ENFRENTAMIENTO

1.4K 124 1
                                    

Cuando estuve enfrente de la imponente puerta que me separaba de mi cuñada suspire intentando alejar de mi todos los pensamientos que asechaban mi mente desde hace un rato, golpee con los nudillos delicadamente y aguarde por una respuesta.

-Adelante -Esa era mi confirmación, abrí la puerta mientras me aseguraba que mi rostro consternado fuera lo primero que la dueña de la habitación viera, cerré tras de mí y me acerqué a Navier, la cual se veían ligeramente afligida, algo que desentonaba por completo de ella.

-Yo, la princesa imperial Enio Keila Vikt primera estrella de nuestro imperio, saludo a la madre de Oriente, emperatriz Navier -Odiaba comportarme de tal forma, yo no era así, y mi querida Navier se dió cuenta al dedicarme una mirada confusa, ella sabía que mi actitud era extraña, pero no tardo mucho en percatarse de que en realidad solo se trataba de un simple intento de distraer su mente lejos de mi hermana.

-Saludos princesa Enio- Me movilice rápidamente por la recamara intentando acercarme a la rubia.

-¿Debo de asumir que su majestad, la emperatriz ya se ha enterado del rumor que circula por nuestro castillo? - Una pregunta estupida a todas luces, pero me servía para dirigir la conversación hacía donde quería.

-Asumes bien Enio, sería difícil no enterarse de algo así teniendo a tus damas cerca -Claro que si, su reputación de ser las cotillas reales de la princesa no era algo salido de la noche a la mañana, y era mas útil de lo que muchos podían imaginar.

-¿Estás preocupada, Navier? -Dejé de lado las formalidades anteriores y cuestioné a la mayor, aunque nunca creí que Soviechu fuera capaz de hacer algo así, pero tampoco podía mentir y decir que la idea era algo imposible, desde pequeña llegue a pensar que reacción tendría la soberana de nuestro imperio si esto pasaba, pero esto se alejaba mucho de mis expectativas.

-¿Por qué debería estarlo? El emperador solo trajo a esa muchacha por ser benevolente -Las miradas incoformes de las damas presentes se posaron en la rubia, para inmediatamente después dirigirse hacía mi.

-Lo entiendo, hermana- bajé mi mirada ligeramente temblorosa, sentía que el seguir tocando el tema era algo insensible y cruel para Navier, aunque me negaba a creer que su respuesta había sido real, tal vez solo se trataba de una mentira para ocultar el hecho de que ella no tenía voz o voto si su marido traía a palacio una amante.

La puerta fue tocada repetidamente y la dueña de la habitación dio paso a quién estuviera fuera, se trataba de Kayden. Me acerqué a él con una sonrisa, aunque al principio no parecía estar dispuesto a decir nada, luego de analizar la presencia de las demás supo que lo que planeaba era una falta de respeto terrible y que no podía ser pasada por alto, por lo que se inclinó en una reverencia perfecta.

-Saludos a su majestad, la emperatriz, y a su alteza real, he traído lo que pidió -Tomé las cosas que el hombre traía y con un tono burlón señale la puerta.

-Gracias por tu noble ayuda, Kayden, ahora vete -comenté con alegría mientras lo empujaba fuera con mi mano libre -No quiero volver a ver tu cara larga hasta mañana, adiós.

El rubio salió de la habitación luego de hacer una nueva venia, cerró la puerta tras de sí y yo volví a mi lugar, la mirada disconforme de Navier dejaba en claro lo que pensaba.

-Princesa Enio, sus modales no son los propios de alguien de su estatus -pronunció de forma casi automática, desde que la en ese entonces princesa heredera me conoció siendo solo una pequeña de pocos meses de nacida, habían sido las palabras que marcaron gran parte de nuestra relación, aunque nunca funciono del todo- Estoy consciente de cual es tu relación con tu séquito, pero debes comportarte, si tu madre, la anterior emperatriz te viera ell-

-Si mi madre, la anterior emperatriz me viera estaría muy decepcionada -interrumpí su monólogo rodando los ojos, escuche a la contraria suspirar probablemente cansada de mi actitud- Mi madre, la anterior emperatriz estuvo decepcionada de mí en vida, y lo sigue haciendo aún en el descanso eterno.

Dejé las cosas que mi guardia había llevado sobre una de las mesas- Lady Laura, haz que preparen el té de inmediato -pedí mientras señalaba los postres, volví a tomar el libro y se lo tendí a Navier.

Ella lo aceptó mientras su rostro cambiaba a una ligera sonrisa, ese acto era uno de los pocos que había surgido en nuestra infancia y seguía vivo al día de hoy, Navier abrió el libro con la elegancia que la caracteriza, en una página aleatoria y comenzó a leer en voz alta, me senté en uno de los asientos cercanos al de su majestad y me dispuse a disfrutar de su lectura como lo hacía cuando era niña.

Al parecer el tema de la esclava sería algo que tendría que hablar directamente con el emperador, tal vez la emperatriz no podía hacer mucho en ese ámbito, pero nadie, ni siquiera Soviechu, podía ignorar las peticiones de la princesa Enio

˚ ⚘ ˏ'୭̥ * ೃ * ૢ✧ ཻ ུ ۪۪⸙͎ ೫ '⃟ ཹ ։❀፧ ੈ✩‧₊ ૪'ރ፧ ࿐ ° ↳ ׂׂ ૢ ༘ ۵'⌧. → × -✖ 〰〰 ⸽ ᎒ ࿆ ༘ ི ི ུ ⸽⃟ ۪̽ ۪̽ ° ۪̽ ⃟᭄ ° ⃟᭄ ° ⃟᭄ ° ° ᬉ ུ ֛ ⃝ ⃝ ꦿꦶ ⿻ * ཻ ུ ۪۪ ⟆ׇࣱ ᭦ꨩ᮫〭ⸯ ៹ ᪤

Empuje las puertas completamente molesta sin siquiera molestarme en anunciarme, conocía el despacho de mi hermano mejor de lo que cualquiera pensaría pues antes pertenecía a mi padre por lo que solo me adentre en el lugar bajo la atenta mirada del emperador, me plantee frente a el con una mueca en el rostro, los brazos cruzados a la altura del pecho, y las cejas encarnadas mientras esperaba una explicación que acabara con mi disgusto.

-Hermana Enio, dime, ¿necesitas algo? - su tono de voz era divertido, una situación que aunque para ajenos (incluida Navier) seria poco creíble por parte de su inexpresivo emperador, para mi, que estaba tan acostumbrada a su actitud real era algo tan normal como respirar, pero en ese momento estaba ignorando la verdadera razón del por que estaba ahí. 

Mas tarde que temprano me di cuenta de que mi mayor no pensaba hablar del tema de la esclava por si mismo, por lo que tendría que hacerlo yo.

-Escuche que el hermano mayor Soviechu fue de cacería y trajo a palacio a una esclava fugitiva, ¿Es eso cierto?- Su anterior mascara de tranquilidad se vio rota en un segundo, los ojos grises de mi hermano se fijaron en los míos color magenta, tan opuestos como lo eran, tenían algo en común, los dos se veían completamente tormentosos ante mi pregunta.

-¿Donde escuchaste eso?- El ambiente de la habitación se vio sorpresivamente fría tras sus palabras, parecía haberse molestado por lo que opte por continuar con ello.

-Todos están hablando de eso, hubiera sido muy difícil no enterarme.

-¿Fueron tus damas de compañía?

-¿Enserio importa como me entere? Solo quiero saber si lo que se dice es real - Su mirada se vio completamente oscurecida para luego ser reemplazada por incomodidad

-Conozco lo suficiente a tu sequito como para saber que los chismes que tus damas han estado rumoreando no tienen ningún tipo de fundamento - resoplo mientras recargaba su rostro en su mano - Lo que sucedió es que encontré a una mujer gravemente herida en el bosque, no es una esclava y esta bajo mi custodia.

-¿Piensas tomar a esa mujer de amante?

-No, Enio sabes que yo nunca haría eso.

-Eso espero, confió en ti, hermano - me di la vuelta con la intención de salir de ahí, me despedí con la mano mientras abandonaba el lugar, ya tendría tiempo para hablar con el en la cena.

"Se que mientes, hermano, pero igual confió en ti"

QUEEN ~ La Emperatriz DivorciadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora