Miraba atenta a la señorita Golfen. Mi maestra de literatura que decía que las historias debían ser tanto ficticias como reales, me aburría demasiado su clase y lo único interesante de esta, es que nos dejaba leer un libro -el que quisiéramos- y hacer un resumen de el.
Los demás estaban más dormidos que desiertos, y no los culpaba, ya era aburrido estar sentado en una silla por ocho horas con un descanso de veinte minutos para comer. Parecía una cárcel.
Lo bueno, es que sólo quedaba una semana para terminar el año. Estaba en mi segundo año de preparatoria, pronto estaría en tercer año y después... No sabía que hacer con mi vida.
Aun que la mayoría de los adolescentes de mi edad, tienen la misma problemática... Yo no estoy tranquila. Pues toda mi familia sabe que hacer con sus vidas y que quiere hacer.
Pero siempre decían que había una oveja negra en la familia, bueno, yo era la oveja negra de mi familia.
Mis padres Elma Amendola y Matteo Torres eran músicos y en su juventud mi padre fue un muy reconocido cantante, tenían una tienda de instrumentos y un como bar donde trabajaban. Mi hermano Jayden Torres el mayor de 24 años tenía una "banda", y tocaban en el bar de mis padres. Mi hermana menor Madison Torres, hasta ella sabía que hacer con su vida y tenía seis años. Y luego estaba yo... Aneli Torres, de diecisiete años sin saber qué hacer con su vida.
Esa era mi familia.
Cuando él timbre sonó anunciando por terminada la clase, recogí mis cosas y salí del salón. Me puse el gorro de mi sudadera y camine a la salida.
Victoria me esperaba al lado de su auto con su novio besándose. Genial. Me tocaba esperar quince minutos de besos y toqueteos.
Victoria era mi mejor amiga. La conozco desde que empezó la preparatoria y tengo que decir que aún que llevamos poco tiempo de conocernos siempre habido una conexión . En resumen, ella es mi alma gemela en forma de amistad.
Desde que cruzamos palabra, esa conexión se sintió de inmediato.
—Vic.
—Ani —dijo separándose de su novio—en un rato nos vamos.
—Hola, Aneli —me saludo su novio.
—Hola, David. Vic, puedes abrir.
—Claro.
Entre en el auto viendo como volvían a besarse, puse mala cara y mejor encendí mi teléfono poniendo música.
Después de los quince minutos por fin iba rumbo a mi casa. Vic consiguió que sus padres le sacaran una pre-licencias. Era una para menores de edad y era lo mejor que pudieron inventar. Así me ahorraba casi veinte dólares de taxi desde mi casa a la escuela y viceversa.
—Sana y salva señorita.
—Casi nos matas en el cruce, no diría que tan a salva llegue —hable quitándome el cinturón.
—Nah tontearías, fue culpa del otro conductor.
Le puse mala cara y salí del auto dejando la puerta abierta.
—¡Maldita sea Aneli, odio que dejes la puerta abierta! ¡Haces que tenga que bajar a cerrarla!.
—Eres fitness no, has ejercicio.
No escuche que dijo mientras sacaba las llaves de la casa. Cuando abrí escuche que se alejaba y entre en la casa.
En cuanto entre una flecha de juguete paso frente a mi pegándose en la pared con la goma que tenía en la punta. Mire a mi costado viendo como mi hermanita me apuntaba con su arco de juguete.
—Alto ahí, se lo ordena su princesa.
—Oh, lo siento alteza —le hice una reverencia y bajó su arco sonriéndome.
Madison, mi hermana, era un niña muy activa, le gustaba estar aprendiendo nuevas cosas, claro que su actividad favorita era estar en la tienda de música probando los instrumentos. Ella era bajita, delgada con el cabello rubio como el de mamá, ojos azules y un carácter que Uff. No les gustaría hacerla enojar.
—Ahora en que andas metida Madi —dije bajando mi mochila y dejarla al lado de la mesita de la entrada.
—En nada, hoy vi una película de una princesa que usa el arco, y me gustó, ahora quiero practicar arquero.
—Arquería.
—Eso —dijo y se fue felizmente por el pasillo que conectaba el comedor con la sala.
Cuando di otro paso, mi hermano iba saliendo de la cocina con una tortita en mano comiendo y al teléfono.
Se la arrebate y le di un mordisco mientras me decía algo pero con la boca llena no entendí nada.
—Es para una buena causa —dije dándole un mordisco.
Entre en la cocina viendo a mamá preparar tortitas de pollo y espagueti.
Mi mamá era una mujer medio alta, delgada y con el cabello castaño en la raíz y rubio en las puntas -y era natural-. Madi se parecía mucho a ella. Y un dato extra era que la madre de mi mamá era de Estados Unidos, y su padre era mexicano, y cuando se casaron se quedaron en México por un tiempo hasta que decidieron vivir en Nueva York.
—Hola mamá.
Ella se giro con una sonrisa cálida me dio un abrazo y un beso en mi frente.
—Que bueno que llegas hija. ¿Cómo te fue en la escuela?.
—Pues como va hacer mamá, es una nerd tu hija —mi hermano tomo otra tortita.
—Cállate Jay, que almenos yo sigo estudiando y no estoy por la vida presumiendo tener una banda donde lo único que hacen es lastimar a los pobres instrumentos.
—Mira mamá, tu hija me está molestando —reí por el puchero que hiso y me acerque a él dándole un abrazo.
—Te quiero poste.
—Y yo duende.
Esos eran nuestros apodos. Pues el literal, parecía un poste de lo alto que era. También era delgado, con el cabello negro como papá, ojos miel como los de mamá, mandíbula marcada y pestañas largas. Era demasiado atractivo mi hermano, pero jamás se lo diría.
—Arriba las manos polisones. Es hora de que se rindan.
Madi llegó y disparo la flecha que tenía clavándosela a Jay en la frente.
—Oh no, me dieron. Corran, salven se.
Hiso una escena dramática donde moría y yo corrí al lado de mamá que de inmediato se unió a nuestro juego.
Así eran las tardes en la familia. Juegos.
Corrí por la casa evitando las flechas que Madi me lanzaba mientras mamá hacía lo mismo.
—Alto ahí.
Me escondí atrás del sillón y mamá debajo de la mesa.
—Los encontraré, ¡Aahh!.
Jay la tomó en el aire y dio vueltas con ella mientras le gritaba que soltara a su princesa.
Salí de mi escondite y tomé a Madi de los brazos de Jay para dejarla en el sillón y hacerle cosquillas.
—Ríndase princesa, ha perdido.
—Jamás.
Rodó en el sillón liberándose de mi.
Mi mamá la agarro en sus brazos y le hiso cosquillas mientras ella decía que no.
Jay me abrazo a mi y me alzó en el aire llevándome con ellas que las abrazo también y nos tumbó en el suelo. Madi quedó hasta arriba de nosotros y nos disparo con las flechas.
Nos levantamos de inmediato y cuando me atrapo acorralándome en la puerta de la entrada alzo su arco.
—Es tu fin polisón.
Y disparo. Me quite y la puerta que se abrió dándole a papá en la frente.
Venía de la tienda de música. Con el maletín de su guitarra en mano.
Cuando sintió la flecha me sonrió guiándome un ojo. Y empezó su drama como mi hermano.
—Oh no. Me dieron, hombre caído.
Y se dejó caer en la puerta cerrando sus ojos.
—¡Si, gane!.
Madi salió corriendo por la casa y ayude a papá a levantarse.
Mi padre era alto, con cabello negro ojos azules, con músculos por el ejercicio, delgado. Realmente era casi igual a mi hermano, solo que con más años de edad encima.
En cuanto estuvo de pie me dio un beso en mi cabeza y revolvió mi cabello.
—Hola hija. A que estaban jugando.
—Siendo honesta no se, pero le estamos siguiendo el juego a tu hija.
Mi madre salió de donde estaba para saludar a papá que consistía en un beso y posiblemente un apretón. Y no, no un apretón amistoso. A pesar de los años que tenían juntos, su amor seguía intacto, incluso me atrevería a decir que incremento.
Puse una mueca y salí ala cocina donde Madi tenia retenido a Jay.
—Ayuda... —su teléfono sonó— Perdón Madi, tengo que contestar.
Y salió de la cocina dejándonos a las dos solas. Mamá y papá entraron y le ayudamos a mamá a poner la mesa. Cuando llevaba los platos de espaguetis mi hermano entro entusiasmado y haciendo su pasito de victoria -que consistía en mover los pies de delante atrás y los brazos igual-. Todos lo miramos raro.
—Ahora que pasa hijo —dijo papá sentándose.
—Pasa, papá que acabo de conseguir entradas para el concierto de la mejor banda del mundo.
—Definitivamente no es la de el —susurre a Madi que rio.
—Pues que bueno hijo. ¿Cuándo será eso?.
—Esta noche.
Mis padres se miran entre sí, están teniendo una platica telepática -así le digo yo- de sí negarse o no decir nada al respecto. Y como casi siempre sucede, no dirán nada más que un:
—Pero con cuidado, no quiero que tomes por favor, Jay. ¿Esta claro?.
—Si mamá.
Cuando se acaba la hora de comer papá vuelve a la tienda de música junto con mamá y los tres hermanos nos quedamos en casa.
Me pongo hacer los pocos deberes que tengo, arreglo mi habitación, acomodo mis discos y recojo la ropa sucia que lleva dos días en el sesto de ropa para lavarla.
Mi habitación es mediana. Cabe justo lo necesario y todavía queda espacio para otra cosa más. Tiene dos ventanas, una arriba de mi escritorio, y otra es para salir al balcón. Dos puertas que una lleva al baño y la otra a una habitación más pequeña que es mi guarda ropa. Una estantería donde cuelgo chamarras y pongo libros, una zapatera a su lado. Mi cama individual en medio de la habitación con una mesita de noche al lado, y en la esquina dando de frente a la puerta están mis instrumentos. Mi teclado, mi guitarra el bajo y el violín. Se tocar mas instrumentos pero como no podía tener aquí todos, están en el estudio de papá.
Póster de cantantes oh álbumes de canciones que me gustan, algunos dibujos de mi hermana que me regalaba en mis cumpleaños, oh y se me olvidaba, en la esquina entrando mi estantería de mis discos, con una mesita donde estaba el tocadiscos con la caja de los discos de vinilo al lado.
Me quede sentada frente a mi zapatero tarareando una canción mientras recogía los zapatos.
Y entonces se me ocurrió algo. Mi cabeza empezó a imaginar ciertos acordes. Me levante rápido dejando los zapatos tirados y me senté frente al teclado.
Empecé de nuevo a tararear y hacer los acordes. Mi mente trabajo rápido y mientras los tocaba agarre mi libreta con las partituras y comenzó a escribir.
—Hermana —alce la cabeza olvidando la música.
Mi hermana era la única por la que dejaba de hacer lo que fuera para estar con ella.
—¿Qué sucede?. Ven.
Entró en mi habitación y se detuvo a mi lado. Me hice aún lado dejándole espacio en el banquito.
—Te escuché tocar y quise venir a ver.
—¿Has seguido practicando?
Asintió.
Le rodee sus hombros con uno de mis brazos y la acerque a mi. Con mi mano libre empecé a tocar su canción favorita de una serie. Ella sonrió y con sus dos manitas empezó a tocar también.
—Se que cruzaríamos los siete mares, contigo hasta el final del mundo yo iría.
Empecé a cantar mientras ella hacía un suave sonido al coro.
—Eres mi fuerza y mi motor, todo lo pintas de color.
—Quiero que estés cerca de mi —cantamos al mismo tiempo dejando de tocar las teclas.
Me abrazo de la cintura y yo por encima de sus hombros. Nos quedamos así un rato mientras le pasa mi mano por su cabello casi rubio.
—Saben, parecen gemelas —dijo Jay mirándonos desde la puerta—, solo que tú Ani, tienes el cabello oscuro y ella rubio. Se parecen tanto pero a la vez no se parecen en nada.
—Que poético hermano.
—Lo sé, gracias. Bueno venía a decirles que se preparen, irán conmigo.
Y se fue.
¿Como? ¿Ir con el? ¿A dónde?.
Madi y yo nos miramos confundidas y nos levantamos al mismo tiempo rodeando el teclado y siguiendo escaleras abajo a nuestro hermano mayor.
—¿Ir a dónde?.
—Pues a donde más, al concierto.
Oh no. Yo no quería salir.
—No, quien te dijo que queríamos ir.
—Yo si quiero —Madi se pego a la pierda de Jay.
Este le revolvió el cabello y sonrió.
—Dijo mamá que si iba una, iban las dos, así que alístense, nos vamos en una hora.
—No, no voy a ir. Te llevaras a Madi, pero yo me quedo —hable firme.
(...)
Han escuchado la regla de ¿somos dos contra uno?. Bueno, eso me paso. Dos contra uno.
En este caso, mis dos hermanos contra mi. Y saben donde terminé por esa regla... Si, de camino a un concierto.
No sabía cómo había terminado subiendo al auto, y como fue que mi hermano me hiciera ponerme una playera negra con un estampado de calavera. Y no sabía cómo también había accedido a que Madi viniera y estuviera peinada con una coleta, un moño azul, y la misma playera que yo pero más pequeña.
Ni siquiera sabía a quien íbamos a ver. Solo sabía que era una banda. Una banda que... Si mal no escuche, es la que está sonando en el radio del auto. Y... A decir verdad, ahora entiendo porque no se mucho de esa banda.
No soy fan de la música con... Volumen alto, por así decirlo. Y esta banda, era así. No diré que esta mal, que es mala, cada quien tiene gustos propios, pero por mi parte, no soy fan.
Cuando llegamos estaciono el auto por donde pudo y me gire a ver a Madi para señalarla con el dedo.
—Tú no te alejes de mi, o de alguno de nosotros, ¿entendido?.
Ella sintió entusiasmada. Baje del auto y abrí la puerta de atrás y bajó de inmediato, la tomé de la mano antes de que se echara a correr.
—Que dijimos Madison.
—No alejarme, entendido.
Se zafó de mi agarre y Jay la tomó en brazos subiéndola a sus hombros.
—¿A dónde tan deprisa?. Andando Ani.
Cerré la puerta camine detrás de ellos mientras Madi movía sus piecitos felizmente.
Al estar en la entrada, mientras hacían cinco filas y mostraban su boleto encontramos a los amigos de Jay.
Gabriel fue el primero que vimos, y en el grupo de los amigos y de la banda de mi hermano es el baterista. Es alto, de cabello rubio oscuro delgado con tatuajes por su hombro y cuello, un piercing en su ceja. Llevaba la misma playera que yo y mis dos hermanos.
El se acercó con nosotros mientras movía su mano a dos chicos más que buscaban con la mirada.
Y pronto vi a Ben y Ethan. El primero era el mas bajo de todos, pero era demasiado atractivo. Su cabello negro le cubría la frente y continuamente se pasa la mano hacia atrás para ordenarlo, el era el guitarrista, tocaba el bajo. El segundo... El era el mas peligrosamente atractivo que los otros tres juntos. Era alto, cabello castaño lacio, con un piercing en su labio, mandíbula marcada, ojos claros y labios rosados y un poco delgados. El tocaba la guitarra eléctrica.
Ambos llevaban la misma camisa que nosotros. Y se acercaban con una mirada de entre emoción he indiferencia.
—Olee no sabía que ibas a traer a estas dos preciosuras —dice Gabriel.
—Bájale —le reprende Jay chocando el puño.
—Tranquilo, sabes que solo me interesa tu mamá.
Jay le da un puño en su hombro que hace que el suelte un quejido y se sobe el hombro.
—Que delicado.
Comenzó a caminar con mi hermano detrás de él refunfuñando mientras me hacía una seña de que lo siguiera. Madi reía encima de sus hombros.
Camine detrás de él con Ben y Ethan a mi lado. El segundo no perdió su tiempo y como cada vez que nos veíamos desde que tengo quince años, me pasó un brazo sobre los hombros y me acerco a él. No era incómodo el gesto, si no la conversación detrás de ese abrazo.
—Estas muy hermosa hoy.
—Gracias.
—No creí que te gustara este tipo de música.
—En realidad... Jayden me obligó a venir.
—Pues le agradece después por hacerlo.
Era demasiado coqueto y en cierto momento de mi adolescencia me gustó, pero entendí que para el, yo no era más que un simple capricho. Por que si, según el, yo le gustaba. Pero sus palabras eran opacada por sus actos cuando se acostaba con alguna tía después de sus presentaciones en el bar de mis padres.
Por eso no me tomaba con gran importancia sus halagos.
Cuando menos me di cuenta estaba entre toda la gente con Madi ahora sobre mis hombros agitando sus brazos mientras Jay y los demás brincaban animando al cantante. Cuando el concierto acabó salimos y ahora sostenía fuerte la mano de Madi que daba leves brincos.
Llegamos al auto todos y solté a Madi un momento para atarme mi cabello en un moño desordenado. Tenía sudor en mi frente y juraría que tengo el delineado desecho por el sudor.
Cuando me gire de nuevo para tomar la mano de Madi... Ella ya no estaba.
Mire a todos lados esperando verla pero... No estaba.
Madi.
—Madi... ¡Madi! —Jay y los demás me miraron.
Y cuando la mirada de preocupación de mi hermano se cruzo con la mía... Entre en pánico.
—¡MADISON!.
(...)
Tenía más de una hora buscándola. Mi frente sudaba y sentía la mandíbula tensa y tenía un nudo en la garganta.
Busque por donde veía gente, por donde veía lo que fuera. La discusión entre mi hermano y yo por perder de vista a nuestra hermana seguía presente en mi cabeza formándose un nudo en mi garganta más grande.
Me detuve en una puerta detrás del escenario, dudando, la abrí ignorando todo y entre. Un corredor con distintas puertas se puso frente a mi. Revise cada puerta, hasta que me detuve en la tercera.
La abrí y casi lloro cuando veo a mi hermanita jugando con un chico de al parecer mi edad.
En cuando notan mi presencia Madi se le ilumina la cara y corre hacia a mi.
—¡Aneli!.
Me agache a su altura para recibir el abrazo con fuerza. Le acaricie su cabello y solté un suspiro de alivio.
La separe de golpe y la revise de pies a cabeza. No tenía heridas ni lecciones. Así que entonces mi alivio pasó a enojo.
—¡Como puedes separarte así de mi Madison! ¡Te dije que no te alejaras! ¡No puedes hacerme caso por una vez!.
—Perdón, pero te dije que quería ir al baño y no me hiciste caso.
La mire aún con expresión enojada, pero así como apareció desapareció al ver sus ojitos de arrepentimiento. La abrace de vuelta y por fin mire al chico que esperaba atrás de Madi a una distancia prudente y... Me quedé quieta.
Sus ojos de un verde que jamás había visto un color igual. Cejas pobladas, mirada dulce pero que te hacía quedar en bobada por mucho tiempo, labios en forma corazón pero delgados, nariz respingada, y dos lunares en su mejilla izquierda, uno pegado del otro. Alto, delgado pero con cuerpo un poco atleta. Mandíbula marcada y... Creo que estoy babeando.
Es que es muy atractivo, dios creo que hasta yo estoy babeando.
Mi mirada se cruzo con la de él y me sentí desfallecer. Pero también sentí nervios, y un escalofrío me recorrió en la espada hasta detenerse en mi cuello donde se me erizo la piel. Mi corazón latía tan rápido y mi respiración se aceleró con solo esa mirada.
No se cuanto tiempo había pasado hasta que la voz de Madi me hiso centrarme de nuevo.
—Estuve con el. Me encontró y me ayudó, y le dije que tú vendrías por mí y el me dijo que esperaría hasta que llegaras.
Mire a mi hermana que movía su mano que estaba unida a la mía con entusiasmo.
Mire al chico que esta vez miraba a mi hermana con una sonrisa que dejaba ver un hoyuelo en sus mejilla izquierda. Justo donde estaban sus lunares.
—Te dije que vendría, Aidan.
Mi mirada se quedó analizándolo más de lo necesario. Por dios era demasiado atractivo. ¿Es normal que me sienta así con alguien que apenas vi? Si.
—Ya veo que no mentías Madi.
Recibí un pequeño golpe en mi pierna por parte de mi hermana cuando me di cuenta seguía como tonta mirándolo. Y ahora estaba de pie, ¿en que momento me levante?.
—Amm... Este... Gracias eh...
Lo curioso fue ver que su expresión cambió a una de sorpresa cuando me quedé callada esperando que dijera su nombre.
—Aidan —contestó por fin— y tú eres...
—Aneli.
Me sonrió y sentí mis piernas temblar cuando sus ojos verdes brillaron.
—Ani, podemos irnos ya.
Asentí aún mirando a Aidan que tampoco quitaba la mirada de la mía.
Ok, momento para reaccionar ya.
Si, tienes razón.
—Si, vamos. Amm una vez mas gracias, Aidan.
—No hay de que.
A sentí y me agache a la altura de mi hermana que se frotaba los ojitos con cansancio.
—Vamos Madi.
La cargue y ella enredo sus piernas en mi cintura. Mire de nuevo a... Aidan.
Aun mirándonos camine a la puerta y salí con ahora una Madi casi durmiendo en mis brazos.
Camine a toda prisa con los demás aún con la mirada del chico en mi mente. Tuve que agitar la cabeza varias veces para poder centrarme.
Cuando estuve cerca del auto vi a los chicos hablando entre ellos, parecían exaltados. En cuando me vieron -sobre todo Jay- relajaron sus hombros y se acercaron a mi.
<><><><><><><><><><><><><><><><>Aquí el primer Capítulo.
Espero les guste y que me sigan acompañando hasta llegar al final.También feliz cumpleaños a la persona por la que hice esta fanfic.
Y sin mas que decir nos vemos hasta el próximo capitulo.
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La ultima nota de amor
FanfictionUna gran pasión por la música se desarrollo apenas empezó hablar. Su sueño; cantar para todo el mundo, inspirar a otras personas por medio de su música, por las notas y letras de cada canción que escribía. Pero con miedo y sin tener claro su camino...