Capítulo 16. Cenas entre familias.

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—¡Aahh! ¡Maldita línea!

Borre de nuevo el delineado queriendo darme por vencida. Suspiré para tratar de aminorar mis ganas de golpear algo. ¿Por que los maquillajes no eran mi fuerte? Se supone que toda la sociedad dicen que las mujeres eran expertas en eso, y aún que no estaba de acuerdo en eso, ahora necesitaba que eso fuera real.

Era navidad, oh bueno estábamos a unas horas de que lo fuera. Y este año sería muy diferente para mí; pues esta vez me la pasaría con los padres de Aidan. Quise negarme, por que sería la primera vez que lo haría, y sentía que eso era como formalizar más la relación, y aún que si quiero, creo que vamos muy rápido a veces. Pero no me negué, mamá me animo dándome la elección de hacerlo, oh verlo al otro día y pasarlo con él y, lo que escogí es muy claro ahora.

Pero también, había provocado que yo terminará diciendo que en año nuevo, el la pasaría conmigo y mi familia, un día y un día, así habíamos quedado y acepto.

Así que aquí estaba, luchando con un delineado que ni me salía igual en los dos ojos, y ya estaba siendo hora de que el llegara por mi y  todavía no estaba lista.

—Necesitas ayuda.

Mamá apareció como un rayo de esperanza. Asentí sentándome en el banquito nuevo que adornaba mi habitación y le entregue los dos delineado a mamá.

—¿De dos colores?

—No me decidía y vi ese maquillaje en Internet.

Asintió con una sonrisa y cerré mi ojo esperando. Sentí la punta del lápiz delineador acariciar mi párpado, intente quedarme lo mas quieta posible, creo que ni respiraba.

—No te quedaba igual —me dijo mi mamá.

—No, oh salía más arriba oh más abajo. No puedo hacer que queden iguales.

Sentí que soplaba un poco en mi ojo para que secara más rápido y luego siguió.

—Me gustó el vestido.

—Gracias, no crees que es demasiado.

—No, te vez hermosa cielo.

Me dio un beso en mi frente y siguió dibujando la línea metafóricamente igual a la otra.

—Listo.

Se apartó de mi y me apresure a verme en el espejo.

—Wow, necesito que me des clases de maquillaje.

—No las necesitas.

Me levante y acomode las capas de tul del vestido que llevaba. Era rojo, pegado de la cintura hasta mis pechos, con corte corazón, y un tul del mismo color pero con brillos. La falda era ampona sin ser exagerada, varias capas de tul de brillantes subiría la tela de abajo que apretaba mis piernas. Unos zapatos dorados combinando con las orillas de la falda haciendo una combinación de el rojo con el dorado haciendo que se viera un degradado.

—No crees que estoy enseñando mucho —señale mi busto.

—No hija —dijo riendo—, se te ve bien.

—Segura, por que puedo ponerme otro. Oh dejarme el suéter largo rojo para que no enseñe mucho.

—No, estas bien hija. Lo que importa es que te sientas bien contigo misma en ese vestido, si no es así, cámbiate, pero de lo contrario, déjatelo y lúcelo como solo tu puedes hacerlo.

Sonreí y me mire en el espejo de cuerpo completo.

—Me gusta.

—Bueno, ahora iré a ver a tu padre que lucha con la comida.

Asentí sin mirarla.

Seguí viéndome en el espejo.

—Dios me veo genial. Necesito decírmelo más a menudo.

Mi teléfono sonó con un mensaje nuevo y luego el timbre de la casa. Ya había llegado. Tomé mi mochilita y salí disparada para el primer piso. Antes de bajar las escaleras por completo la mirada de Aidan me contempló de pies a cabeza. Me sonroje al sentir su mirada.

—Con todo el respeto del mundo para ti y tu familia y su casa... Estas preciosa, cariño te vez jodidamente hermosa en ese vestido. Dios tengo a la mujer mas hermosa del universo conmigo.

—Corrección, tienes a una de las mujeres más hermosas de este mundo —dijo papá cuando apareció abrazando a mamá y darle un beso en la cabeza.

Sonríe y abrí mis brazos a Aidan cuando se acercó a mi con dos zancadas. Me abrazo por debajo de mis brazos rodeando mi cuerpo.

—Estas preciosa.

—Gracias —dije sin saber que más decir.

No estaba acostumbrada a recibir muchos halagos aún que el lo dijera cada dos por tres en todo el día.

—Tu también te vez muy guapo —dije una vez me separe.

Se sonrojo y trató de ocultarlo con otro abrazo pero lo tome de los hombros impidiendo que me perdiera de la escena.

—Amo cuando te sonrojas.

—Muy pocas veces lo hago.

—Y por eso me gusta, por que yo soy quien te provoca eso.

Me iba a besar pero al parecer recordó que no estábamos solos y se detuvo.

—Estas lista.

—Si, solo deja que ponga el regalo de mi hermana en el árbol y me despida.

—Bien.

Baje todas las escaleras y entre en el pasillo al lado de las escaleras y saqué el regalo de Madi de mi escondite. Lo puse debajo del árbol de forma que no fuera fácil de ver y me dispuse a despedirme.

—Feliz navidad adelantada.

Les di un abrazo como si fuera media noche.

—No llegues tan tarde mañana.

—No, vendré temprano.

Y si, me iba a quedar en casa de mis suegritos. Y aún que papá casi le da un infarto por eso, y terminaron hablando con los padres de Aidan por teléfono y hasta que ellos no le aseguraron a papá que yo iba a dormir en una habitación completamente diferente a la de Aidan se calmo. Y todo eso fue gracias a Aidan que les pidió a sus padres que le dijeran eso para tranquilizarlo, y claro que sus padres también estaban de acuerdo en habitaciones diferentes. Y yo también... Aja si, yo también.

—Feliz navidad suegro —Aidan le tendió la mano a papá y este lo miró entrecerrando sus ojos a él.

—No me llames suegro. Todavía no.

Le aceptó la mano y terminaron en un abrazo. Eso era mucho, pero mucho avance en su relación.

Sali y me monte en su auto con los nervios a flor de piel.

Al llegar a su casa lo primero que llamó mi atención fueron los decorados por toda esta. Se veían hermosa la casa, y combinaba a la perfección ese blanco perla con las decoraciones rojas, verdes oh doradas.

—Ani, que gusto verte —su mamá fue la primera en vernos y no tardo en abrazarme—, estas preciosa.

—Gracias, usted también se ve increíble.

—Oh ya te dije que no me digas de usted.

—La costumbre.

—Vengan, ya está lista la comida.

Ayudamos a poner la comida en la mesa redonda con un mantel blanco con rojo y verde, nos sentamos empezando a comer.

Debía decir que, creo me iba a convertir en vegetariana, porque era exquisita la comida. Aun que tampoco quería dejar lo que comía.

Entre pláticas, risas y anécdotas llegó la media noche donde el papa de Aidan traía una campanita tocando doce veces. Nos dimos un abrazo y nos quedamos un rato más hasta que sus padres fueron los primeros en irse a dormir sin antes advertir:

—Esta lista tu habitación querida, separados Aidan.

—Si madre.

Cuando se fueron salimos al jardín y me puse el suéter largo que había traído y que me había quitado. Nos sentamos en una de las butacas que estaban mirando las estrellas brillar en el cielo.

—El cielo está repleto de estrellas.

—Si.

Aidan tomo mi mano llamando mi atención. Beso el dorso y me hiso levantarme para sentarme en sus piernas.

—¿Por qué eres tan hermosa?.

No pude evitar sonreír con ternura y pena. Mis mejillas se sonrojaron y baje la cabeza evitando mirarlo.

—Adoro verte así —dijo levantando mi cabeza tomando con su dedo índice mi mentón.

—Tu adoras verme como sea.

—Eso es cierto.

Me beso tomando mi cintura con sus manos para acomodarme mejor en sus piernas y poder estar cómodos.

Pase mis manos por su cabello tirando un poco de el para tener un poco el control. Sus manos se aferraron a mi cintura y me presionó con su cuerpo.

Me separe para retener aire antes de volver a besarlo. Pasee mi mano por su hombros y luego por su pecho antes de volver a subir a su cabello.

El beso se volvió más intenso conforme pasaban los minutos y ese cosquilleo apareció de nuevo, una corriente de calor pasó por todo mi cuerpo y no pude evitar soltar un leve gemido cuando sus manos acariciaron el escote de mi espalda por debajo del suéter.

—No, no alto —me separó de golpe y se recargo en la silla ganando distancia conmigo.

—¿Qué pasa?.

—No, yo no... Ali, no debemos estar haciendo esto.

—¿Hacer que?¿Besarnos?.

—No esto... Ali, te respeto y mucho, pero no podre controlarme si sigues así.

—Entiendo.

Deje de mirarlo para ver a un costado. Respetaba que no quisiera oh que no sintiera lo que yo, así que no chiste nada. Trate de normalizar mi respiración y cuando sentí sus manos en mi cintura haciendo que lo mire, sentí quemar mi piel bajo su tacto.

—No quiero que te pongas así cariño.

—Estoy bien.

—Nena, se que esto...

—No esta bien, respeto que tu no sientas lo mismo.

—¿Qué no sienta lo mismo? Cariño, si no sabes como me tienes desde que me dejaste besarte.

Y entonces unió de nuevo sus labios a los míos en un juego por el control. Pero se separó antes de que yo pudiera corresponderle.

—Si sigo no podre parar.

—Entonces no te detengas.

Eso fue suficiente para que me volviera a besar.

Me hiso sentarme a horcadas de él pasando sus manso con un poco de temor por mis piernas por encima del vestido, pero transmitiéndome tanto como si no estuviera la tela de por medio.

Enrede mis manos en su cuello evitando que se separara. Sus manos recorriendo desde mis piernas hasta mi espalda y antes de poder razonar sus labios dejaron un camino de besos desde mi clavícula hasta mi hombro. Acaricie su cabello mientras el daba besos al contorno del escote del vestido deteniéndose en el centro de este. Inconsciente me moví para quedar más cerca de él y un gruñido salió de su boca aferrando su manso a mi cintura para mantenerme en mi lugar. Sentí la presión de su pantalón bajo de mi y solté un jadeo.

—Aneli, detenme si no quieres.

—No lo haré... Yo quiero.

Paso sus manos por debajo de mis rodilla y me cargo para entrar a la casa. Subió las escaleras conmigo así besándome. Entro en una habitación y me pego a la puerta y bajarme antes de quitarme el suéter y moverme hacia la cama. Me dejó recostada y se quito la camisa que traía. Admire su dorso desnudo antes de que se pusiera sobre mi. Acaricie su pecho mientras me besaba y recorría con sus manos mis piernas.

Me sentía excitada y eufórica. Quería más, pero muy en el fondo un miedo me inundaba al igual que la vergüenza, y no por que me viera, si no por que sabia que sus padres estaban a unos cuantos metros de nosotros.

Las sensaciones que mandaba las caricias de él a mi cuerpo eran inexplicables. Arqueaba mi espalda queriendo más, una presión se puso en mi vientre. Pero entonces la razón regreso a mi.

—Espera —dije tomando sus hombros.

El pareció aliviado y a la vez no. Ambos queríamos, pero sabíamos que no era el momento, ni el lugar.

—Esta bien.

Asentí recibiendo un beso por el en mi frente.

—Duerme, iré a la otra habitación.

—Espera —lo tome de la mano antes de que se levantará— te puedes quedar hasta que me duerma.

—Si.

Me dejó recostarme en su pecho después de que se pusiera la camisa. Acaricio mi cabello mientras seguía con la respiración agitada al igual que yo.

Me quedé dormida una vez escuche:

—Te amo.

(...)

Acomode la mesa dentro de la pancarta pequeña que estaba en el jardín y salí a buscar lo demás.

Mamá había querido que este año cenáramos en el jardín, pero el frío era mucho, así que papá rento una pancarta tipo casa cumpliendo los sueños de mamá.

—¡Jayson! ¡Ven ayudarme!

Mamá grito hacia las escaleras mientras Madi movía la ensalada de frutas que habíamos preparado. La mire sacar una cucharita y robar un poco.

—Te la acabarás así, pequeña.

—No es cierto.

Saque las copas y el vino de jugo de uva y salí seguida de mi madre que traía a Madi en brazos y el tazón de la ensalada.

Vestían ambas un vestido a juego color azul con blanco al igual que el mío. También un capricho de mama que Madi y yo quisimos cumplirle. De hecho, esta noche todos estaríamos de ese color.

Incluso le dije a Aidan, y luego el le dijo a su mamá y aceptó.

—Bien, todo está listo. Solo falta la pantalla que la saque su hermano y su padre.

Entramos a la casa las tres mientras los hombres bajaban las escaleras vestidos iguales. Era como verlos en una versión del pasado y otra del futuro.

—Jay y papá parecen gemelos.

Ambos se miraron y sonrieron con orgullo señalándose.

—Yo era así cuando era joven.

—Y... Espero ser más guapo cuando sea viejo.

—Oye igualado, si no fuera por mi no estarás vivo.

—¿Disculpa? Yo también aporte, y fue mas del que tu hiciste amor —mamá intervino.

Mi hermano y yo nos miramos e hicimos una mueca de asco al ver a mama y papa pelear.

—Bien, bien, saquemos la televisión.

Vimos como la sacaban y batallaban para conectarla, pero según mamá transmitirán el evento de año nuevo por televisión y quería verlo. Así que un capricho más que nadie pudo negarle.

Sentí mi teléfono vibrar en mi mano antes de que el timbre sonara.

—Yo abro.

Corrí a la entrada y en cuanto la abrí un ramo de flores rojas apareció frente a mi. Aidan no dejaba de traer flores a mamá y algún detalle a mi, que claro, cada cosa la guardaba.

—Pará ti.

—Gracias. Mamá se sentirá celosa de esto.

—Crees, en algún momento pensé en eso y quise volver para comprar uno igual, pero ya se me hacía tarde.

—Esta bien, ven. Comeremos afuera. Espero te guste lo que prepare, no soy buena cocinando pero tuve ayuda de Madi para preparar la comida vegana.

Me detuvo de mi brazo y me hiso mirarlo, su rostro era digno de fotografiar. Parecía que estaba asimilando.

—¿Qué pasa?.

—Tu preparaste comida para mi.

—Si, se que no comes carne así que quise prepararte algo.

—Dios, no sabes cuanto te amo.

Me beso haciéndome a un lado de la puerta que daba al jardín para que nadie nos viera.

—Te amo.

—Si me dieran un dólar por cada vez que me dices te amo, estaría tomando te con al reina y viviendo en su castillo.

—Entonces te lo diría mas veces de lo que lo hago.

—Ven.

Tome su mano y me metí a la cocina para poner el ramo en agua. Mamá entró con Madi en ese momento.

—Aidan, que gusto verte.

—Lo mismo digo suegra.

—Adoro que alguien me diga así.

Reí.

—Le traje esto.

—Muchas gracias...

—Pero mira, el mío es mas grande —dije mientras le señalaba el mío.

Mi madre hiso una mueca de indignación.

—Solo por que eres mi primer yerno, te lo paso. Pero vengan ya. Hija puedes ponerlas en agua.

—Si.

—Ven, Madi.

—No, yo me quedo...

—En un momento salimos —dije viendo como mi hermana se resistía a ir con mama.

Asintió mi mamá saliendo al patio. Madi abrazo a Aidan y este la alzó en brazos sentando la en la isla.

—¿Cómo has estado, Madi?

—Bien. Ayude a mi hermana a preparar tu cena de hoy —dijo feliz.

—¿En serio? —pregunto el aumentando al emoción de mi hermana—. Y qué tal quedó.

—Quedó muy rica.

—Listo, vamos —hable interrumpiendo su platica.

Bajo a Madi y la tomó de la mano y salimos juntos.

Papá saludo a Aidan con un apretón de mano y mi hermano igual, ya lo estaban aceptando, y que bueno, por que tenían que hacerlo si o si.

La cena pasó en anécdotas de todo el año, risas y platica entre los tres hombres que estaban sentados uno frente al otro. Aidan y yo jugamos con Madi antes de que dieran las doce. Cinco minutos antes de media noche mamá nos llamó y todos tomamos asiento en la mesa con las copas llena de doce uvas.

—Uno, dos, tres, cuatro...

Empezamos a contar mientras nos comíamos las doce uvas. Al llegar a la última campanada, mire a Aidan y como si fueran flashback llegaron a mi mente.

Cuando nos conocimos. Nuestra primera salida, nuestro primer beso, cuando me animo a cantar, el día que me pidió ser su novia, el día de la estatua de la libertad, nuestra primer pelea. Nosotros.

—¡Feliz Año Nuevo!

Aidan beso apenas mis labios antes de darme un abrazo.

—Feliz año nuevo, Ali.

—Feliz año nuevo, Aidan.

(...)

—¿Entonces si vendrán? —la pregunta de Madi me hiso mirarla para dejar la guitarra a un lado.

—¿Quien?

—Los Reyes Magos.

Sonreí con ternura y la llame para que se sentará a mi lado sobre mi cama.

—Eso depende de ti. ¿Te portaste bien?

—¡Si!

—Entonces si vendrán. Te emociona más que ellos vengan que Santa.

—No, pero es que ellos son tres, y Santa es uno. Quisiera poder conocerlos. —dijo pensativa.

Amaba la inocencia de mi hermana y su ilusión por las cosas.

Acaricie su cabello.

—Cuando seas mayor los conocerás.

—Tu ya los conoces.

—Algo así.

—¿Y como son? —el brillo en sus ojos me hiso abrazarla con fuerza.

—Son altos, con túnicas enormes que arrastran en el suelo, con bolsas gigantes de regalos.

Recordé todas las palabras de mis padres cuando tenia la misma edad que Madi. Y tuve ganas de llorar, porque sabia que a esa edad me creía todo y cuando crecí me di cuenta de la realidad. Aun así, no podía quitarle la ilusión a ella.

—¡Yo quiero conocerlos!

—Lo siento duende junior, no se podrá hasta que crezcas. —la voz de nuestro hermano nos hiso mirarlo recargado en la puerta.

—Cállate. Te lo advierto. —lo ámense.

Pues una vez estuvo a punto de decirle quien era Santa y los tres Reyes Magos. Y afortunadamente estaba allí para detenerlo con una buena patada en su espinilla.

—Solo digo que no los conocerá hasta que sea mayor.

Se fue y Madi me miró entusiasmada.

—¿Puedo dormir esta noche contigo?.

—Si.

Nos acostamos y espere a que se quedara totalmente dormida para levantarme y bajar ayudar a mamá con los regalos.

Cuando amaneció sentí que alguien me jalaba de mi brazo con fuerza.

—¡Ani! ¡Ani!. Ya llegaron, ya llegaron, despierta.

Abrí los ojos apenas y mire la hora, seis de la mañana.

—Ya voy Madi. Ya despertaste a mamá y papá.

—¡YA ven corre!. ¡¡JAYSON!! ¡DESPIERTA!

Escuche los gritos de Madi mientras golpeaba la puerta de nuestro hermano mayor.

Me levante adormilada y me puse mi suéter para bajar.

Cuando llegue al final de las escaleras Madi ya estaba en el suelo con mamá y papá que la miraban con una sonrisa.

—¡Mira, Ani!

Sonríe cuando tomó el regalo que había dejado y lo abrió. Sus ojos se iluminaron cuando vio la muñeca.

—¡Oh! ¡Mamá mira!

—Si cariño es hermosa.

Sacó los complementos que traía y después siguió con los demás. Bajo un poco después Jay y observó como Madi se emocionaba con los regalos.

El timbre sonó y me levante abrir. En cuanto abrí la puerta una caja enorme llamó mi atención.

—Hola.

La voz de Aidan me hiso pararme de puntitas para alcanzar a verlo.

—Hola, ¿Y esto?

—Es para Madi.

Lo deje pasar y vi un auto que no era de él. Y de él bajaron dos personas más. Sus padres.

Les ayude con la caja que traían envuelta en papel para regalo.

—Hola querida.

—Hola, Lauren.

—¿Tu hermanita esta despierta?

—Eh, si.

—Que alegría, ven Rob, nos permites pasar a tu casa.

—Claro.

El padre de Aidan traía otra caja más pequeña y supe a que veían.

Te voy a matar Aidan.

—Buenos días.

—Oh, buenos días —mamá y papá se levantaron en cuando vieron a los padres de Aidan y mamá trató de arreglar su cabello un poco.

—Mucho gusto, soy la madre de Ani. Y el es mi esposo.

—Mucho gusto, soy Lauren, y es el Rob.

Después de una presentación por todos Madi se concentró en los regalos. Que no sólo eran para ella, si no también para mí y mi hermano.

—¿Pero ustedes ya son mayores, por que les trajeron? —pregunto Madi.

—Por qué se portaron bien.

Mamá se fue arreglar rápido al igual que papá. Mamá y mi suegra hicieron el desayuno y como no habíamos quitado la pancarta desayunamos afuera.

Aidan y Jay ayudaron a Madi a construir la casita que le trajo su madre de Aidan y luego la casita que mis padres le compraron. Y los sentó a ambos en la mesita que tenía para jugar con ella.

Tome varias fotos mientras ayudaba a las dos madres que platicaban como si fueran las más grandes amigas. Mi padre estaba jugando póker con mi suegro y platicaban mientras tanto.

Era la primera vez que convivían juntos. Que no se hablaban por medio de un teléfono y la verdad es que esto era digno de ver.

Me senté con Madi cuando los obligó a ambos chicos a ponerse las coronas que tenía y tomar té con ella. Me puso mi corona antes de según ella hacer de comer en su cocinita.

Ese día fue uno de los mejores que pudimos tener todos juntos. Y definitivamente, lo viviría las veces que fueran.

La ultima nota de amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora