3: Instinto de protección

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–¡Oh no, no, no! ¡Esta no es la más estúpida idea que se te pudo haber ocurrido, Mikey! –Draken intentaba con todas sus fuerzas hacer que el mencionado recapacitara, pero era en vano, Manjiro ya cargaba sobre su espalda al omega inconsciente

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–¡Oh no, no, no! ¡Esta no es la más estúpida idea que se te pudo haber ocurrido, Mikey! –Draken intentaba con todas sus fuerzas hacer que el mencionado recapacitara, pero era en vano, Manjiro ya cargaba sobre su espalda al omega inconsciente.

–¿¡Y qué esperas que haga!?, ¿¡lo dejo ahí tirado!? –le replicó a su mejor amigo.

–Pues sí, digo no... –Draken se jaloneó desesperado el cabello –. siempre te ha dado igual la demás gente, ¿¡por qué justo hoy te la das de buen samaritano!?

Mikey no sabía la respuesta, solo corrió a socorrer al delgado omega, como si algo dentro de él le exigiera hacerlo. Instintos, sí, eso debía ser.

Mikey abrió una de las puertas traseras del auto, metiendo con cuidado el cuerpo del desconocido, para luego subir como copiloto. Draken a pesar de estar en contra de que el omega fuera llevado con ellos, porque sabía que era imposible arriesgarse a llevarlo hasta el hospital, no tenía elección y debía obedecer a su jefe.

El camino hasta el hogar de Mikey fue silencioso. Draken hizo una llamada a Emma para que no se preocupara, explicándole que el imbécil de su hermano había prácticamente secuestrado a una persona. Era de esperarse la sorpresa de su novia, pidiéndole que no llegara tan tarde a casa.

Sanzu se había marchado antes de que los dos rubios regresaran, mientras que Baji dormía plácidamente en uno de los sillones. Mikey apagó la televisión molesto, para no despertar al omega que de nuevo cargaba.

Takemichi fue llevado a una de las habitaciones, con Mikey tomándose el atrevimiento de cambiarle su ropa mojada por una de sus pijamas. Draken seguía analizando la situación desde el marco de la puerta.

–No te quedes ahí parado y llama al médico –exigió Mikey, arropando a su invitado. Draken bufó y salió a realizar la llamada.

No era una mala persona, era consciente de que el chico que trajeron se veía fatal. Si fueran ciudadanos promedio, no vería el problema de socorrerlo, pero eran criminales y no era correcto involucrar a ese joven, aunque sea solo metiéndolo en esa casa. Pero órdenes son órdenes y tuvo que pedirle al médico familiar que fuera.


El doctor Saito revisó cada uno de los signos vitales del paciente.

–Está a un paso de la desnutrición. Necesitaría hacerle algunos estudios, pero por mi experiencia creo que se trata de un omega con un lazo roto. Lo que conlleva a la muerte de su lobo. Es un caso habitual.

–¿¡Llama a eso común!? –exclamó incrédulo Draken, ante la poca empatía con las que el médico dijo el posible diagnóstico.

–Los omegas son más sensibles al abandono de sus parejas, conduciéndolos a una profunda depresión seguida de su muerte. No puedo imagíname como es que se ha mantenido con vida en tan mal estado, y puedo deducir que también está en cinta por el olor de sus feromonas –Ante lo último los dos rubios estaban inauditos

Un alfa para Takemichi |MITAKE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora