UNO

468 37 7
                                    

Cuando vives tan pocos años y la pasas tan mal... crees que es mejor estar al cien por ciento sola... o directamente no estar...

Alba tenía una vida relativamente normal. Lo que se sabía de ella en la ciudad era poco: iba a la escuela y vivía con su abuela y lo que se decía era mucho:

"No te acerques a Alba. Ella no es normal"

"Alba anda en cosas raras"

"Nadie puede querer a Alba, las pocas personas que andan cerca de ella terminan mal"

"Alba es drogadicta."

"Alba está demente."

Los rumores sobre ella la tenían sin cuidado. Ninguno era cierto. Y por otro lado le daban una soledad que le dejaba pensar tranquila y un respeto (¿o temor?) que ni siquiera los profesores tenían en aquel desolado edificio.

A pesar de todo ella siempre fue lo que se dice: una buena persona, aunque para la mayoría era "la chica mala". Sabia y calculadora, había mantenido un bajo perfil durante prácticamente toda su vida. O al menos desde que tenía memoria.

Ella siempre pensó que los hilos se manejan desde atrás y pocas personas lo hacen desde la oscuridad. Las personas no son dueñas de sus destinos, los que manejan los hilos, cual titiriteros manipulan a quien quieran y las decisiones que creen tomar fueron previstas por otros. Alba movía los hilos, Alba la manipuladora, Alba conseguía lo que quería con su belleza.


Alba no había reído verdaderamente en años, su rostro siempre estaba serio, aunque ella no se viera bonita, ella era preciosa.

No era una modelo, no era 90-60-90. Era algo mejor, porque ella era real.

Real y fría.

Real y misteriosa.

La chica ya no recordaba el verdadero sonido de una carcajada propia, lo que no olvidaría jamás era el motivo, el día en que dejo de creer en todos.

Cuando se volvió solitaria ...
Al poco tiempo ya no hablaba con casi nadie. Sin amigas... sin amigos... de vez en cuando hablaba con alguien, pero por pura obligación... había aprendido a no creen en las palabras de nadie.

Alba había trabajado hasta tarde ese día, las cuentas eran interminables y no quería tener ningún tipo de problema que conversar con su abuela, que vivía con ella, su relación no era la mejor desde que empezó a trabajar, ya que la anciana se oponía totalmente. Como la jubilación de la mujer no alcanzaba y Alba no tenía ningún tipo de beca, la mujer tuvo que aceptar a la fuerza.

Apenas podía darle lo necesario y la joven tenía su propio sueño, el cual solo era conocido por Dios, ella, su abuela y el encargado que la dejaba tocar en el escenario del bar donde trabajaba. Muchos habían deseado lo que ella. Pocos lo conseguían. Porque pocos eran los que intentaban. La chica siempre pensaba que los sueños quieren ser realizados. Está en nosotros si los realizamos o no. Está en nosotros darles vida.

Esa noche, había estado lloviendo. El clima, aunque le encantaba, no era el mejor para poder hacer sus tareas. Pero no tenía otra salida, su abuela, aunque no lo admitiera, estaba enferma y ella lo sabía. Había encontrado una carta del médico hablando sobre su delicado estado de salud y con un par de horas extras al menos podría pagar los medicamentos, y con algunos ajustes en sus finanzas hasta podría ver de alguien que ayudara a la mujer en casa durante sus ausencias.

El día siguiente faltó a clases porque se sentía enferma, hacía mucho frío y había, obviamente, pescado un resfriado.

-No vas a ningún lado, Alba. Eso es todo.- dijo la mujer apoyándose en el marco de la puerta con una expresión de cansancio y preocupación.

Angel From My Nightmare M.C. EDITANDO! *español*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora