33: Vehemencia

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Entre la tenue oscuridad de los pasillos, el ojiazul se sentía observado

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Entre la tenue oscuridad de los pasillos, el ojiazul se sentía observado. Volteaba por todos lados en busca de lo que causara esa sensación. Prefería engañarse que era por unos feos cuadros que formaban parte de la decoración. Aceleró su andar hasta que fue jalado del brazo a una de las habitaciones.

Takemichi paseándose en sus ligeros pijamas era tan tentador como un pedazo de carne para un carnívoro, más acompañado de la ternura de que la razón para que estuviera fuera de la cama era Manjiro; ¿quién podía culparlo de seguirlo a pasos tan sigilosos?

-Te atrapé -pronunció el rubio a escasos centímetros de su rostro. Takemichi podía sentir el aliento tibio y su olor que había dejado de retener para camuflarse. Hanagaki no aguantó y lo besó, Manjiro como respuesta lo atrajo de la cintura, apegándolo como si quisiera que de forma sobrehumana no existiera alguna distancia.

-Me atrapaste -susurró en voz ronca el omega, su mirada se había teñido de un azul más intenso.

Takemichi era peor que cualquier droga, más adictivo, más imposible de mantener fuera de su mente y sin duda, imposible que algún día pudiera dejar. Quería tenerlo tan cerca, probarlo, sentirlo y hacerlo suyo una y otra vez.

Manjiro mordió uno de sus belfos, al sentir como el azabache metía sus manos entre su piel desnuda y la ropa estorbosa. Sano se dejó ir entre sus impulsos, acorralándolo por completo entre una de las paredes, acomodando una de sus rodillas entre sus piernas. Takemichi no pudo evitar gemir. El ojiazul había perdido la vergüenza de que el sonido de sus bocas pudiera ser escuchado por un tercero en la residencia.

Manjiro deslizó fuera de él su camiseta, acariciando su vientre. Takemichi sintió recorrerle un escalofrío por la columna, pegándose a la pared para sostenerse.

-Eres un tramposo, siempre me tomas con la guardia baja. -Manjiro sonrió ladino, besando su cuello, sobre la tan preciosa marca. Takemichi suspiró, temblando por la emoción, la cruda atracción de su cuerpo con el de Mikey.

-Mío, mío, solo mío -repetía entre succiones alrededor de la zona erógena del omega. Takemichi cada vez anhelaba con intensidad por completo su calidez, ser atendido por su alfa, sintiendo que sus piernas podrían colapsar.

Se sentía caliente hasta la médula, cayendo en las garras del deseo, haciendo un esfuerzo por no olvidarse de respirar, comenzó a frotarse sobre la pierna de su alfa. Manjiro como respuesta volvió a atacar su boca, ambos besándose con desesperación, acunando una de las manos del rubio el rostro de su amado.

La lluvia y dulzura del coco embriagaba a los dos, despojándose de sus prendas con apuro, hasta quedar de la forma más ansiada.

Takemichi tomó la hombría del contrario entre sus manos.

-Mi omega se volvió desvergonzado -las mejillas de Hanagaki no podían volverse más rojas, así que ni siquiera le afecto el comentario, es más comenzó a reír sin hacer a un lado su excitación.

Un alfa para Takemichi |MITAKE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora