Capítulo 26. El Baile de Navidad

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SIENNA

En lugar de montar una escena después de que Josh y Michelle se enamoraran a la vista de todos, Jocelyn se lo tomó con calma. Se puso de pie y levantó la copa para proponer un brindis por la nueva pareja. Y así todo el mundo se quedó tranquilo.

La curandera curando.

Pero cuando me desperté por la mañana, no me sentí en absoluto curada. Porque el hueco de mi cama que le correspondía a Aiden estaba vacío. Normalmente yo era la primera en levantarme, así que era muy extraño. No era que acabara de despertarse. Ya no estaba en casa.

Y entonces caí en la cuenta: no era un día cualquiera. Era el Baile de Navidad.

Aiden iba a estar todo el día en la Casa de la Manada de preparativos, asegurándose de que todo estuviera listo para el mayor evento del año en la ciudad. Era el baile al que estaban invitados todos los mayores de dieciséis años, tanto humanos como hombres lobo. Era el evento festivo que reunía a todo el mundo para celebrar el año que concluía y para desear un feliz año nuevo.

Y era todo un espectáculo. Todo el mundo se vestía de punta en blanco y se aseguraba de que hijos, parejas y familia también lo hicieran. Era un acontecimiento para ver y ser visto y especialmente popular entre los jóvenes solteros que buscaban pareja.

Aunque los años anteriores yo no había buscado, mi subconsciente había estado atento, por si acaso. Pero este año iba a ser diferente. Tenía a alguien al lado: el Alfa. Si alguien me hubiera dicho el año anterior que iba a acabar yendo con el Alfa de la mano, me hubiera reído en su cara. Pero sí...

Entonces mi teléfono vibró en la mesilla de noche.

Michelle: "¿Hola? Estoy fuera ¡¡¡Llevo un buen rato llamando!!!"

Ups. Me levanté de un salto y bajé las escaleras corriendo hasta la puerta principal. Cuando abrí Michelle me miró y se echó a reír.

- Vaya pelos...

- ¡Cállate!

Me acerqué al espejo del pasillo y, al ver mi reflejo, empecé a reírme también.

- Bueno, vale. Vaya pelos.

Tenía la melena desperdigada y una marca rara en la mejilla, como si me hubiera quedado dormida encima de la mano.

- ¿Te acabas de levantar?

Michelle me dio un café y yo asentí con la cabeza mientras le daba un sorbo.

- Son las diez y media. ¿Desde cuándo duermes hasta tarde?

Casi escupo el café.

- ¡¿Son las diez y media?! —pregunté. ¿Cómo se había hecho tan tarde?

- Venga, a la ducha. En un rato llegará Selene con los vestidos y tenemos que arreglarnos el pelo antes.

Estábamos subiendo las escaleras cuando me giré hacia Michelle y le hice la pregunta que me rondaba por la cabeza desde la cena.

- ¿Has hablado con Jocelyn?

Michelle asintió.

- Sí, nos hemos tomado un café.

- ¿Y?

- No sé qué tiene esa chica, Sienna. Es tan... encantadora. No lo entiendo.

- ¿A qué te refieres?

- Cuando Ross me dejó, estaba destrozada. Tú lo sabes. Y si me hubieras visto cuando él me lo dijo... Quería darle una paliza. Literalmente. Sentía una rabia ciega dentro de mí. Pero Jocelyn... era como si lo hubiera visto venir. Me dijo que el amor es lo más importante para ella. Que está de verdad feliz de que nos hayamos encontrado.

Lobos milenarios (libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora