La promesa de dos niñas

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Las manos temblorosas de Terra se aferraban a su vestido, oculta tras uno de los pilares para no ser vista por otros miembros del castillo que pudieran reconocerla, se sentía como una criminal peligrosa cuando tuvo que correr y esconderse al darse la vuelta en uno de los pasillos cuando vio a lo lejos a Areul, con el corazón latiendo a mil por segundo, se tranquilizo un poco cuando lo vio seguir de largo, posiblemente hacia el lugar de encuentro del baile de esa noche, habia dejado a la princesa Enio ligeramente borracha en compañía de las otras chicas, se excuso diciendo que debía ir al tocador y escapo apenas tuvo la oportunidad hasta el lugar donde se encontraba ahora; Los aposentos de la concubina Rashta.

Se apoyo en la superficie de la puerta que debía tocar para llamar a su vieja amiga, mas sin embargo decidió abstenerse de entrar de inmediato al escuchar voces al otro lado, estaba acompañada de otros nobles que conversaban alegremente sobre el tema del príncipe Heinrey y su amigo por correspondencia. Terra cubrió su cabello rubio con la capucha de la capa que habia tomado de la habitación de Kayden, no quería arriesgarse bajo ninguna circunstancia a ser reconocida, tenia un antifaz de color oro y azul para que solo una pequeña parte de su rostro fuera parcialmente visible, suspiro derrotada mientras acercaba un poco su oído para escuchar con mas claridad lo que decían.

"Enviar cartas cuando no sabe la identidad del otro es tan romántico"

"¿Es eso cierto? Hay tantos rumores extraños sobre el príncipe Heinrey, por lo que es difícil creer algo, ¿Verdad?"

"Pero si esta mintiendo, entonces no encontrara a su amigo publico"

"Ni siquiera sabemos si la persona es un amigo o una amante" 

"No se, tal vez la otra persona esta casada" 

"Creo que es una mujer, pero, ¿No seria divertido si fuera un hombre?" 

La rubia hizo una mueca de asco al escuchar como sus escandalosas risas se hacían presentes, arrugo el entrecejo anticipando la avalancha de rumores que se vendrían sobre su princesa cuando hiciera publico que ella era la amiga por correspondencia, si bien los nobles extranjeros hablarían sobre un posible matrimonio entre ellos, eso seria poco beneficioso para su reputación; Una princesa sanguinaria casada con un mujeriego, de hecho, si se trataba mal podía ser todavía peor para su aceptación en cualquier circulo social, y por el otro lado estaba la nobleza local, aquellos que la odiaban y sabían que estaba comprometida con el hermano de la emperatriz, sin importar por donde lo viera, la declaración solo traería desventaja para ella. Sabia que notificarle sobre esto seria inoportuno y poco efectivo, la princesa heredera era una mujer terca, irresponsable, que actuaba con la cabeza caliente y nunca aceptaba la culpa de sus acciones, si ya habia tomado una decisión era casi imposible hacerla cambiar de parecer. Todo aquello por culpa del emperador y el en ese entonces príncipe Sovieshu, que le dieron completa libertad y poder desde pequeña al punto de que hubiera podido convertirse en una tirana teniendo menos de una década de vida y nadie hubiera hecho nada para detenerla.

"¿Por que estas tan callada, señorita Rashta? Tu no eres que escribió esas cartas románticas, ¿Verdad?"  

Rashta ni siquiera sabe leer, mucho menos escribir, ¿Cómo podría pensar que el emperador la dejaría sin tal supervisión como para enviar cartas de amor con alguien mas?- Pensó Terra inmediatamente después de identificar la voz del gran duque Lilteang, parte de la familia real, iba a esperar un poco mas, hasta que la nombrada lo desmintiera, pues sabia que en caso de no hacerlo no seria inmediatamente sujeta a pruebas para garantizar que lo que decía era verdad, pero tarde o temprano llegaría a eso, y si Heinrey seguía siendo un poco como lo recordaba, seria mas temprano que tarde.

"No fue Rashta" 

"¿Enserio? ¿No crees que la dulce lengua de la señorita Rashta seria suficiente para cautivar al príncipe Heinrey?"

QUEEN ~ La Emperatriz DivorciadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora