13: Lazo

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Sanzu entró haciendo una mueca de desagrado, en cuanto percibió el olor jediondo particular, dentro de la bodega favorita de Muto

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Sanzu entró haciendo una mueca de desagrado, en cuanto percibió el olor jediondo particular, dentro de la bodega favorita de Muto. Se podía escuchar por los altavoces "It's been a long long time", mezclado con los golpes en seco, proporcionados a la actual víctima por encargo de su rey.

Se acercó con la misma escena de siempre; Muto sereno, como si se tratara de una tarde cualquiera. Mientras encorvado y deformado por los golpes, se encontraba Wakasa Imaushi.

–Nunca en mis más grandes sueños, pensé encontrarte en esta situación Imaushi –Sanzu comenzó a carcajear y le sonrió sádicamente –. Sí que eres estúpido.

–¿A qué se debe tu honrada visita? Aquí no se encuentra Mikey para que se la chupes –Wakasa intentó borrar la sonrisa del pelirosado con un comentario irónico, pero un puñetazo en su boca fue lo siguiente que recibió. Una forma de callarlo al estilo Muto.

–No tienes el derecho de abrir la boca, bastardo –Muto siguió golpeándolo sin una pizca de benevolencia. Sanzu se divertía con el espectáculo.

–Vamos, que no es como sino tuvieras cola que te pisen. Los rumores corren, pero de nada te sirvió ser el amante de otros de tu subgénero –Sanzu se acercó, jalando del cabello al torturado, logrando que así levantara la mirada para escupirle directo en la cara. –Eres un asqueroso.

Wakasa no podría negarlo. Él mismo se daba asco, pero no le daría la satisfacción al de ojos azules de bajar su moral.

Se limitó a actuar con desinterés, a pesar de que ya no podía reconocer qué parte le dolía más. Su cuerpo había sido molido a golpes.

–Vaya que ha sido una sorpresa, el que resultaras ser el anterior alfa del ahora juguetito de mi rey –Sanzu alzó su mano, para que así Muto le entregara una de las armas –. Qué lástima, debieron ser tal para cuál de patéticos.

Wakasa lo miró por primera vez con intriga.

–¿Takemichi está con Mikey? –Sanzu hizo un sonido de asentimiento.

–Asquerosamente sí. Aunque yo le apuesto menos de dos meses, para que tenga el mismo destino que tú –posicionó la punta del arma en el cráneo de Imaushi. El alfa interior de Wakasa se sentía humillado, asustado y cansado de forma emocional.

Su vida dejó de tener sentido tras la muerte de Shinichiro, su destinado. Pero por una mala broma de la luna, otro alfa.

Ese había sido la única vez que sintió adoración, un sentimiento egoísta y temeroso guardado para sí mismo, hasta que le fue arrebatado.

Luego no quedó nada, estaba drenado. Vivo pero muerto por dentro.

Su matrimonio con Takemichi había sido una obligación, tenía que cumplir con los caprichos de su familia y con la naturaleza de un alfa. Pero nunca existió esa llama o estimulación en su ser, solo era sexo, solo era una apariencia.

Un alfa para Takemichi |MITAKE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora