Capítulo 11. El espectro

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SIENNA

Desde el extremo opuesto del claro, un lobo irrumpió de entre los árboles. Era enorme, el lobo más grande que había visto nunca, y sus ojos color avellana resplandecientes se posaron sobre mí.

Gruñí y mostré los dientes. No me importaba si se enfadaba. No iba a poseerme.

No se inmutó ante mi gesto y se acercó, tratando de acobardarme con su tamaño.

Pero el miedo que se apoderó de mí no tenía nada que ver con su tamaño. Tenía miedo porque al estar marcada podía controlarme.

Recordaba lo que decían mis amigas cuando tuvimos nuestra primera Bruma, pero, obviamente, yo nunca lo había experimentado de primera mano.

Durante la temporada, si una hembra había sido marcada, el macho que la había marcado podía de forma natural hacer crecer la Bruma de la hembra. Con apenas un roce, podía hacer que se excitara tanto como él.

Era lo que había sucedido cuando Aiden me había besado la mano en el restaurante. Lo veía en sus ojos.

No le interesaba ir detrás de mí ni conquistarme en serio. Solo quería follar. Típico de un alfa.

Seguramente la cita solo era para eso. Una oportunidad de tenerme indefensa ante él. Una oportunidad de liberar tensión para poder volver a sus responsabilidades de alfa.

La voz de Emily había sido lo suficientemente fuerte como para lograr sacarme de los efectos de la Bruma, pero ¿qué podía suceder la próxima vez?

¿Cómo podía escapar de él cuando tenía tanto poder sobre mí?

Aiden se acercó, olvidando que yo no era una de sus lobas domesticadas.

Ni yo misma conocía todo mi poder, pero sabía que no quería que se acercara.

Gruñí profundamente. Atrás, cabrón. Aléjate de una puta vez.

Mis músculos se tensaron, aguardando que se abalanzara sobre mí de un momento a otro.

Nos miramos a los ojos y ninguno de los dos apartó la mirada.

De repente, nuestros oídos se agudizaron y escuchamos un sonido de pasos.

Un enorme lobo rubio emergió de entre los árboles que había detrás de Aiden junto con una manada de cuatro lobos.

Era Josh y parecía nervioso. Algo iba mal. ¿Por qué habían venido al bosque?

Josh, en su forma de lobo, miró fijamente a Aiden. Me sorprendió que ninguno de los dos hubiéramos sido capaces de olerlos, pero al fin y al cabo estábamos concentrados en los olores del otro.

Fuera cual fuera el motivo, debía de ser importante porque, de primeras, Aiden se volvió furioso al ver a su subordinado.

Pero en cuestión de segundos empezó a dar vueltas sobre su manada y a comunicarse con ellos a través de gruñidos y miradas agresivas. Era un líder nato.

Yo quería saber qué pasaba. ¿Era por mí?

Pero al mismo tiempo no pensaba quedarme para averiguar si Aiden seguía bajo los efectos de la Bruma. Vi que era mi oportunidad de escapar y hui bosque adentro.

Cuando los últimos rayos de sol se desvanecían entre los árboles, vi una figura brillante mientras corría.

Al estar en forma de loba, mi visión era mucho más precisa que cuando estaba en mi forma humana, así que me detuve en seco y vi con absoluta claridad a una mujer de piel blanca nacarada y ojos nebulosos de color púrpura, azul y gris eléctrico.

Lobos milenarios (libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora