68. Qin Ruwang III

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Capítulo 68
Qin Ruwang
Parte 3

La joven que tenía delante de él tenía un rostro hermoso, no muy distinto al de la madre que Qin Ruwang recordaba. Por un momento pensó que no estaba muerto, sino que había caído en una alucinación antes de morir, pero cuando se incorporó y sintió la dura cama bajo él, la cual era muy real al tacto.

Era una casita fría, pequeña y mal amueblada, que no se parecía en nada a un lugar donde debiera vivir un príncipe; sin embargo, era una casa en la que había vivido con su madre durante seis años antes de conocer al Hijo de Dios, y para él, era el lugar más reconfortante al que regresar en ese vasto palacio.

Tras la muerte de su madre, la cabaña fue derribada y reconstruida, junto con las otras casas donde vivían las esclavas, Qin Ruwang no había visto la casa durante décadas, por lo que incluso el recuerdo de ese edificio se había vuelto algo muy vago.

Sin embargo, con una sola mirada, supo que la escena que tenía delante de él era exactamente la misma que había visto en el pasado.

Sentándose aturdido en la cama, Qin Ruwang no pudo evitar recordar la voz que había escuchado antes, una voz muy parecida a la del Hijo de Dios, quien le preguntó si tenía algún deseo largamente ansiado.

En ese momento, dijo que si volvía a tener esa vida, su único deseo era que su madre y su Hijo de Dios pudieran vivir una vida larga y saludable, que después de obtener el trono, viajaría por todo el mundo con el Hijo Divino... ¿podría ser que los cielos le hubieran dado otra oportunidad para empezar de nuevo?

"¿Ruwang?"

Su madre vio que no hablaba y le llamó suavemente: "Vi que hablabas entre sueños hace un momento, diciendo cosas que no entendía, pero he visto que no tenías buen aspecto, ¿has tenido una pesadilla?".

Su corazón se ablandó al ver los ojos del chico enrojecidos y las lágrimas corriendo por su rostro, por lo que le susurró para calmarlo: "¿Qué has soñado? Dime qué soñaste".

Cuando Qin Ruwang negó con la cabeza en silencio mientras ella le acariciaba la parte superior de su cabello, volvió a sonreír y habló cada vez más bajo a su pequeño.

"No tienes de que preocuparte, el palacio está bendecido por los dos embajadores divinos del Reino de los Dioses, así que las cosas malignas no pueden dañar a la gente, y lo que soñaste, no podría pasar".

"Si todavía no estás seguro, mañana iré a servir en el banquete de las cien flores, y los dos embajadores divinos también estarán presentes."

Al oírla decir esto, la respiración de Qin Ruwang se entrecortó al instante. Ese banquete, "las Cien Flores", fue aquel en el que la máscara de la Diosa se desprendió y provocó la trágica muerte de su madre y de todos los presentes; Ese banquete que jamás pudo olvidar, nunca pensó que sería el día de mañana.

"Madre, no puedes ir."

Se apresuró a tirar del abrigo de su madre para evitar que fuera al banquete a servir, y usando de excusa que acababa de tener una pesadilla, le contó todo lo que había pasado en su última vida y le pidió que cambiara su turno con alguien para el día de mañana.

"... Esto, sin embargo, no servirá".

La mujer negó con la cabeza, pero no tomó las palabras de Qin Ruwang como algo infantil, sino que habló con mucha seriedad y delicadeza.

"Si la pesadilla se hace realidad, con más razón no puedo pedirle a alguien que sufra por mí. No te preocupes, mañana prestaré mucha atención a esa máscara de la Doncella Divina".

Después de correr por diez mundos, ya no pude huirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora