Al servicio del Rey

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El rey Dorthos se ofreció a llevar a la princesa hasta el palacio real. Luego, y ante la vista de todos, se dirigió al príncipe.

—De modo que aquella a quien tan apresurado estabas por ejecutar era la princesa de Asharia.

El príncipe, humillado, murmuró algo acerca de que era imposible reconocerla en ese estado.

—¿Y por qué crees que su vida valía menos en ese estado que adornada con suntuosos vestidos?

El príncipe, queriendo desviar el tema, dijo:

—Pero aquel plebeyo sí debe ser ejecutado.

Y me señaló.

—¿QUÉ?

Creí que se habían olvidado de mí.

—Por levantar la mano contra alguien de la más alta nobleza —acabó el príncipe.

El rey soltó un suspiro y me señaló a su vez.

—Tráiganlo. Lo llevaremos a palacio.

—¿Vais a ejecutarlo allí, mi señor padre? —preguntó el príncipe.

Era el momento de huir.

—¿Por defenderse? Tienes mucho que aprender aún, Floren. Súbanlo a mi litera.

—Pero, padre...

—Silencio. Ha demostrado ser muy valiente, y se ha puesto en peligro para defender a la princesa. Merece una recompensa. Presentaré mis disculpas al rey de Asharia y me encargaré que todo aquel que haya levantado la mano contra la princesa y su protector sean castigados como corresponde, y eso te incluye a ti, Floren. Mi señor condestable seguramente también sea recompensado por su rápido accionar. Esto quizá les enseñe a pensar antes de actuar.

Dicho esto fui llevado hasta la litera real, donde también fue conducido el príncipe Floren. Allí, acomodada entre varios cojines forrados en seda y con el gesto hosco en la cara, aguardaba la princesa de Asharia.

Subimos, y detrás subió el rey. Luego se reanudó la marcha. 

Un rey de los elfos, un príncipe humillado y furioso, una princesa que más bien parecía una pilla piojosa y un aventurero con la ropa aún polvorienta de los caminos. Vaya espectáculo. 

Quien más me llamaba la atención era el rey. No solo era majestuoso en apariencia, sino también mediante sus actos y palabras. Me había impresionado notablemente, y quería inspeccionarlo mejor, pero no podía ya que no dejaba de mirarme atentamente.

—Disculpe... —dije con voz tímida—. ¿Sucede algo?

—Ahora entiendo por qué no sentía rastros de mana en ti al principio —dijo—. Tienes la marca de la corrupción. Sin embargo, no pareces afectado por su influencia. Interesante.

—Eh... No entiendo a qué se refiere.

—No te preocupes, lo harás a su debido tiempo.

Supuse que sería descortés insistir.

—En cuanto a usted, princesa —dijo—. Disculpe que se lo mencione, pero no parece adecuado para alguien de su importancia el perderse en las calles de esta gran ciudad para jugar con niños sucios de la plebe.

Por toda respuesta esta dejó escapar un bufido amortiguado y siguió mirando por el resquicio que había entre las cortinas de la litera. 

El rey, lejos de enojarse, sonrió.

—Mis disculpas —dijo—. Claro que no me corresponde a mi entrometerme. Su señor padre decidirá al respecto cuando lleguemos. Estará feliz de verlo, me imagino.

REINCARNATED Isekai (Saga Diarios de Sol y Sombras I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora