REINCARNATED Isekai (Saga Diarios de Sol y Sombras I)

Conociendo a la nobleza

—¡NO TIENES NADA DE MANA!

Unas gotitas de saliva saltaron a mi rostro y no pude evitar una mueca de disgusto, pero Larson no pareció darse cuenta. Era un hombre rudo, con la cara y el cuerpo cubierto de cicatrices de mil batallas. Se notaba por debajo de su piel arrugada que su cuerpo había conocido mejores épocas. Pero los músculos seguían estando allí. Tenía más de cincuenta años, era bastante alto, aunque no tanto como el rey, y su cabeza era completamente calva.

Pero a pesar de la edad, mostraba una energía desbordante. Gritaba mucho, y esto se notaba  cuanto que era además muy impaciente.

—¿Cómo voy a enseñarle a alguien que no tiene nada de mana?

—Sí tengo mana, solo que no puede ser detectado.

—¿Por qué lo escondes? No es necesario en este lugar.

Estábamos en el medio del patio interior norte. Frente a mí se alzaba una muralla interna, y a mis espaldas estaba el palacio real. A nuestro alrededor el resto de caballeros y escuderos, en su mayoría hijos de nobles, nos observaban mientras se preparaban para el entrenamiento matutino.

—No lo escondo —respondí—. No sé por qué no se detecta. Simplemente nací así.

Larson me miraba con suspicacia.

—¿Cuáles son tus habilidades?

—Magia elemental, controlo los elementos de...

—¡YO NO LE ENSEÑO A MAGOS! —gruñó y una nueva lluvia de saliva calló sobre mí.

—También puedo luchar cuerpo a cuerpo.

—¿Eres mitad elfo?

—No, yo...

—¡Entonces no es posible!

—Sí lo es. 

—¿Cómo? Te digo que no es posible. Entonces, ¿cómo es que es posible si yo te digo que no lo es?

—Mire, no tengo respuesta para todas esas preguntas que me hace. Solo que sé que es así. Estoy en el rango avanzado del Estilo Bestia Perfecto, y puedo usar magia elemental de varios tipos.

—¡Demuéstralo! Lanza un hechizo.

Apunté hacia el cielo con ambas manos y dije:

—¡Fire Ball!

Una bola de fuego surgió de mi mano derecha y se elevó en el aire hasta desaparecer en lo alto. Luego dije:

—¡Water Ball!

El mismo efecto de antes, pero esta vez con una bola de agua.

Ambos hechizos habían sido bastante potentes, más bien parecidos a balas de cañón.

—Muy bien —dijo Larson—. Eres un mago, entonces. Te enviaré con un maestro de magos.

—¡Le digo que también puedo pelear! 

Comenzaba a perder la paciencia con aquel viejo bruto.

—Marko, ¡ven aquí! —dijo Larson.

Un joven de mi edad se acercó. Tenía un cuerpo atlético, a pesar de ser tan joven, y el cabello rubio peinado hacia atrás.

—Él es Marko de la casa Naidar. Está en el rango Intermedio del Estilo Santo. Te probarás contra él. ¡Traigan una armadura para el nuevo!

—No la necesito —dije.

—Muy bien, como prefieras.

Nos pusimos uno frente al otro. Yo iba armado con mi espada, la misma que Ruma compró para mí en Ruon. El otro chico llevaba una cota de malla y partes protectoras de cuero en el resto del cuerpo. Me miraba con un tono de burla en los ojos.