Capítulo 3. Caminamos juntos.

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Toque la puerta mientras Vic se acomodaba la bufanda en el cuello. No sabía ni que hacía ahí la verdad, pero pues... Aquí estaba, frente a la puerta de la chica que compartía una clase por un año y que apenas hace unas semanas hablamos.

Vic me llamó anoche pidiéndome que la acompañará a casa de Hannah, según ella porque no le gustaba estar sola con ella, que a pesar de que no teníamos problemas, prefería estar con ella a quien conociera, ósea yo.

Al principio le dije que no, que solo le sería un estorbo y que no veía el motivo para ir, pero insistió tanto que termine cediendo. Y ahora aquí estábamos. Ambas con abrigos, bufandas y yo con un gorro, más bien una boina de brillos frente a la puerta de Hannah.

Dos minutos pasaron cuando abrió la puerta una sonriente Hannah con una falda roja, blusa negra, medias negras y botas. Definitivamente esta chica sabía de estilo y moda.

Sonreí con inocencia y con un poco de pena, sabía que no me esperaba y era sorpresa que pareciera frente a su puerta.

—Hola Hannah.

—Hola... A ambas, pasen.

Se puso al lado de la puerta y nos dejó entrar. Sonrió con más entusiasmo del que creí cuando nos giramos a ella.

—Me alegra que hayan venido. Este... Pueden dejar sus abrigos en el perchero, siéntanse como en su casa.

Me quite el abrigo y lo colgué junto con el gorro que traía. Me gire después al apartamento y le hecho un vistazo por encima.

Estaba pintado de color blanco con azul, cuadros de fotos de ella, algunas pinturas, los muebles eran negros, los sillones del recibidor eran blancos con decorados en las orillas negro, una mesita de centro y plantas en ella. Enseguida la cocina que eran una mesa para cuatro personas, la estufa, la nevera y la alacena. Luego venían unas escaleras en forma caracol y que a simple vista, se veía que era su habitación lo que había arriba.

—Quieren agua, gaseosa, limonada, café —dijo Hannah caminando a la cocina.

—Agua está bien.

—Yo limonada.

Nos sentamos en el recibidor y esperamos a que ella volviera. Mi amiga miraba todo con sumo detenimiento y sus labios se abrían en una gran "O" mientras me hacía señas. Reí un poco por sus muecas de sorpresa y asombro.

—Esta muy bonito tu departamento —le dijo.

—Gracias. Me costó encontrar un apartamento cerca de la escuela y de mi trabajo, pero ahora estoy mejor.

—Es muy lindo.

—¿Es tuyo? —pregunté.

—Si, lo compre hace un año —sonrió orgullosa de poder decirlo.

Ojala un día yo pueda hacer lo mismo.

Platicamos un rato donde conocí un poco más de Hannah, y veía que no era como algunos la pintaban. A pesar de saber que era buena, muchos decían que sólo lo era por ser quien era.

En muchas ocasiones la pille mirando la puerta y el reloj que estaba sobre esta. Se veía ansiosa porque llamaran a la puerta. Y yo, bueno mi subconsciente pedía que ese alguien fuera Aidan.

La ultima nota de amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora