Capítulo 20. Esperando a que despiertes.

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Verte postrado en una cama era agobiante, era doloroso y era triste. No podía ya si quiera a veces mantener la vista en ti sin que las lágrimas salieran de mis ojos. Me dolía verte así Aidan.

Tres días era lo que llevas así. Dormido, como si estuvieras en estado de coma pero, sin estarlo. Los doctores dicen que es normal, pues el golpe fue como si te noquearan, y debías descansar para estar bien; pero yo ya no veía nada de esto normal.

Quería poder ver el color verde de tus ojos, quería ver tu sonrisa cuando me miraras, quería escucharte decir mi nombré. Pero lo único que podía escuchar era ese maldito pitido de la máquina a tu lado para señalar tus signos.

—Por favor, necesito que despiertes. Aquí estaré cuando abras los ojos, pero por favor, hazlo.

Me senté en la cama y tomé su mano entre las mías.

—Despierta...

Los sollozos salieron de mi boca sin poder detenerlos. No quería verlo así.

(...)

—Buenas tardes —dije al ver a mi suegro sentado en la salita afuera de la habitación donde se encontraba Aidan.

—Hola, creí que no vendrías.

—Si, perdón, es que tenía que entregar uno de mis proyectos y no pude hacer que fuera más rápido.

—Oh no te preocupes, está primero la escuela.

Asentí y mire a Lauren sentada al lado de su hijo tomando su mano.

Mis suegros ya no eran lo que fueron, se les veía cansados, con unas ojeras demasiado pronunciadas, ya no estaba la sonrisa que me daban, ya no había alegría en sus ojos, solo preocupación, tristeza y dolor.

—¿Desde hace cuanto llegaron?

—Hace... La verdad no se, venimos a cambiar a Triny, ella ahora está con Hannah, pero en poco tiempo se irá, oh si no es que ya se fue.

Mire la hora en el reloj que estaba arriba de la puerta.

—¿Quiere un café? —pregunte.

—No, no estoy bien.

—Vamos, necesita fuerzas. ¿Negro verdad? —el asintió con una leve sonrisa. Le gustaba que ya supiera cual era su café favorito—, y... Querrá uno —señale la ventana.

—Supongo.

—Bien, un café negro y uno descafeinado.

—Por favor nuera.

—Claro, suegro.

Por lo regular desde mi pequeña broma de que era la futura nuera de ellos, bromeaba conmigo sobre eso, y yo le seguía el juego. Al parecer le gustaba que yo le dijera suegro, pues siempre sus ojos se iluminaban cuando lo llamaba así.

Cuando tuve los cafés volví a la sala privada de su habitación, me senté junto a mi suegro y espere a que su esposa saliera cuando se sintiera cansada, pero al dar las nueve ella no salía y mi suegro ya estaba durmiendo en las sillas.

Me levante y entre encontrándola casi dormida.

—Lauren, Lauren —la tomé del hombro y ella de inmediato se despertó sobresaltada y miró a su hijo—, el esta bien, tranquila. Deberías ir a dormir.

—¿Que? no. Debieras ir tu a dormir, mañana tienes escuela.

—No, mañana es sábado, me quedaré esta noche con el, tranquila, vallan a descansar, Rob ya esta que se queda dormida en la sala.

Ella miró la ventana y apenas vio la cabellera de su esposo asintió.

—Bien, Triny viene a las once, para ayudarte, oh eso creo, no se. Cualquier cosa me avisas querida.

—Claro que si.

Salió de la habitación y llamó a su esposo que se despidió con un movimiento de la mano. Me quedé con el velando su sueño, y Triny que se dormía cada diez minutos y despertaba después de quince. Ambas nos mantuvimos calladas a excepción cuando pasaban hacer una revisión nocturna.

(...)

—Hola —mire asustada la puerta— tranquila, perdón, te desperté.

—Hannah —me levante abrazarla— ¿Qué haces aquí?

—Me han dado de alta, y pensé en venir a verlo.

Se quedó un buen rato conmigo, me iría al dar las nueve. Y ella quedó en irse conmigo.

Al día siguiente al escuchar el sonido de la campana anuncia el final de mi jornada en la escuela, salí disparada a la parada del autobús. Seguía sin poder conseguirme la licencia y aún que la tuviera, ni siquiera auto tendría.

—Ani, Ani —la voz de Vic me hiso detenerme—, yo te llevo. Te acompañó en tu turno.

—Gracias.

Me llevó al hospital y llegamos justo cuando le estaban haciendo la revisión. Salude al chico que se lo hacía y me despedí de Triny.

Nos quedamos hasta que dieron las nueve y mis suegros llegaron a suplirme. Les informe lo que me dijeron los doctores y de los análisis que le harían posiblemente por la noche oh en la mañana.

—Así que... Aquí te la pasas ya todas las tardes.

—Si. Y las noches de los viernes y sábados.

—Y no te cansas. Digo, ha de ser cansado estar esperando a que alguien despierte y tu perderte de...

La mire de inmediato.

—No. Oye, se que quizá esto es como... No se, estar atada a una esperanza que no existe, oh estar aquí cuando debería estar divirtiéndome, pero quiero estar aquí, así que no hagas comentarios al respecto de esto.

—Ok, lo siento. No sabía que esto te importaba tanto.

—¿Cómo no va hacer importante para mí esto? ¡Se trata de el!

Sentía que me estaba desahogado de todo lo que estaba acumulando. Le grite a mi amiga y de inmediato de arrepentí. Pase mis manos por mi cara sintiéndome frustrada.

—Perdón, Vic, no debí...

—Oye tranquila, entiendo que esta situación no es fácil. Y no debo comentar algo al respecto, necesitas apoyo, no alguien que te esté jodiendo.

(...)

Dos semanas ya eran para querer matarme. Verlo acostado, sin despertar, era un suplicio. Ya a veces sólo quería encerrarme en mi habitación a llorar y no dejar a alguien entrar.

Estar con él, no me arrepentía, y si por mi fuera me la pasaría metida en el hospital con el. Y mis padres entendieron que necesitaba su apoyo, así que empezaron a turnarse también para cuidarlo. Madi a veces iba y le leía uno de sus cuentos favoritos. A veces incluso mi hermano se quedaba conmigo en las noches, Hannah sólo iba de visita, y Vic incluso me acompañaba más seguido.

Y justo hoy, sentía que mis esperanzas se acababan.

Mi hermano dormía en el sillón y yo estaba apoyada en la cama de Aidan sosteniendo su mano.

—En dos semanas será mi graduación —dije apenas en un susurro—, prometiste estar allí conmigo. ¿Lo recuerdas?. Espero que lo cumplas.

Tape mi boca al sentir que mi garganta quería soltar un sollozo. Limpie las lágrimas que empezaban acumularse en mis ojos.

—Lo prometiste. No puedes fallarme Aidan. Te necesito.

Bese su mano y luego cerré un momento mis ojos quedándome dormida.

Sentí mi mano ser presionada. Me removí en el sillón pero volví a sentir esa presión. Mis nervios se dispararon y mi cuerpo reacciono ante una leve caricia.

—Ali.

Abrí mis ojos y lo vi despierto.

Mis ojos se llenaron de lágrimas me levante del sillón y tomé su mano entre las mías.

—Dios, Aidan. Dime que no lo estoy soñando.

—Supongo que no.

Sonrió apenas y quise abrazarlo, más me contuve al ver la mueca de dolor que ponía.

—Espera, no te muevas. ¡Jay! ¡Jay!

Mi hermano de inmediato se despertó exaltado. Vio A Aidan y una sonrisa genuina se formó en sus labios.

—Aidan, esta despierto. ¡Esta despierto! —dijo alterado.

—Si, ve por el doctor, ahora.

—Oh sí, voy —y antes de salir por completo de la habitación se detuvo—, bienvenido cuñado.

Y salió corriendo.

—Valla, creo que ahora me quiere.

—Siempre te ha querido —dije.

El doctor llegó corriendo y después de un análisis externo, se lo llevó para hacerle estudios, y demás cosas. Mientras tanto llamé a sus padres para darles la noticia.

En cuando llegaron se emocionaron al saber que Aidan ya estaba despierto. Y aún que tuvimos que esperar para que el doctor saliera con Aidan y nos dijera que tenía, la espera valió la pena al verlos salir juntos.

Su madre de inmediato lo abrazo y se retiro cuando escucho un quejido de su hijo. Su padre con una sonrisa lo saludo y yo solo podía ser espectadora de esa reunión familiar que me estaba sacando lágrimas de mis ojos.

En cuanto mi hermano y Aidan se quedaron juntos, el doctor salió con los padres de Aidan a la sala, y me quede quieta pero la mano de mi suegra me jalo para salir con ellos.

—Tu también merecer saber.

Sonreí apenas y salí junto con ellos.

—¿Cómo ve a mi hijo?

—Saldrá de aquí pronto ¿no?

El doctor se quedó callado y supe que no sería una buena noticia. Apreté la mano de Lauren.

—No les voy a mentir, espere verlo con quizá un bloqueo de recuerdos, pero no, así que... Después de los análisis y mas tomografías, le detectamos una lesión cerebral traumática.

Entrecerré mis ojos sin comprender.

—Las lesiones cerebrales traumáticas suele ocurrir como resultado de un golpe o impacto violento en la cabeza o el cuerpo —explicó el doctor al ver que ninguno de nosotros entendía bien que era eso—. Una lesión cerebral traumática leve puede afectar las neuronas cerebrales temporalmente. Las lesiones cerebrales traumáticas más graves pueden provocar hematomas, tejidos desgarrados, sangrado y otras lesiones físicas en el cerebro. Estas lesiones pueden causar complicaciones a largo plazo o la muerte.

Un jadeo de sorpresa me hiso soltera la mano de mi suegra y llevarlas a mi boca. Mire a través de la ventana a mi hermano y Aidan hablar.

—El tiene una lesión cerebral traumática cerebral grave. El golpe que recibió y así como nos informan los paramédicos que lo encontraron, el golpe fue muy fuerte.

—Pero...  Me imagino que hay un tratamiento para que esto desaparezca ¿No?.

Las esperanzas seguían, no iba a permitir que esto terminará así como así. Sin haber luchado un poco más.

—El caso de su hijo, la lesión ya es moderada, esta a nada de ser grave. Pero hay medicamentos, rehabilitaciones, incluso cirugías que pueden ayudar, pero en este caso, las cirugías no podrán hacerse, ya que la lesión, es avanzada. En poco tiempo avanzó demasiado, así que solo queda medicamentos y rehabilitación.

Ambos padres de abrazaron y trate de mantenerme fuerte, elimine una lagrima de mi mejilla.

Iba a luchar lo que fuera por verlo bien. El podía, el podría, el puede vencer esto, oh sobre llevarlo.

—Haremos lo que sea para que esté bien —dije—, yo me ofrezco a llevarlo a rehabilitación, a lo que sea necesario para que el esté bien.

—Cariño, de eso nos encargamos nosotros.

—No, déjeme ayudar, quiero hacerlo. No los dejare solos en esto.

(...)

La siguiente semana fue más relajada,  entre comillas. Aun seguía yendo por las tardes, así como antes, a veces hasta el me ayudaba con mis tareas, y según el doctor eso era bueno, así el cerebro no dejaba de trabajar.

Y en cuanto lo dieron de alta, me encargue de que su departamento estuviera cómodo para el. Organicé su medicamento conforme a los horarios. Le ayude a su madre con las rehabilitaciones, y quedamos en que días yo lo acompañaría y que días ellos.

Estábamos a unos días de mi graduación, y eso me emocionaba y más al saber que el si estaría.

Me acerque a él con la bandeja de comida. La deje sobre la cama.

—Yo puedo pararme.

—Lo sé, pero hoy es mi día de estar contigo, por lo que quiero consentirte.

Me senté a su lado. Aún tenía su brazo con yeso, por lo que lo ayudaba a ciertas cosas. Y si, bañarlo era una de esas, y aún que habíamos discutido un par de veces por eso, se dejaba cuando veía que mis baños venían con masaje incluido.

—¿Lo ordenas te oh lo preparaste tú? —preguntó.

—¿Me crees capaz de comparte comida y no hacerla yo? —me hice la ofendida.

—Si te creo capaz, pero llegaste hace solo dos horas, no creo que te haya dado tiempo de hacer todo esto.

—No sabes nada del tiempo que ocupamos las mujeres en cada día. Nos da tiempo de hacer todo en tan solo medio día. Así que no me subestimes.

Comenzó a comer mientras hablamos de cualquier cosa. Hice que se tomará sus medicamentos a la hora.

Mire mi teléfono que me llegó un mensaje.

Miraaa, esto está espectacular.

Foto.

Sonreí al verla a un lado de una estatua. Habían hecho una salida en nuestra carrera para empezar la despedida. Yo no fui ya que hoy me tocaba venir a ver a Aidan, y prefería esto a otra cosa.

—Debiste haber ido —mire a mi costado.

Aidan tenía la mirada en la televisión, y podía apreciar sus largas pestañas.

¿Alguien podía ser tan guapo como lo era el?.

—¿A dónde?.

—A esa salida. Me hablaste de ella hace unos días en el hospital. Debiste ir.

Me miró después de decir aquello.

—No, estoy bien aquí.

Me acerque a él y hice que se acostara, puse su brazo debajo de mi cabeza y me acurruque con el.

—Prefiero estar contigo.

Beso mi frente quedándose así unos segundos de mas. Lo abrace más así como el a mi.

La ultima nota de amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora