Consecuencias

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—Por Dios, puede acabar de una vez ya...

Josh bufó desesperado.

—¡Chanel! ¿Vienes o no?

La morena hizo un gesto con la mano, sonriendo un poco forzada, e instó a Raquel y Josh a que fueran tirando sin ella.

—Yo de verdad... —Raquel alucinaba.

—No sé en qué está pensando...

—No piensa, ese es el problema. —Raquel bufó.

No aprobaba muchas de las cosas que hacía su amiga, pero tenía que morderse la lengua porque no era asunto suyo. Aunque si la dejaran hablar...

—Algo le ha pasado para ese cambio tan repentino, es que no lo entiendo... —Josh abrió la puerta de la cafetería, dejando pasar a la rubia. –Ella sabrá.

—Ella sabrá. –Concedió Raquel.

—Ey, chicos, ¿y Chanel?

Raquel volteó los ojos y Josh forzó una sonrisa ante la pregunta de Pol. Habían quedado en reunirse en la cafetería del hotel para desayunar y terminar de pulir el calendario de los dos próximos días en Portugal. Actuarían en el Festival de la Cançao, pero además tenían previsto visitar un par de televisiones locales y reunirse con el ganador del Festival.

—¿Todavía está hablando por teléfono? –Pol estaba asombrado. –Guau, sí que tiene cuerda.

María, sentada al lado de Exon, apretó los labios y disimuló su disgusto haciendo ver que estaba mirando Instagram.

—Pues no podemos entretenernos más. —Dijo la castaña, visiblemente molesta. –Hemos madrugado para...

—Ey amores. —Chanel entró a la cafetería. —Perdón, perdón, lo siento... —Besó a Raquel y Josh, los más cercanos a ella, y lanzó besos a Pol, María y Exon, sentados en el sofá —Es que ya sabéis que Bastián siempre habla y habla, y no para, no para...

—Sí, por desgracia lo sabemos. —Dijo Raquel entre dientes.

La morena lo oyó perfectamente, pero hizo caso omiso, mirando al resto de los chicos.

—¿Desayunamos?

Pol levantó su vaso de zumo de naranja, haciendo ver que ya estaba servido, y Josh y Exon fueron directos a la mesa de los dulces. Raquel los siguió y María se levantó la primera para ir en busca de café.

—Jefa. –Pol la llamó antes de que cogiera su bandeja y fuera en busca del desayuno. —¿Estás bien?

—Perfectamente. —Sonrió.

—Vale. —Le mantuvo un poco más la mirada. —Si no lo estás, puedes decírnoslo, ¿vale? Puedes contar con nosotros.

—Lo sé, amor.

Chanel se acercó un poco a él y apretó su mano encima de la mesa. Sabía que podía confiar en ellos, y no es que no lo hiciera habitualmente, pero todo lo que había pasado con el acoso en redes también les había tocado a ellos de lleno, y no quería meterlos más en ese asunto. Además, estaba María...

La noche que María se quedó en casa con ella, Chanel entendió dos cosas muy obvias y muy complicadas a la vez: que estaba loca por María y que María haría lo que fuera por ella. Y por muy tentador y romántico que sonase eso en su cabeza y por muchas ganas que tuviera de dejar de darle tantas vueltas a las cosas y simplemente, dejarlo fluir, no estaba bien.

No estaba bien porque tenían algo más importante entre manos y porque no podían obviar al resto de sus compañeros.

Además había algo más. Esa noche, y los días posteriores, y puede que los días anteriores, aunque ella no había sido capaz de verlo, Chanel había entendido otra cosa: no quería que María se convirtiera en lo que habían sido todas sus relaciones desde que empezó a tener relaciones.

AproximacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora