Capitulo 1

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Pablo era muy distinto a los chicos era tímido, no le gustaba salir a divertirse por suerte, cuando él se graduó de la universidad, una oferta de trabajo por parte de una casa productora de Argentina llegó y él no podía estar más alegre.

Mora: La próxima vez que regreses quiero verte con una novia, cariño.- Dijo la mujer en el oído de su hijo cuando le dio su abrazo de despedida.

Cuando Pablo llegó a su nuevo hogar, comenzó a vivir con Tomás, las cosas iban bien al principio; dos chicos solteros y jóvenes ganando un buen sueldo para muchas personas del vecindario les resultaba extraño el hecho de que dos chicos guapos y autosustentables como ellos estuvieran solteros.

Pero no, su amigo no estaba soltero, mantenía una relación y poco a poco ella comenzó a frecuentar el departamento donde vivían ellos, así fue como el rubio decidió mudarse hasta un complejo grande de departamentos una zona más costosa y con la mejor vista.

Un día cualquiera Pablo iba de vuelta del supermercado hacia su hogar cuando la vio; una jovencita que estaba intentando abrir la puerta de su edificio frente al del rubio, mientras luchaba por no tirar las bolsas de plástico que tenía en el brazo derecho, Bustamante no supo cuándo fue pero en un abrir y cerrar de ojos ya se encontraba detrás de la chica.

Pablo: ¿Necesitas ayuda?.- Preguntó con voz grave.

¡Ahh!.- Gritó a la vez que dejaba caer sus bolsas de plástico al suelo.

Pablo: ¡L...lo siento!.- Balbuceó perdido en los ojos marrones de la chica.- Y...yo, te vi en problemas y...- Se agachó para comenzar a levantar las pertenencias de la chica.

Gracias.- Respondió con voz dulce una vez que el rubio le devolvió sus bolsas.

Pablo: ¿Necesitas que te abra la puerta?.

Sí, Grac...- Le Interrumpieron.

¡Pequeña!.- Se escuchó una voz detrás de Pablo.

¡Marcos!.- Le respondió la chica.- Él vino a ayudarme.

Marcos: Oh ¿Hola? mucho gusto, soy Marcos Andrade y ella es la hermosa Marizza Andrade Aguilar.- El chico pasó uno de sus largos brazos por los hombros de la chica después de besar su mejilla derecha y de nuevo algo dentro del rubio se movió al ver al sujeto. 

Pablo: ¡Bustamante Pablo!.- Fue lo último que dijo antes darse la vuelta y caminar hacia su edificio sin siquiera dirigir la mirada a la castaña.

Entró a su departamento, colgó sus llaves en la pared y se dejó caer sobre su sofá.

Pablo: ¿Por qué esa chica estaba con ese chico?.- Preguntó en voz alta.- Acaso... ¡Él es su esposo!, estúpida pareja Andrade.- Refunfuñó sintiéndose repentinamente triste.

—0—

Horas mas tarde

Luján apretó los labios sintiéndose nerviosa y con ganas de regresar a su apartamento sostuvo su maleta de rueditas color negro y empezó a recorrer el sendero.

La mochila a sus espaldas pesaba bastante y el sol despiadado la había obligado a colocarse su sombrero ancho y color crema, aquel que Javier se avergonzaba tantas veces y terminaba ordenándole que lo guardara.

Bueno, pues a ella le gustaba su sombrero por más estúpido que fuera para los demás así que si, iba a olvidar a su ex, también olvidaría sus hirientes palabras sobre su gorrito además planeaba comprar un nuevo diseño de su sábana de Alpaca, porqué la suya lastimosamente había lanzado a la basura, la protagonista de la infidelidad de Javier.

Al pasar por la fuente de agua que le conducía a su nueva vida, se inclinó viendo su reflejo en el agua ondulante y sonrió divertida, hasta que escuchó alguien...

¡Cuidado!.- Grito.

Luján se giró solo para ver que un hombre estaba aferrado firmemente a un equipaje y que estaba ubicado sobre su maleta de ruedas sin embargo, eso no era todo pues la maleta avanzaba con velocidad por el sendero.

Luján no fue lo suficientemente rápida para apartarse y él sujeto tampoco lo fue al avisarle del inminente choque entonces ambos cayeron a la fuente, el agua helada se impregnó de inmediato en la ropa de aquella que había seleccionado cuidadosamente para empezar su primer día de olvidar a su maldito ex esposo.

El impacto la dejó estupefacta por unos segundos, incluso sintió el dolor de su cuerpo al impactar las baldosas de la fuente tan abruptamente entonces sintió unas manos fuertes rodear su cintura y después de ser impulsada hacía arriba, jadeo ahogada cuando sintió el oxígeno llenar sus pulmones.

¿Se encuentra bien?.- Preguntó una voz ronca pero ella no podía ver nada porqué el alrededor de su gorro estaba empapado sobre sus ojos, impidiéndole ver su alrededor.

Escuchó una risita pequeña y al girarse hacia dónde escuchó aquel lindo sonido, notó unos dedos sujetando el borde de su gorro y curvándolo hacia arriba, una mano aún apretaban su cintura y cuándo ella salió de su estupefacción y analizó el sujetó frente a ella...

¡Santa madre!, pensó.

Su cabello rubio estaba pegado a su frente y de las puntas descendían pequeños gotas de agua, mismos que recorrían sus pómulos altos hasta sus labios regordetes.

Tenía puesta una camisa formal color azul de abotonar ahora empapada, misma que estaba apretada contra su cuerpo marcando, sus amplios pectorales y la curva sensual de su cuello, donde estaba ese encantador lunar.

¡Joder, si quieres me inclinó ante tí señor! 

Luján: Estoy bien.- Cuándo aquellos dedos soltaron el borde de su gorro, este cayó sobre sus ojos nuevamente rápidamente curvo de nuevo la tela para no perder de vista del tan guapo hombre y sonrió avergonzada.- ¿Usted está bien?

Marcos: Sí, la...amento muchísimo lo sucedido, ésto es mí culpa.- Él hombre se acercó con cuidado al borde de la fuente para no resbalar y alcanzó su maleta.- Soy Marcos Andrade y usted.

Luján: Soy... Luján.- Ambos en un nuevo complejo, una para iniciar de cero y el otro para acompañar a Marizza.

—0—

La noche había caído y Pablo se dirigía hacia su habitación, se quitó la camiseta roja y la tiró por ahí sin importarle siquiera en dónde podía caer.

Caminó hasta el balcón y miró el cielo, las estrellas parecían especialmente brillantes esa noche, miró el complejo vecino y una imagen robó su atención; Marizza se encontraba boca abajo sobre su cama con el teléfono pegado en el oído y hablaba plácidamente con alguien, el rubio no quitó sus ojos de la castaña.

Escaneaba por completo todo lo que estaba a su vista, desde sus uñas pintadas, hasta su pequeña nariz fruncida, pasando por su blanca sonrisa y terminando en su espalda baja. 

Pablo: Oh que belleza.- Fue todo lo que dijo cuándo su vista se posó en el muy bien formado trasero de su vecina.

Pablo sentía que un calor lo recorría desde la punta de su cabeza hasta los dedos de los pies entró rápidamente a su casa, cerrando de golpe la puerta que daba hacia su balcón, se sentó en su cama y sintió cómo su jeans que llevaba puestos comenzaban a apretarle en esa zona de su cadera.

Pablo: No, no, no.- Entró al bañó abriendo la llave de la regadera se despojó de todas sus prendas y entró a la ducha dejando el agua helada correr por todo su delgado y pálido cuerpo.- No puedo pensar en ella, mucho menos de una que ya tiene pareja.- Se dijo a si mismo.

Continuará...

Mi tímido vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora