Final

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    Quince años después

Camila: ¡Pero Papá!.- Bufó molesta.

Pablo: Pero nada, no tienes permiso y punto.

Camila: ¡Pues le diré a Mamá! ella sí me comprende.- La adolescente salió azotando la puerta del estudio que su padre tenía en casa.

Luisiana: ¿Dijo que sí?.- Preguntó la rubia a su hermana.

Camila: ¿Tengo cara de que me dijo que sí?.- Se tiró en la cama de su hermana y esta corrió para reconfortarla.

Luisiana: Sabíamos que sería difícil.- Se lamentó ya que ella realmente quería ir a la fiesta de Felipe.- Pero aún tenemos a Mamá, tal vez podría convencer a Papá de llevarnos y...

Camila: Olvídalo...- Tapó su cara con el cojín violeta que adornaba la cama- Sé que Papá le dirá que nos niegue el permiso ¡¿Cuál es su problema?! apuesto a que cuando eran jóvenes también salían a fiestas no...

Marizza: No es así bebé su tío Marcos era demasiado sobreprotector.- Su madre entró a la habitación causando que las gemelas se sobresaltaran.- Ahora si... ¿Qué es todo esto que se traen con su padre?.- Tomó asiento en el sofá junto a la ventana para escuchar la versión de sus pequeñas.

Camila: Papá no quiere que vayamos a la fiesta de Felipe porque sabe que Bautista estará allí.- Cruzó sus brazos y piernas mientras se sentaba en el borde de la cama para ver a su Mamá a los ojos.

Marizza: ¿Y qué motivos tendría su Papá para negarles el permiso por ese tal Bautista?.- Preguntó sabiendo la respuesta cortesía de su esposo.

Camila: T...tal vez Bautista y yo...- Habló la castaña.

Marizza: Tal vez él y tú...- Presionó a medida que avanzaba el tiempo y su hija no respondía.

Camila: Tal v...vez Papá n...nos vio, me...vio...- Un suave sonrojo adornó la pálida piel de la chica.

Luisiana: Papá los vio besándose la semana pasada cuando pasó por nosotras al colegio, Ma.- Terminó por decir desesperada por el nerviosismo de su hermana.

Camila: ¡Cállate, tonta!.- Se quejó.

Marizza: ¿Eso es verdad, Cami?.- Preguntó suavemente y la chica asintió sin mirarla.

Bingo, pensó Marizza tras la confesión que no se parecía en nada a las palabras dichas por su esposo "¡Ese niñito le estaba comiendo la boca a mi pequeña!" y ella rió ante la exageración de su esposo.

Luisiana: ¿Abogarás por nosotras con Papá?.- Preguntó a su madre quién sólo las miraba con cara pensativa.

Marizza: Tal vez lo haga..., pero tendremos una plática realmente seria después de la fiesta de Felipe y me temo que Papá las querrá aquí a media noche.- Las gemelas corrieron y abrazaron a su madre quien las recibió con los brazos abiertos.

Y del otro lado de la puerta un rubio sonrió ante la sinceridad de sus hijas.

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Familia Bustamante-Andrade, Noche

Marizza: ¿Ves que era fácil?.- Besó la mejilla de su esposo, mientras ambos se encontraban recostados en el sofá tapados con una manta rosa bordada con cuatro flores cortesía del taller de costura de su dos pequeñas.

Pablo: No es tan fácil, ellas piensan que soy un Papá celoso que no...

Marizza: Sí eres un Papá celoso que no permite que ningún depredador se acerque a sus bebés.- Tomó un puñado de palomitas de maíz sin quitar la vista del dorama de ese empresario que no puede distinguir rostros.

Pablo: No es para tanto, ellas también exageran.

Marizza: No es para tanto, amor ellas saben que lo haces por su bien y te aman mucho.- Besó la mejilla de su marido.

Pablo: Y... deberíamos aprovechar el tiempo solos justo ahora ¿No crees?.- Pasó una de sus manos hasta la cintura de su esposa y la apretó un poco.- ¿Cuánto tiempo nos queda antes de ir por esos engendros?.- Besó el cuello de su chica.

Marizza: ¿Ahora son engendros?.- Rió por el cambio de personalidad de su hombre.- Y nos quedan sólo cuarenta minutos... tomando en cuenta que hacemos treinta minutos de camino...

Pablo: No importa, podemos dejar a las gemelas un rato más en la fiesta, son buenas niñas, se lo merecen.

Marizza: Tú lo dijiste, cariño.- Botó la manta rosa y subió a las piernas de su esposo quien dirigió ambas manos a sus caderas.- ¿Iremos a la habitación?.- Preguntó inocente.

Pablo: Iremos a la cocina, hace mucho no lo hacemos allí.- Se levantó con su esposa en brazos y fueron a la cocina para aprovechar el tiempo a solas.

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Fiesta en casa de Felipe

Bautista: ¿Segura que tu padre vendrá?.- Preguntó a la castaña quien llevaba la chaqueta del chico para cubrirse del frío.

Camila: Eso dijeron ¿Verdad, Luisiana?.- Volteó hacia la rubia quien abrazaba a la pequeña Candela quien moría de frío.

Luisiana: Eso dijo Papá... Camí pero les llamo y me envía al buzón automáticamente.

Candela: ¡Allí vienen!.- Señaló el auto Bugatti la Voiture Noire gris de los Bustamante.

Bautista: ¿No creen que les moleste llevarme a casa?.- Preguntó temeroso.

Candela: ¡No lo creo! el señor Bustamante se ofreció a llevarme a mí, así que...- Alzó los hombros.

Luisiana: Sí, pero Papá no te vio devorándole la boca a una de sus hijas.- Bromeó, pero Bautista y Camila se sonrojaron violentamente mientras que las otras dos sólo reían.

La camioneta aparcó justo frente a los cuatro jóvenes, de ella bajó únicamente su madre.

Marizza: ¿Todo mundo listo aquí?.- Preguntó con una sonrisa de oreja a oreja.

Bautista: Umh... Bue...buenas noches señora Bustamante.- Saludó con cortesía.

Marizza: Hola ¿Bautista?.- El chico asintió y ella lo invitó a subir al auto.

Pablo: ¿A quién llevaremos primero?.- Preguntó a su esposa quien se colocaba el cinturón de seguridad con calma.

Marizza: Luisiana, linda ¿Quién primero?.- Miró a su hija a través del espejo.

Luisiana: Primero va Bautista, después Candela y por último las gemelas Bustamante-Andrade.- Pablo rió ante las referencias de la rubia y comenzó a conducir.

Después de unos veinte minutos llegaron al hogar del chico y este bajó inmediatamente del auto de la familia Bustamante despidiéndose de Pablo solamente con un apretón de manos.

Bautista: G...gracias, señor Bustamante.

Pablo: Cuando quieras, hijo.- Contestó.- Pero no te atrevas a meter tu lengua en...

Marizza: ¡Pablo!.- Se quejó y le soltó un golpe en la pierna.

Pablo: Era broma.- Rodó los ojos y se dirigió al chico de nuevo.- Si mi hija te quiere... supongo que también yo.- Le extendió su mano y el chico la tomó y después de un apretón deshicieron el agarre.

La familia Bustamante siguió con su camino dejando a Bautista rojas en la acera, con la nota que Pablo le entregó en ese apretón de manos, decidió abrirla y la leyó.

"No le digas a Camila pero me agradas, deberíamos ir al partido de béisbol de la siguiente semana, siempre quise un barón para ver el beisbol, con las chicas no es lo mismo. ¡Bienvenido a la familia!"

Bautista guardó la nota en su bolsillo y sonrió, si que el señor era muy raro y Camila tenía razón, su padre era sobre protector y tierno.

  Fin.

Mi tímido vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora