Capítulo 21. La resaca

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SIENNA

Habían pasado tres días desde la carrera y me sentía como si tuviera resaca, es decir, tenía las emociones a flor de piel.

A veces sentía un destello de euforia al recordar la emoción de la persecución y otras veces caía en un bajón emocional, pensando que nunca volvería a sentirme así.

Aiden también se sentía así. Había estado más distante y se había refugiado en el trabajo. Selene omitió convenientemente que a la mejor experiencia de mi vida le seguiría una agobiante sensación de malestar.

Tenía que hacer algo para animar el ambiente, así que decidí cocinarle a Aiden su postre favorito: tarta de manzana.

Jocelyn me dijo que el Alfa era muy goloso, y aún no había utilizado ese recurso. Pero pensaba usarlo por una buena causa.

Iba de un lado a otro por la cocina tarareando y moviendo las caderas, derramando harina por todas partes. Tampoco esperaba que un montón de pajaritos entraran por la ventara para cantarme y envolverme en una manta de seda, pero la verdad es que me sentía muy bien.

El temporizador del horno sonó: la tarta de manzana estaba lista. Olía a gloria. Si pudiera haber elegido tener un aroma para toda la vida, hubiera sido ese. Le envié un mensaje a Aiden para preguntarle cuándo iba a llegar a casa. Quería saber cuánto tendría que esperar para ver esa carita.

Sienna: "Oye, ¿estás de camino a casa? Tengo una sorpresa 🥰"

Aiden: "Aún estoy en el trabajo. Aquí también me han dado otro tipo de sorpresa. Tengo que lidiar con invitado VIP de última hora para el Baile de Navidad. Voy a trabajar hasta tarde"

Sienna: "¿Otra vez? Es la tercera vez esta semana"

Aiden: "Lo sé... No es lo que yo querría; pero es lo que hay. El Baile de Navidad es en dos semanas y esto es un caos"

Sienna: "¿Volverás al menos antes de que me duerma?"

Aiden: "No lo sé. Yo no esperaría despierta"

Sienna: "Bueno, vale. Hablamos más tarde, supongo"

Todo el entusiasmo que había acumulado se esfumó de mi cuerpo en un instante. De repente me enfadé. Estaba enfadada conmigo misma, por haberme esforzado tanto en cocinar un postre como un ama de casa sumisa. ¿No tenía nada mejor que hacer que cocinar para un hombre? ¿Y recibir su aprobación?

Pero también estaba enfadada por lo mucho que me molestaban sus mensajes, porque su ausencia me afectara tanto.

Antes había deseado que hubiera distancia entre nosotros. Incluso había llegado a desear que estuviéramos en lados opuestos de la Tierra. Pero ya no podía soportar no verlo más de un día.

Y eso no me gustaba.

Cuando la tarta de manzana se enfrió, su aroma se desvaneció. El inconfundible olor de Aiden, un olor masculino con toques de madera, volvió a llenar la habitación. Así de fuerte era, podía inundar la casa incluso cuando él no estaba.

Bastaba con su aroma para que un sentimiento de tristeza me recorriera el cuerpo. Desde la carrera, cuando habíamos conectado como lobos, mi loba interior sentía la necesidad constante de estar cerca de él. Era como si él irradiara algo que nos conectaba y yo quería sentir esa conexión en todo momento.

Las lágrimas inundaron mis ojos. Puse la mano sobre mi marca mientras mi cuerpo temblaba.

Sabía que estaba siendo muy dramática. Me sentía como una adolescente estúpida. Pero no me importaba. Solo quería que estuviera conmigo, que me abrazara, que me besara, que me dijera que todo iba a ir bien entre nosotros.

Lobos milenarios (libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora