Capitulo 2

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Pablo se levantó, tomó una ducha, se cambió para ir a su trabajo y, cuando estuvo a punto de salir de su apartamento una risa lo hizo detenerse de golpe no estaba tan seguro de querer salir de su departamento, Pablo miró por el picaporte y sus ojos se abrieron más de lo que él incluso imagino podrían abrirse ¿Cómo era posible que el chico que había visto junto a Marizza estuviera comiéndole la boca a otra chica afuera de su departamento? ¡Incluso la castaña tenía su apellido!

Pablo: Sólo olvídala.- Habló en susurró se sentía triste y cabizbajo se sentó en el sofá enojado sino fuera cobarde ya le hubiera enfrentado por engañar a Marizza, tomó su celular llamando a su amigo.

Tomás: ¡Hola rubio!

Pablo: ¿Qué tal?.- Respondió desanimado.

Tomás: ¿Pasa algo?, te escuchas algo... ¿Triste?

Pablo: Estoy de esa forma, Tomi.- Soltó un suspiro.- No me siento muy bien ¿Podrías cubrirme hoy?

Tomás: Yo... claro, amigo iré a verte más tarde ¿Bien?.- Pablo asintió como si su amigo pudiese verlo y cortó la llamada.

Pablo: ¿Por qué teniendo a una chica tan bonita, él la está...- Bajó su tono de voz cuando repitió en su mente lo que dijo.

El rubio decidió que sería mejor despejar la mente, así que salió a "hacer las compras" según él.

Cuando llegó al supermercado, tomó un carrito y comenzó a arrastrarlo por los pasillos, llevaba casi media hora ya caminando aún con su carrito vacío, inconscientemente entró a un pasillo de enlatados y la vio de nuevo... la castaña estaba allí, dando saltitos para alcanzar una lata de duraznos en almíbar que se encontraba en la parte superior del estante.

Y Pablo sólo se quedó observando cómo su bonito ceño se fruncía y cómo las líneas y músculos de sus glúteos se marcaban en el apretado pantalón que llevaba mientras su camisa blanca se levantaba dejando a la vista un poco de su piel, cuando ella se estaba dando por vencida giró su cabeza en dirección a Pablo y le dio una tierna sonrisa acompañada de un tono rosado en sus mejillas, el rubio en lugar de ir y ayudarle a bajar la lata como todo un caballero respetable salió corriendo del lugar.

Pablo: ¿Por qué?.- Sentía inmensas ganas de llorar por lo avergonzado que se encontraba dejó caer su cabeza en el volante y cerró los ojos recreando esa escena de nuevo.- Debe pensar que soy un raro.- Comenzó a darse golpes en el volante haciendo sonar el claxon, detuvo los golpes cuando escuchó golpes en el cristal del auto, giró su cabeza llevando su mirada hacia la ventana y sintió ganas de llorar de nuevo.

La chica estaba tocando su ventana y sonriéndole a él, a un hombre que en lugar de ser un caballero, era un cobarde que salía corriendo cuando una chica le sonríe y Pablo arrancó su coche dejando a una bonita y confundida Marizza en el estacionamiento del supermercado.

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La castaña se encontraba en la cocina del pequeño departamento que compartía con su hermano mayor, no tenía ni la más mínima idea de dónde podría estar desde que llegó mojado había desaparecido.

Ella buscó en las bolsas del supermercado y sacó la lata de duraznos en almíbar que recién había comprado y recordó al rubio, su vecino...

Marizza: Ese chico es muy lindo.- Habló a su pequeño perro blanco con manchas negras.- Hoy lo descubrí mirándome.- El perro ladro y ella vertió el almíbar en la cacerola.- Pero después huyó.- Soltó un suspiro cargado de tristeza.- Debe ser por Marcos.

Marcos: ¿Yo qué?.- Entró a la cocina y su hermana saltó en su lugar por el pequeño susto.

Marizza: Tú haces que los chicos se alejen de mí.- Dijo sin mirarlo.

Marcos: Esa es la idea, pequeña.- Besó su mejilla.

Marizza: Pero casi soy adulta y pronto encontraré a un chico...

Marcos: Pequeña, te cuido porque eres mi hermanita.- La abrazó.- Además, no queremos otro incidente como el del año pasado ¿No es así?

Marizza: Pero...- Acercó su nariz a su hermano.- ¡Hueles a...!, ¡Estuviste con una chica!.- Lo señaló.

Marcos: Marizza...

Marizza: ¡Esto es tan injusto!.- Tiró la cuchara de madera que sostenía.- ¡Traidor!.- Frunció su ceño.

Marcos: Esto es diferente, soy un adulto ya.

Marizza: No es justo que salgas con chicas y yo no pueda salir con ningún chico.- Dijo decaída.- ¿Tienes idea de cómo me hace sentir eso?.- Se giró a la cacerola sin ver a su hermano mayor.

Marcos: Pequeña, no digas eso eres muy linda, tienes una sonrisa que dejaría paralizado a cualquiera, eres tierna, divertida, bailas y cocinas increíble... además ¿Por qué tanto interés en buscar alguien? ¿A caso algún chico de la universidad se atrevió a invitar a salir?.- Ambos rieron.

Marizza: No, ningún chico en la universidad se acercaría a mí con esas intenciones, Mía se encarga de alejar a todos.

Marcos: Recuérdame darle un regalo a tú amiga.

Marizza: Como sea, sólo, no seas tan sobreprotector ¿Si?.- Suplicó con ojos brillantes.

Marcos: Lo intentaré

Marizza: ¡Eso es suficiente para mí!.- Saltó y besó su mejilla.- Ahora, sal de mi cocina, debo terminar esta tarta.

Marcos: ¿Es para Mía?.- Su hermana negó con la cabeza.- ¿Entonces?

Marizza: Es para el rubio que nos saludó cuando llegamos al edificio ¿Lo recuerdas?

Marcos: ¿El homosexual?

Marizza: ¿Homosexual?.- La miró curiosa.

Marcos: Si vistes como me miraba y como se fue nervioso, así que debe serlo...- Se encogió de hombros, despeinó el cabello de la chica y salió de la cocina.

Marizza: No lo creo.- Prefirió no decirle a su hermano y siguió concentrado en su tarta de duraznos.

Continuará...

Mi tímido vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora