Llegó el lunes, me desperté temprano, preparé el desayuno para mi padre y para mí, acomodé mi cama y medio recogí la habitación. Entré al baño y me encontré con la ropa que Derek había dejado en la madrugada del domingo, cuando tomó la ducha en el baño después de aquella intensa lluvia que lo había empapado por completo. Dejé su ropa colgada en el posa toallas para que siguiera secándose y en cuanto llegara de la escuela lavaría su ropa y la mia que tenía acumulada. En cuanto salí del baño me percaté que el olor de Derek estaba impregnado en mi piel, ese aroma delicioso que tenía la combinación del bosque junto con el de su loción. Era el más exquisito aroma que había sentido mi olfato. Derek me dejaba completamente marcado con su aroma.
Sonó mi celular, que estaba en la cama, cuando vi quién llamaba mis ojos se iluminaron. Era Derek quien llamaba.
-¡Hola!- contesté con una sonrisa dibujada en mis labios.
-¡Hola!- respondió Derek, me lo imaginaba con esa sonrisa que sólo me dedicaba a mí, y con ese brillo que me sucumbía.
-¿Cómo amaneciste?- pregunté curioso.
-Bien ¿y tu?- sentía su manera de hablar un poco tímida.
-Bien igual- respondí de manera alegre.
-Llamé para preguntarte algo- me entró la curiosidad.
-¿Qué quieres preguntarme?- fijé mi mirada a través de la ventana.
-Si puedo pasar por ti para llevarte a la escuela- soltó un suspiro y me pareció oir una risa muy leve.
-¡Claro! Te esperó afuera en el porche- moría de felicidad y empezé a sonreír como un loco enamorado.
-Bien- después de eso colgó la llamada.Mi padre me habló fuerte interrumpiendo mi felicidad, la cual me acababan de brindar. Tomé mi mochila y salí de la habitación. Cuando caminaba en el pasillo iba sonriendo, sin poder creer que mi lobo me había llamado para decirme que me llevaría a la escuela. La felicidad era inmensa.
-¿Qué pasó papá?- pregunté mientras ponía la mochila en la mesa de la cocina. El estaba en el fregadero lavando los trastes que había ensuciado durante el desayuno.
-En la mesa dejé dinero- volteó y señaló con su dedo índice un el extremo de la mesa en donde había un billete -para que pases a comprar la comida de hoy y mañana- tomó la toalla y secó sus manos mientras se acercaba a mí -hoy no vendré a comer, llegaré tarde ya que Parrish se fue al condado vecino a ayudar al sheriff en otro homicidio- me golpeó suavemente el hombro y sonreí.
-Está bien papá, sólo llama si llegas a tardar más de la cuenta- me acerqué a besarlo en la mejilla y di un abrazo muy fuerte.
-¿A qué hora te vas a la escuela? Digo porque ya es casi para que estuvieras en el auto- me soltó, me sonrió y le contesté.
-Como en unos 5 minutos dijo Derek que pasaría por mi- vi que mi padre frunció el ceño levemente y relajó su rostro de inmediato. -¿Derek? Pensé que no se llevaban bien- arrugó sus labios y esbozó media sonrisa.
-No papá para nada, nos llevamos muy bien- en cuanto terminé de decir aquella frase tocaron la puerta -creo que ya vinieron por mi- caminé hacia la puerta mientras mi padre me gritaba -cuidate, te quiero mucho- volteé y le dije adiós con la mano -si se me hace tarde te aviso- caminé mucho más rápido hacia la puerta porque las ganas de verlo eran irresistibles.Al llegar a la puerta mi corazón se aceleró de una manera tan efusiva, que por un momento pensé que se saldría de su ubicación. Cuando abrí la puerta me encontré con esos hermosos ojos verdes, con ese brillo que sólo ellos podían irradiar, con esa sonrisa realmente hermosa la cual era especialmente para mi. Estaba Derek enfrente de mi y quería saltar a sus brazos y plantar mis labios en sus labios. Algo dentro de mi cobraba muchísima fuerza. Algo que yo mismo era incapaz de controlar.
-¡Hola Derek!- mordí mi labio y agaché la mirada mientras me encogía de hombros.
-¡Hola Stiles..!- levanté mi mirada y vi sus ojos, sus labios mostraban una hermosa sonrisa -..nos vamos no quiero que se te haga tarde- no dije nada, me limité a escuchar.
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Fuiste la claridad en días tristes [♡.。.:*๑ Sterek ๑*:.。.♡]
AléatoirePrologó Stiles no sabía en que momento de su vida llegaría a alejarse de su mejor amigo Scott, de la manada e incluso de su padre, tampoco sabia en que momento había llegado a caer en una profunda soledad; que le regresaría los fantasmas del pasado...