Capítulo 10. La cita

58.3K 2.6K 434
                                    

SIENNA

- Pensé que habías dicho que era una emergencia — dije con un tono como si le estuviera lanzando un puñal a mi madre.

- ¿Y estropear la sorpresa? Estaba enseñándole al señor Norwood algunas de tus fotos de cuando eras un bebé. ¿A que era adorable?

- Sí, incluso entonces ya se veía que se convertiría en una mujer fuerte y hermosa — respondió, dirigiendo sus hipnotizantes ojos verdes bañados en oro hacia mí —. Este té está delicioso, señora Mercer.

- Por favor, llámame Melissa — respondió con una risita.

Tenía ganas de vomitar. Mi propia madre estaba más enamorada de mi pareja que yo.

Apuesto a que pensaba que Aiden era mi príncipe azul, pero ya le había mirado a los ojos muchas veces y no había captado esa mirada de reconocimiento.

Al fin y al cabo, solo me estaba utilizando.

- ¿Qué tal por el centro? — preguntó, mostrando una sonrisa diabólica.

¿Por qué le importaba? ¿Sabía lo de Jocelyn?

- Bien — respondí, tratando de no dejar que su mirada se apoderara de mí.

No ayudaba el hecho de que su camisa apretada marcara cada centímetro de su amplio pecho y sus abultados brazos o que sus vaqueros se ajustaran perfectamente a sus piernas fuertes y definidas.

Por su sonrisa pícara, me di cuenta de que sabía que estaba luchando por evitar que mi Bruma se disparara.

- Creo que nunca te había visto con el pelo recogido. Te queda bien, sobre todo con esa marca que tienes.

Había olvidado por completo que me había recogido el pelo en una coleta al llegar a la galería. Tenía el pelo alborotado y me caían mechones por todos lados. Un sudor seco me corría por la sien.

Tenía un aspecto desastrado y horrible y él lo sabía. Y, naturalmente, el cabrón arrogante quería admirar su propia obra.

- ¿Qué haces aquí? — pregunté, saltándome las formalidades. Tenía la convicción de que después de lo que había pasado esa misma tarde era inútil tratar de actuar civilizadamente.

- Soy un hombre con una misión — dijo, divertido —. Quiero saber más sobre ti y tu familia. Me he dado cuenta esta tarde de que apenas nos conocemos.

Claro que no. Me marcaste porque sí.

Sin embargo, su cambio de actitud me hizo pensar que Jocelyn había transmitido el mensaje de que sería mejor que se pusiera las pilas. Ha sido rápido, pensé.

Me crucé de brazos y le miré con fastidio.

- ¿Y qué implica tu misión?

Con los ojos muy abiertos, vi cómo se levantaba y me cogía de la mano.

- Sienna, ¿te gustaría cenar conmigo esta noche?

El gilipollas me estaba cortejando, y maldita sea, estaba surtiendo efecto.

Tan educado de repente. Probablemente porque mi madre estaba delante. Ella estaba más a gusto que en brazos.

Mis mejillas se sonrojaron y el corazón me latió tan fuerte que probablemente lo oyó. Me estaba convenciendo. Tal vez Jocelyn tenía razón acerca de él.

Tal vez Aiden Norwood merecía una oportunidad.

- No estoy vestida para la ocasión — dije, a modo de protesta.

- Yo tampoco — dijo, sonriendo —. Ya lo solucionaremos. ¿Vamos?

A lo mejor, pensé. Pero le hice esperar. No iba a ceder tan fácilmente. Finalmente, asentí con la cabeza.

Lobos milenarios (libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora