol y Sombras I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora