QUEEN ~ La Emperatriz Divorciada

La calma antes de la tormenta

Mi visión estaba fija en el cielo, el sol brillaba agradable entre el manto azul claro y rodeado de las esponjosas nubes, estaba sola en mi recamara en completo silencio con los ojos bien abiertos en la escena tras mi ventana, me sentía aburrida por el labor que debía de desarrollar hasta que iniciara el baile de año nuevo, después de la llegada de los invitados extranjeros la cantidad de deberes (que ya eran pocos) se redujo a la mitad, siendo ahora básicamente inexistentes.

-Su alteza- La voz suave y calmada de Terra a mi espalda me asusto de sobremanera, me gire con rapidez golpeando con mi hombro la mano que se dirigía a mi espalda, al verla sonreí nerviosamente volviendo a ocupar mi lugar de forma correcta- Lamento asustarla, princesa Enio, no era mi intención. 

-No pasa nada, solo estaba distraída, ¿Necesitabas decirme algo? -No obtuve respuesta inmediata, en su lugar la rubia se quedo quieta en su lugar sin moverse por varios segundos, su cabello largo de color dorado cubría parcialmente su rostro obstruyendo que pudiera ver sus ojos color miel, parecía dudosa, aunque eso solo podía deducirlo por su silencio, ya que mi contemporánea rara vez expresaba emoción diferente a la tranquilidad- ¿Sucede algo malo, Terra?

La contrario inhalo profundamente como si se estuviera llenando de valor para lo que debía decir ahora- De hecho... Quería pedirle algo, su alteza- Eso si que era mucho mas extraño. desde que la conocía nunca habia dudado en darle lo mejor que podía a mi sequito, pero sobre todo a la única que tenia mi misma edad, después de todo me parecía algo justo para compensar lo vivido en su infancia, en ese caso la pregunta era otra, ¿Qué era tan importante como para que la paciente y recatada Terra pidiera algo que no fueran vestidos o permisos para faltar al trabajo. 

-Claro que si, Terra, ¿De que se trata?

La nombrada estiro su brazo, dejando frente a mi una hoja de papel arrugada que temblaba violentamente en su mano, voltee al lugar donde se supone debía de estar la carta y efectivamente ya no estaba sobre mi escritorio, arrugue el entrecejo al ver su expresión decidida pero temerosa, ¿Qué quería? Esa carta era la ultima que habia recibido de una conversación a distancia que estaba manteniendo con el duque Elgy, eso no involucraba de ninguna manera a Terra, ¿Por que le afectaría de alguna forma.

-No entiendo que es lo que quieres, se clara.

-Yo quería pedirle a su majestad que tuviera piedad de lady Rashta - Sus palabras me alteraron, de haber sido cualquier otra persona quizás la hubiera sacado de mi habitación inmediatamente, pero quise darle el beneficio de la duda, hice un gesto con la mano y la incite a seguir hablando- Se lo que su majestad esta planeando decirle al duque Elgy... Y yo creo que es una medida exagerada para una amante.

-¿En que basas tu posición? 

-Lady Rashta es una mujer inconsciente, ha cometido muchos errores pero no ha sido algo realmente grave, creo que con la ayuda correcta podría convertirse en una señorita y aprender cual es su lugar como amante- Hecho un vistazo a su alrededor en silencio por unos segundos antes de seguir- Pero... Un escarmiento como el de la princesa, es demasiado, aun no ha hecho nada tan alarmante para merecerlo.

-¿Te sientes muy identificada con ella? -Pregunte con voz dulce mientras ladeaba la cabeza, me acerque a ella y acaricie su cabello rubio con cuidado, aunque nunca la habia golpeado y tampoco planeaba hacerlo nunca igualmente se encogió temblorosa ante mi tacto, 

-Si, su alteza, lo hago... Lamento si mi petición es descuidada y absurda, y suplico su perdón si lo ha tomado como un insulto, solo pido algo de tiempo... Y que el destino sea quien demuestre la verdadera personalidad de la amante. 

-Entiendo- Rodé los ojos inconforme, reconsiderando mis actitudes con la mujer albina, tal vez mis reacciones fueron exageradas, quizás fui mas dura de lo acostumbrado con ella, si, era una opción, pero definitivamente no me sentía culpable por ello- No lo se, no confió en ella.