Capítulo 21. Me acompañas.

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Aidan me tendió otro plato y yo lo restregué con la esponja para lavarlo. Abrí el grifo y lo metí bajo el agua para que todo el jabón desapareciera. Lo pasé a un sesto donde escurrían para después meterlos en su lugar.

Eran las ocho de la noche y esta noche me quedaría en su departamento. Y aún que papá objeto bastante, lo convencí.

—Este fin de semana es tu graduación ¿no? —pregunto.

—Así es. Me acompañaras.

—Si, te lo prometí hace tiempo.

Nos quedamos callados unos segundos hasta que el volvió a romper el silencio.

—¿Y no se supone que hacen fiestas de despedida en tu escuela?

Lo mire confundida, ¿A que venía eso?.

—Aja, pero por lo regular hacen fiestas antes de la graduación por cada carrera, luego de la graduación, es la general, por así decirlo.

Deje otro plato en el sesto y tome la taza que Aidan me daba.

—¿Y por qué no vas?.

—No me apetece —respondí sin muchas ganas.

Sabía a dónde quería llegar, no era la primera vez que salía esta conversación, sin embargó cambiaba de tema para dejarlo de lado.

No me importaba no asistir a las fiestas, prefería estar aquí como en muchas ocasiones había dicho.

—No me gusta verte encerrada —enarque una ceja sin mirarlo.

—No tienes porque sentirte mal, no estoy encerrada.

—Me refiero a que te quedes conmigo. Deberías irte a divertir, no a estar aquí conmigo.

—Te dices a ti mismo como si fueras algo malo.

—Es que lo soy. Puedo morir...

—Cállate. No digas eso. Ye hemos hablado de esto, no me preocupa no ir. Habrán otras en el futuro.

—¿Y si no las hay?

—Aidan, por favor, deja el tema.

Hiso una mueca guardando silencio. Yo seguí lavando los trastes. Limpie la cocina y guarde cada cosa en su lugar. Metí la comida que sobró en la nevera y camine a la sala donde estaba Aidan.

Veía la televisión, pero no prestaba atención. Me acerque sentándome en sus piernas. El me agarro de la cintura  por instinto y yo pase mis brazos por detrás de su cuello.

—Deja de fruncir el ceño —pase mi dedo por su frente.

—Entonces deberías irte y divertirte.

—¿A esta hora? ¿A dónde quieres que me valla?. Ya se,  aun antro donde me consiga a un suggar que me lleve a viajar por todo el mundo mientras tu te quedas aquí junto con mi corazón —brome.

Sus ojos me miraron directo a los ojos. 

—Es broma —dije.

—Pues yo lo veo muy en serio.

—¿En serio? ¿Qué tipo va a querer a alguien como yo?.

—Yo lo haría.

—Entonces se mi suggar —lo bese.

Tomé su rostro en mis manos y me alce un poco para sentarme a horcadas sobre el.

—Ali, hablo en serio. No tienes por qué estar aquí encerrada —dijo separándose.

—No estoy encerrada, y estoy aquí porque quiero. Quiero estar contigo, además te dije que iba a estar pegada a ti como garrapata cuando volvieras del viaje, oh ya se te olvidó.

—No.

—Entonces déjame estar junto a ti cariño.

Lo abrace y el me rodeo con sus brazos acercándome a él.

—Ven, vamos a dormir —Me dijo.

Me cargo en sus brazos y me llevó a su habitación.

(...)

—Aahh odio los malditos maquillajes en conjunto —dije.

Ya iban tres veces que borraba la sombra por que no me quedaba.

—Deja termino de peinarte y te ayudo hija.

Mi mamá movía la tenaza en mi cabello con agilidad. Mientras mi hermanita le pasaba algunos pasadores para atar mi cabello.

Mamá dejó la tenaza a un lado y tomó mi cabello en un moño medio alto. Paso pasadores entre mi cabello y logró mantenerlo en su lugar. Hiso que varios mechones cayeran del peinado.

—Listo, ahora ven, voltea.

Me gire en el banquito y quedé de frente a ella.

Agarro las sombras y empezó a maquillarme.

Tardo un poco mientras mejoraba el otro ojo. Tuvimos una buena sesión de maquillaje y charlas. Cuando terminó hiso una expresión de sorpresa y ternura.

—Mi hija ya se gradúa. ¡Matteo! Donde esta la cámara. Ponte el vestido, ahora vuelvo.

Mamá salió corriendo dejándome con mi hermana que agarraba los labiales y se los ponía de forma errónea.

—Así no Madi, mira.

Tome el que tenia en las manos, y con mi dedo índice presione un poco el labial y lo esparcí por sus labios de ella.

—Listo.

—Ahora estoy bonita.

—Tú siempre estás bonita. Ayúdame a ponerme el vestido.

Agarre el vestido y me metí al baño. Escuché a mamá entrar y preguntar por mi.

Me quite mi bata y me metí dentro del vestido.

Era de color carne, con brillos y diamantes en la falda. Tenía los hombros descubiertos por la tela transparente que se combinaba y se degrada a con la tela del resto del vestido. Era corte princesa, hasta los tobillos. Pegado en la parte de mi cintura hasta mis hombros con mangas largas y suelto en la falda.

Salí y vi a mi madre maquillando se frente a mi espejo. No me tomo importancia hasta que me puse los zapatos plateados altos con brillos y me gire a verla.

—Te ves hermosa, mi amor.

Me dio un abrazo con lágrimas en los ojos.

Me tomó de mi mano y me hiso dar una vuelta sobre mi propio lugar.

—Pareces una princesa, hermana.

—¿Si?, por que me siento en un cuento de hadas.

—Pues tu cuento seria el mejor.

La voz de papá nos hiso girarnos a la puerta la mismo tiempo.

—Más bien un cuento de terror —dijo mi hermano detrás de él.

Rodee los ojos y me mire en el espejo bajo la mirada de todos. Me sentía una princesa en ese momento, y no quería bajarme de ese sueño.

—Por cierto, ya llegaron por ti.

Mire a mi hermano que señalaba la puerta. Mire mi teléfono, había un mensaje de Aidan. ¿A que hora sonó el timbre?

—Ahora voy.

—Bien.

Papá y mi hermano se fueron mientras mamá se seguía maquillando. Madi se probaba los pendientes de mamá y yo empezaba a sentirme nerviosa, no sabía ni por qué.

—Bien, ahora bajamos Madi y yo, y luego tú. Siempre soñé con verte hacerlo, así como a tu hermana. Dios creó que voy a llorar —dijo mama tomando la mano de mi hermana.

—No llores, no quiero ser la causante de que arruines el maquillaje.

Y así como dijo, ellas bajaron primero mientras yo daba vueltas en mi habitación sintiéndome nerviosa.

Después de unos minutos, tomé mi cartera, mi teléfono y salí de la habitación.
Baje las escaleras cual película de romance. Paso a paso llamaba la atención de los demás, y al llegar a los últimos escalones me fije que no solo Aidan estaba, si no los chicos. Ethan, Ben y Gabriel. Los tres con esmoquin negro y corbata roja. Aguante la carcajada al verlos así.

Y al final de las escaleras me veía Aidan con una sonrisa, sus ojos brillaban. Su hoyuelo se hiso notar y quise acariciarlo.

—Wow, si creía que ya te había visto lo suficientemente hermosa, hoy me he dado cuenta que cada vez superas los récords.

—Cállate.

Tomé la mano que me ofrecía y cual príncipe azul, beso el dorso de esta.

—Desde este momento me doy cuenta que podré olvidar cualquier cosa, pero jamás podría olvidarte a ti.

Sonreí más.

En los días anteriores había olvidado cosas, y era normal, pues en la rehabilitación el doctor nos explicó que podía a veces quedar su mente en blanco, sin saber quien es oh quienes lo rodean.

—Y siempre haré que me recuerdes si es que me olvidas.

—Jamás lo haría.

(...)

Escuche el nombre de todos. Y uno a uno pasaba por su papel de recién graduado. Vic pasó y no pude evitar gritar como loca.

—¡¡Esa es mi mejor amiga!!

Su novio por supuesto, siguió mis gritos al igual que Hannah.

Cuando pasó Hannah hice lo mismo, y ella formando un corazón con sus manos me saludo.

Seguía con el brazo enyesado, aun que ahora era sobre puesto.

—Aneli Torres Amendola.

Me levante y escuche los aplausos de los demás.

—¡Esa es mi amiga!

—¡Eso Ani!

—¡Vamos hermana!

—¡Esa es nuestra pequeña saltamontes!

—¡¡Esa es mi novia!! ¡ESOO!

Sonreí sin mirarlos al sentir mi cara roja. Los gritos de Aidan, mamá, papá, mis suegros, mis hermanos, de los chicos, de Hannah, Triny y Vic, fue lo mas bonito que escuché.

Cuando me dieron el diploma no pude evitar dar un salto de emoción.

Cuando volví a sentarme en mi lugar y esperar a que los demás pasarán, podía sentir la mirada de mi familia en mi, pero una era mucho más intensa, y la podía reconocer aún sin voltear a verlo.

(...)

Busque a mi familia con la mirada sobre todos. Muchos se daban abrazos a mi alrededor, otros lloraban de felicidad mientras el resto se tomaba fotos.

—¡Ali!

Voltee y corrí agarrando mi gorrete. Me lance a los brazos de Aidan que me sostuvo en el aire.

—Felicidades recién graduada.

—Muchas gracias.

Me di abrazos con los demás y busque a mis dos amigas. Encontré a Hannah también buscando y en cuanto me vio se volteo y vi a Vic detrás de ella. Ambas corrieron conmigo y nos dimos un abrazo.

—No puedo creer que en serio nos graduamos. Yo sigo sin saber cómo despejar X —dijo Vic.

—Nah, suele pasar.

Nos reímos las tres.

—¡Es hora! —escuchamos a alguien decir por el altavoz.

—A las tres —todos tomaron sus gorretes listos para aventarlos—, uno, dos, ¡tres!

Y el lugar de volvió un escándalo. Todos lanzaron sus gorretes al mismo tiempo creando una escena digna de fotografiar.

(...)

Mire a mi alrededor con diversión. La fiesta de graduación era mas animada de lo que creía. Algunos se tomaban fotos, otros bailaban, y otros estaban sentados mirando a todos con aburrimiento.

Aidan a mi lado miraba la pista una y otra vez cada vez que una canción cambiaba.

—¿Te diviertes? —pregunté.

—Si, es divertido estar en un baile de graduación de adolescentes.

La música cambió a una balada. Aidan me miró enseguida.

—¿Bailas? —pregunto.

—Solo contigo —conteste.

—Entonces vamos.

Tomo mi mano y me llevó a la pista de baile.

Varios nos miraron, pues no se podía pasar desapercibido el. Y mucho más después del accidente.

Pase mis manos por detrás de su cuello que gracias a los tacones, podía alcanzarlo sin problema. El enredo sus brazos en mi cintura atrayéndome a él. Pego su frente a la mía cerrando sus ojos.

Se balanceo conmigo de un lado a otro, y me sentí en las nubes. Las mariposas revolotearon cuando nos miramos. Me sentí como ese día en la cafetería, cuando fui con Vic a ver a Hannah. Que claro, no se me hacía una coincidencia que nos viéramos así como así, y si, sus influencias tuvieron que ver para que ese día esa "coincidencia" se hiciera.

La música dejo de existir para mí, y sólo podía centrarme en ver sus ojos, esos que desde que los vi, no los pude sacar de mi cabeza. Me fije en cada parte de su rostro, desde sus dos lunares en su mejilla, hasta la forma de sus labios. Y es que cada parte de él me enamoraba más.

Yo no creía en el amor a primera vista, y quizá con él eso tuve, solo que no lo supe identificar hasta tiempo después. Esas veces que salíamos hicieron que mis sentimientos crecieran, que se fortalecieran. Y ese día del accidente, me di cuenta del miedo de solo pensar en perderlo.

Y ahora saber que su vida y todo el depende de como tenga buen efecto el medicamento, las rehabilitaciones, me hace querer encerrarme en una cajita y no salir nunca.

Me aterraba él saber que podía perderlo, que un día alguien me llamara diciéndome que el ya no pudo, o yo verlo. Ese día se partiría mi pequeño mundo. Ese que le doy todos los días por completo.

—Te amo —dije con lágrimas en los ojos.

Acaricie sus mejillas con mis pulgares.

—Te amo mucho, y no quiero perderte.

Lo abrace. Pegue mi pecho al suyo y lo sentí latir tan fuerte y acelerado como el mío.

—Yo te amo mucho mas, cariño. Y no vas a perderme, nunca.

(...)

La camioneta se detuvo frente a mi casa. Apreté sus manos entre las mías.

—Gracias por traerme.

—No agradezcas, tenia que ver que llegaras bien a tu casa.

El chófer bajó de la camioneta y antes de abrir mi puerta, Aidan toco la ventanita dos veces y este se detuvo quedando al lado de la puerta.

El tomó un suspiro grande y supe que algo iba mal.

—¿Qué pasa?.

—Ayer que fui a mi cita con el doctor, en los exámenes que me hicieron y las tomografías...

—¿Qué cosa? ¿Ya salieron mejor?

La esperanza era visible en mi voz. Pero la seriedad con la que estaba el, me decía que no era nada bueno.

—El medicamento no me esta haciendo ningún efecto, ni bueno ni malo. En unos días iremos a unos nuevos exámenes para someterme a un nuevo tratamiento, y quizá a una cirugía.

Me quedé sin palabras. Mis ojos se empañaban con cada palabra.

¿Otro tratamiento?

—Aidan...  Pero...  Es que... —no me había dado cuenta de que estaba llorando hasta que el con su pulgar las eliminó.

—No llores, cariño, no llores por favor.

Me abrazo pegando mi rostro a su pecho. Me aferre a él con mis manos. No quería alejarme, no quería dejarlo.

—Hey, mírame —me alejo haciendo que lo mirara—, no llores cariño, te dije esto porque no quiero que haya secretos de eso entre nosotros. Te amo, y no quiero que sufras por mi.

Me dio un beso en mi frente.

—Quiero que sepas, que si me voy a someter a otro tratamiento es por ti, por que quiero saber que si muero...

—No digas eso.

—Déjame terminar. Si muero, quiero saber que intente hasta lo último por ti. Hasta que se me acabaron las opciones.

—Cállate por favor.

—No, quiero que me escuches...

—Es que no quiero, por favor no ahora. No estoy lista para esta conversación, y jamás lo estaré. No me hagas esto, por favor.

El me miró a los ojos, y vi en su mirada miedo, tristeza, melancolía.

Asintió al final derrotado.

—Bien. Mañana crees que te dejen salir.

—Si.

—Bueno, esta lista antes de medio día, vendré por ti a esa hora.

—¿A donde iremos?

—Te llevaré a un lugar especial.

—Okey.

Me despedí de él frente a la puerta de mi casa y entre en ella. Escuché a la camioneta alejarse y subí a mi habitación después de ver a mis padres que me esperaban.

Me metí a la cama después de bañarme y una vez mi cuerpo toco el colchón de la cama, me quedé dormida. 

La ultima nota de amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora